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¿Estaba Peter un poquito borracho? Probablemente.
¿Estaban todos un poquito borrachos? También.
—¿Cuántos dedos tengo? —preguntó Ned poniendo una de sus manos en frente de sus ojos y la otra contra el rostro de Peter.
—Los mismos de siempre, supongo —respondió Peter despegando la mano de Ned de su cara.
Ned negó con la cabeza y soltó un pequeño sonido de negación.
—Podría jurar que tengo más —respondió esté observando sus manos con detenimiento.
—¿Qué se fumaron? —preguntó Michelle mientras se comía un tarro de mantequilla de maní.
Ned soltó una carcajada, la que desató un ataque de risa entre él y Peter. Michelle rodó los ojos, se encogió de hombros, mientras se dejaba caer sobre el sofá a un lado de Parker.
Peter tomó una larga respiración antes de apoyar la cabeza en el respaldo del sofá y cerrar los ojos, había pasado un largo tiempo de la última vez a la que asistía a una fiesta y ésta no se veía interrumpida por algún "percance" que requiriera su máxima atención.
—No siento los labios, ¿eso es normal? —preguntó Ned llevándose los dedos a las mejillas, Peter sonrió y soltó un suspiro.
También había pasado un largo tiempo desde la última vez en la que había estado con sus amigos, y tenía que admitir que los extrañaba.
Una pequeña corriente eléctrica lo recorrió de pies a cabeza obligándolo a fruncir el ceño y abrir los ojos. Algo andaba mal.
Michelle seguía comiendo su mantequilla de maní y Ned reía al apretar sus mejillas.
Peter se puso de pie y de abrió el paso por entre la gente con codazos y maldiciones, mientras su corazón comenzaba a bombear con más fuerza. Peter conocía el sentimiento a la perfección, algo malo le estaba pasando a alguien y era su deber ayudarle, o quizás solamente había tomado más vodka del que debería, de cualquier forma, siguió avanzando por la gigantesca casa.
—¡Jake detente! —la voz de una chica obligó a Peter a detenerse.
—Tranquila, preciosa...
Peter se volteó a ver la puerta blanca a un costado del corredor de la casa. Al final del pasillo había una pareja besándose, y a dos metros de ellos, un grupo de personas compartiendo lo que parecía ser marihuana. Peter frunció el ceño y cerró los dedos sobre la manilla de la puerta.
—¡Jake, te dije que no!
Peter giró con rapidez la manilla y abrió la puerta.
—¿Maki? —preguntó Peter con un nudo formándose en su estómago.
—Cierra la puerta —dijo el muchacho que la acompañaba—, o te rompo la nariz.
La muchacha se removía mientras él la presionaba con fuerza contra la muralla, una de sus manos cubriendo sus labios.
—Suéltame —masculló ella removiéndose con un poco más de fuerza.
—¿Acaso estás sordo? —preguntó Peter dando un paso hacia adelante—. Te dijo que la soltaras.
Jake dejó salir una estridente carcajada, mientras con su mano libre acariciaba el cabello de la muchacha.
—¿Qué vas a hacer? ¿Obligarme?
Peter apretó la mandíbula mientras cerraba el puño y maldecía por lo bajo. La chica lo miraba mientras negaba con la cabeza. No te entrometas, decían sus ojos, pero Peter simplemente no podía darse la vuelta y pretender que no había visto nada.
—Suéltala. Esta es mi última advertencia.
Maki cerró los ojos con fuerza y suspiró. No quería meter a Peter en problemas por su culpa. Pero años de amistad le habían enseñado que Peter era demasiado terco en situaciones como esas, como para hacerlo entender.
Jake se separó de ella y avanzó hasta Peter con ambas manos en puños, y el ceño fruncido. Cuando éste estuvo a unos centímetro de Parker, levantó el puño derecho y lo envió directo a su ojo, pero Peter lo esquivó dando un ligero paso a la derecha, para después darle un fuerte golpe con su codo en la parte trasera de su espalda y una patada en la canilla izquierda.
—¡Hijo de puta! —chilló Jake llevándose las manos a la pierna, tenía la cara encendida al igual que las orejas, las pupilas dilatadas, quizás que tipo de sustancia había estado consumiendo.
Peter levantó su brazo y le asestó un puñetazo en la mandíbula.
—La tocas de nuevo y te juro que te mato.
Maki salió de la habitación, mientras se arreglaba la falda del vestido y espero a Peter en el corredor, las lágrimas deslizándose por sus mejillas.
—¿Estás bien? —preguntó ella al verlo salir de la habitación, el labio inferior temblándole al hablar—. No debiste haber...
—¿Estás loca? —preguntó Peter acercándose a ella—. Sabes que con tipos como ese las cosas... bueno...
—Peter...
Peter rodó los ojos y levantó las manos hasta llevarlas al rostro de ella.
—¿Te hizo algo? —le preguntó mirándola a los ojos, ella negó con la cabeza y tragó en seco.
Por poco, pensó mordiéndose el labio superior y bajando la mirada.
—Me asustaste, Maki —suspiró Peter cerrando los ojos y dejando caer las manos a los lados de su cuerpo. Ocho años de amistad, y era la primera vez que se metía en algo como esto.
—Lo siento...
—No es culpa tuya.
Maki se mordió las mejillas mientras se cruzaba de brazos. El frío del aire cayó sobre ellos como una lluvia de hielo.
—Vamos —dijo Peter extendiendo una mano hacia ella—, voy a llamar a la Tía May para que nos venga a recoger. Te dejamos en tu casa...
—Espera —dijo ella deteniéndolo—, le dije a mi mamá que me quedaría con Lindsay porque... yo... y Jake...
—Te puedes quedar conmigo, no te preocupes.
Maki sonrió, para después pasar su brazo por debajo del de él y avanzar por el largo corredor al corazón de la fiesta.
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