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Bucky siempre supo que _____ era un territorio donde no podía adentrarse. Siempre supo que iba a casarse con un hombre perfecto para ella, pero eso no le impidió caer rendido a sus pies desde el primer momento que la vio, pateando traseros y ayudándolo a escapar con Steve.
—Tu debes ser Bucky. —Esas fueron las primeras palabras que Bucky la escuchó decir, una voz armoniosa que después sus oídos anhelaban escuchar con más frecuencia. —El cap habla de ti todo el día, aunque no me sorprende.
—¿Tu eres?
—____ —respondió ella con una sonrisa mientras guardaba su arsenal de navajas y cuchillos en su cinturón, y por alguna razón, eso la hizo verse mucho más atractiva de lo que ya era.
Bucky se pasó el dedo índice por el cuello de la camisa, ya no tenía la costumbre de usar corbatas y estaba sufriendo las consecuencias, mientras observaba a la gente allí reunida en la iglesia. Wanda y Nat estaban de pie a un lado del altar, ambas llevaban puesto un vestido color rosa palo que combinaba con las flores que adornaban el lugar.
—¿Cuánto más crees que se demore en salir? —preguntó Steve inclinándose hacía él. Ambos llevaban el mismo traje, la única diferencia era la flor que decoraba la solapa al lado izquierdo, justo donde el corazón de Bucky latía con fervor.
—No lo sé —respondió Barnes metiéndose las manos a los bolsillos, tratando de lucir más tranquilo de lo que en realidad estaba.
—El pobre Trevor parece que se va a desmayar en cualquier momento —rió Steve apuntando al novio, Bucky no necesitó voltearse a verlo para saber que era verdad. Demonios, si es estuviera en su lugar, sería un manojo de nervios imposible de controlar.
Trevor. Un reconocido abogado en Nueva York. Casi el "único" abogado cuando se trataba de asuntos delicados que requirieran del mejor. Era un gran tipo. Su hoja de vida estaba limpia, Bucky se había asegurado de revisarla por adelante y por atrás, arriba y abajo, con lupa y sin ella. No tenía nada. Nada que pudiera utilizar en su contra.
Bucky tenía que admitir que la mayoría de las veces, se sentía mal por tener pensamientos de esa clase, pero simplemente no podía evitarlo. Era eso, o resignarse a que no había posibilidades de ganar, y honestamente él no era un buen perdedor.
—Sabes como es de dramática —dijo Barnes, esta vez incapaz de esconder una sonrisa, su corazón deseando que su tardanza se debiera a su arrepentimiento mas que a un desliz con el vestido o el peinado—. Seguro va a querer hacer una entrada.
—Ni me lo digas —dijo Steve negando con la cabeza—, me tardé un mes en convencerla que las palomas blancas era mucho.
—Oigan, chicos —dijo Trevor con una sonrisa nerviosa en el rostro. Si hubiera sido por él, no había escogido a los dos hombres más musculosos de américa para ser sus padrinos en su boda, mucho menos cuando él era máximo un tercio de uno de ellos, y se veía como un real palote a su lado, pero si ____ se lo pedía, él era capaz de mover montañas con tal de complacerla—, se supone que ____ debía bajar hace más de diez minutos, ¿saben si ocurrió algo?
