"Trabajo Comunitario" {Para la amiga de: FuckingBel }
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Florencia se levantó esa mañana con las ganas de patear traseros acumulándose en sus puños y pies, y se podría decir que la idea de que tenía una misión, aliviaba ese sentimiento. Algo.
—ROoOoogers... —canturreó la muchacha con una sonrisa estampada en los labios, mientras se abrochaba el cinturón con armas en su cintura y bajaba los tres escalones que la separaban de la salita de espera a las afueras de la cocina.
Florencia miró por todos lados, el traje apretándola en lugares donde no debería apretarle.
Me voy a tener que poner a dieta. Pensó subiéndose la cremallera en su busto que continuaba bajándose. O correr veinte minutos más. Sip, creo que lo segundo será.
—¿Steve? —Florencia se puso las manos en la cintura y soltó un suspiro—. Friday, ¿dónde está el abuelito?
—El capitán y el resto del equipo ya se marcharon a la misión, Señorita Florencia —respondió Friday.
—¡¿Qué?! —chilló ella para después soltar un gruñido y déjese caer en el sofá.
—Son unos malagradecidos —dijo Florencia poniendo los pies sobre la mesa de centro, después de todo si no estaba Tony, no había nadie que pudiera decirle que las bajara—. Yo diseñé el plan, yo estudié esa maldita base de Hydra por tres semanas, ¡TRES SEMANAS, FRIDAY!
—El señor Stark pidió que le dijera, que alguien tiene que quedarse protegiendo la torre.
—Como si ya no tuviera suficiente protección...
Con un gruñido, Florencia se recostó sobre el sofá blanco, sus pesadas botas de combate apoyadas sobre el reposa brazos.
—Los voy a matar —dijo cerrando los ojos con fuerza—, y después los voy a descuartizar y voy a hacer galletas con sus restos y después las voy a vender en Amazon, apuesto a que pagarían millones por galletas de Tony Stark.
Florencia rió por un segundo, pero su sonrisa se desvaneció en el momento en que el silencio la embargó nuevamente.
Un ruido en el piso de arriba la hizo levantar la mirada hacia las escaleras y encarnar una ceja. No le sorprendería si hubieran dejado a Bruce aquí también, aunque lo dudaba porque al parecer él sí era un aporte.
Florencia bajó los pies del sofá y se cruzó de brazos, mientras el estruendo era reemplazado por el sonido de unos pesados pasos. Nunca antes se había dado cuenta de que los techos eran tan delgados.
