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Peter estaba citado a la Torre de Tony Stark alrededor del medio día.
Era sábado, así que le bastó con decirle a su Tía May de que tenía que juntarse con Ned a hacer un trabajo, para escabullirse a la torre de los vengadores, que estaba pronta a ser vaciada.
Peter no había querido preguntarle al Sr. Stark la razón por la cual había decidido mudarse, esta ya era bastante clara. Después del atentado en Sokovia y el problema con los acuerdos, al parecer Tony Stark ya no quería seguir mirando al pasado y quería comenzar a mirar al futuro.
De todas formas, Peter no sacaba nada con esconder el hecho de que, cuando había recibido la llamada de Happy, casi le había dado un infarto. Después de todo llevaba meses tratando de que lo contactaran para una misión especial, y él estaba más que listo.
Al llegar, Happy lo estaba esperando en la planta más baja, con el ceño fruncido y una pequeña mueca en el rostro.
Peter se aferró a las correas de la mochila que colgaba a su espalda y trató de sonreír. Por suerte no habían espejos ahí cerca, así que no pudo verificar lo mucho que su sonrisa se parecía más a una mueca.
—Llegas dos minutos y quince segundos tarde —dijo Happy mirando su reloj.
Peter se mordió el labio y trató de sonreír como para quitarle importancia al asunto.
—¿Lo siento?
Happy la dio la espalda y comenzó a avanzar hasta llegar a uno de los elevadores.
—Tienes que tener más conciencia del tiempo, niño —dijo Happy ingresando al elevador una vez que este abrió sus puertas—, dos minutos y quince segundos pueden costarte la vida a ti y a miles de personas.
Peter trago en seco y se quedó de pie a un lado de Happy cuestionándose de si debería pedirle disculpas nuevamente, pero no tuvo tiempo de hacerlo, ya que las puertas se abrieron, y se encontró con una gigantesco laboratorio, el cual parecía estar vacío.
—¿Emma? —preguntó Happy metiendose las manos a los bolsillos y quedándose de pie relativamente lejos de todos los potenciales instrumentos diseñados para hacer experimentos y simulaciones—. Emma, ya llegó el muchacho.
La cabeza de una muchacha se asomó desde atrás de uno de los instrumentos, el cual, para Peter, parecía ser demasiado grande como para hacer experimentos a pequeña escala.
—Ah —dijo la voz de ella, y luego fue seguida de golpeteos metálicos y una que otra grosería—. Ya voy.
Ella comenzó a mascullas cosas en voz baja que de donde Peter estaba no fue capaz de escuchar, incluso si se concentraba en su voz para poder descifrar las palabras.
Lo único que pudo entender fue algo como: claro.... pequeña sabandija... una semana... nada... no me dejan... almohada... noche.... odio.... ugh... Enredados... Eugene nunca haría...
—Hola —dijo ella al llegar al frente de él, quitándose los lentes de protección que cubrían sus ojos, y de cerca Peter pudo darse cuenta que era mucho más joven de lo que él habría pensado—. Soy Emma, tu debes ser el nuevo caso de caridad de mi tío Tony.
—Emma —la regañó Happy haciendo el mayor esfuerzo para no reír—. No lo trates así.
Ella lo ignoró y apunto a un lado del laboratorio.
Peter se quedo en silencio, con el miedo de que si hablaba, ella quizás tomaría otro de sus extraños instrumentos y le cortaría la lengua.
—El tío Tony me pidió que lo diseñara para ti —dice ella caminando hasta una vitrina que recubre toda una pared al costado derecho del laboratorio. La mandíbula de Peter casi chocó con el suelo al ver el traje detrás del vidrio—. Está diseñado con una asistente personal, y miles de pequeños accesorios para matar a los malos en segundos. ¿Te gusta?
—Es... es... —Peter trató de buscar las palabras para describirlo, pero ninguna parecía ser correcta. ¿Genial? Era más que genial. ¿Estupendo? ¿Lo mejor que he visto en mi vida? ¿Me lo puedo probar?
—Sí, es espectacular, lo sé —dijo ella cruzándose de brazos—. De todas formas, todavía es un prototipo, así que tendrás que venir tres veces por semana para que lo calibremos y aprendas a usarlo, así no causas ningún accidente, he escuchado que puedes ser un poco torpe.
—Creo que estoy enamorado —dijo Peter acercándose al vidrio y apoyando sus manos sobre este—. ¿Dónde está el Sr. Stark? Quiero darle las gracias.
Peter se volteó a ver a Happy y este se encogió de hombros.
—¿ESTÁS BROMEANDO? —chilló la muchacha haciendo que Peter pegara un pequeño salto—. LLEVO TRES DÍAS SIN DORMIR PARA TENER LISTO TU PORQUERÍA DE TRAJE, Y TU QUIERES DArLE lAs GrAciAs aL sR. StArk.
Ella se volteó a ver a Happy con furia bañando sus ojos.
—Le dije a mi tía Pepper, que yo debería ser la que usa ese maldito traje. Llevo entrenando años para hacerlo, y llevo viviendo en este laboratorio por meses para que sea lo que es hoy, ¿y se lo dan a un niñito como él? ¡ESTO ES INCREÍBLE!
Ella se dio una media vuelta sobre sus talones y comenzó a caminar por el laboratorio mascullando igual que antes, pero ahora en voz alta para que todos pudieran escucharla.
—AÑOS ENTRENANDO Y ASÍ ES COMO ME PAGAN. ME VOY A IR, ¿QUÉ VAN A HACER SIN MÍ? NADA.
Happy se acercó a Peter y le susurró en el oído: —Buena suerte.
Luego le dio un amistoso golpe en el hombro y salió del laboratorio antes de que Emma pudiera darse cuenta.
Peter tragó en seco.
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