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Scott iba con la mirada pegada en el celular, jugaba Candy Crush, le quedaban 5 movimientos y todavía debía matar más de veinte gelatinas.
—Demonios —masculló al gastar su último movimiento y perder. Dejó caer la mano derecha con la que sujetaba el celular y volteó la cabeza hacia el lado.
El tren iba medianamente lleno, había un par de gente de pie, pero no lo suficiente como para que chocaran entre sí. Scott había tenido la suerte de alcanzar a sentarse en uno de los escasos asientos, se había puesto los audífonos y se había olvidado del mundo.
Más o menos.
Su mente seguía ocupada pensando en miles de cosas a la vez. Hope, Hank, Cassie.
La canción que estaba escuchando se acabo, y en el intervalo de tiempo entre que se cambiaba a la siguiente, Scott pudo escuchar el sollozo.
Se quitó uno de los auriculares y se volteó a la derecha. A su lado venía una muchacha de cabello largo, vestía un suéter negro y sobre su cabeza tenía cuernos de reno adornados con campanillas y pequeñas esferas color rojo. Scott frunció el ceño y separó los labios como si estuviera a punto de decir algo.
Las lágrimas caían por el rostro de la muchacha como una cascada, y ver como le temblaba la barbilla le rompía el corazón de abuelita a Scott.
—¿Uh..? —dijo él levantando la mano para darle un suave golpecito en el hombro—. ¿Te encuentras bien?
Pero que pregunta más estúpida, pensó Scott, como preguntarle a alguien perdido en el desierto si tiene sed.
—N-n-no te preocu-cupes, no es n-nada —respondió ella forzando una sonrisa y pasando la manga de su suéter por su nariz. Las campanas en sus cuernos de reno soltaron un tintineo.
—¿Estás segura? Quizás pueda ayudarte en algo, soy bastante bueno resolviendo los problemas de la gente ajena...
Ella soltó una corta carcajada y negó con la cabeza. Las campanas volvieron tintinear.
—No hay forma de arreglarlo, así que no te desgastes.
El tren se detuvo en la siguiente estación y un grupo de cantantes de villancicos se subieron, y a penas las puertas de cerraron, comenzaron a cantar.
Scott se dio cuenta que la muchacha tenía los ojos hinchados, así que ya debía llevar un largo rato llorando.
—No me subestimes.
—Mi novio rompió conmigo —dijo ella, su barbilla volviendo a temblar y las lagrimas precipitándose a sus ojos—. Primero se acostó con Tanya mi compañera de trabajo y después terminó conmigo. Justo hoy, cuando iríamos a cenar con mi padres y mis abuelos, y toda mi familia, la cual por cierto, piensan que soy lesbiana porque nunca he llevado un novio a casa, el problema es que todos los hombre son idiotas y... —ella cerró los ojos con fuerza y negó con la cabeza.
Que imbécil, quiso decir Scott, pero tampoco quería hacerla llorar más.
—Wow, lo siento.
—¿Ves? No puedes arreglarlo. Ahora mi familia va a pensar que soy una mentirosa y Heather mi prima se reirá de mi por siempre —dijo ella encogiéndose de hombros mientras sus labios hacían una mueca—. Aunque, no importa, no es la primera vez que pasa, ya estoy acostumbrada, no te preocupes.
—Puedo ir contigo —dijo Scott casi sin pensar—. Quiero decir, puedo fingir ser tu novio por una noche y así Heather, ¿Heather se llamaba? —ella asintió—, bueno, Heather puede tragarse sus palabras.
Ella lo miró por un segundo con una ceja alzada.
—Aunque es estúpido —dijo Scott agitando una mano en el aire, y riendo—. ¿Sabes qué? Olvídalo, no me conoces, quizás estás pensando que puedo ser un delincuente o algo así... —Scott cerró la boca, y bajó la cabeza con una sonrisa—. Una idea tonta, solo quería hacerte sentir mejor, soy horrible haciendo sentir mejor a la gente... Si te sirve de consuelo, es porque creo que repetí Kinder.
Ella soltó una carcajada.
—Me llamo Lidia —dijo extendiendo una mano hacia él—. Y me encantaría que fueras mi novio por una noche.
Scott sonrió y el rostro de Cassie apareció en su mente.
Oh, no.
—Tengo que hacer una llamada, primero —dijo Scott desbloqueando su celular.
Lidia bajó la mirada a los pies del extraño y vio una bolsa de tela, en el interior de esta, había un regalo envuelto en papel color rosa con un listón dorado enorme.
—Ay, no, lo siento —dijo ella llevando sus dedos hacia sus labios—. ¿Ibas a ir a ver a alguien? Sabes, no te preocupes...
Los cantantes de villancicos se detuvieron un segundo y comenzaron a cantar "Silent Night".
—No, no es nada de eso —dijo Scott con el teléfono todavía en el oído—. Es para mi hija, Cassie, esta navidad le toca con su mamá y como todavía cree en santa, quería ir a dejarle el regalo hoy...
—¿Sabes? No te preocupes, no importa —Lidia soltó una risa nerviosa mientas negaba fervientemente con la cabeza—. Tú ve con tu hija, yo iré a aguantarme las risas de Heather...
Scott frunció el ceño y apretó los labios.
—Hola Luis, si soy yo, me preguntaba si podrías hacerme un favor —dijo Scott hacia el teléfono, Lidia encorvó la espalda—. Si ya sé que te debo muchos favores... Podrías llevarle el regalo de navidad a Cassie, tengo que hacerle un favor a una amiga. Si estoy seguro que...
Scott cortó el teléfono y se lo guardó en el bolsillo.
—¿A qué hora es la cena? —preguntó él sonriendo en dirección a ella.
—A las 9.
Scott bajó la mirada a su reloj y sonrió.
—Tenemos dos horas para que me cuentes todo lo que necesito saber para que funcione este fraude.
Ella rió y se acomodó en el asiento del tren.
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WAJA. ESTO ES UNA KK DEL PORTE DE UN BUQUE
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