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El árbolito de navidad repleto de luces brillaba en medio de la enorme sala de estar de la Torre Stark. Las luces de colores salpicaban las blancas paredes danzando como si fueran miles de estrellas, mientras que una suave música salía de los parlantes del reproductor mp3 a un lado del bar personal de Tony, al que todos acudían cuando necesitaban un golpe de energía, o simplemente para pasar las penas.
Aleydis estaba sentada en el extenso sofá negro con un vaso con whisky en la mano derecha, los hielos flotando en el líquido ámbar, sus ojos completamente pegados en las danzarinas luces.
Había tenido un día largo. Junto con Thor se la habían pasado comprando regalos toda la mañana, y pateando traseros toda la tarde, necesitaba un descanso. Y hasta ahora, las titilantes luces y el jazz eran más que suficientes.
La muchacha se llevó el vaso de vidrio a los labios y le dio un sorbo al frío brebaje, el cual calentó su pecho a medida que bajaba hasta su estómago. El resto del equipo estaba probablemente dormido.
El teléfono de ella descansaba sobre la mesa de vidrio en el centro de la habitación, a un lado de un adorno de reno hecho de metal. La pantalla de este se encendió y el aparato comenzó a vibrar.
Aleydis frunció el ceño, irguió su espalda y estiró su brazo hasta que sus dedos tocaron la helada superficie de la pantalla del celular. En esta, el nombre "Flechitas😍" aparecía emanando luz y haciendo que del teléfono se desprendiera un irritante bip-bip-bip.
La muchacha carraspeó, dejó el vaso de vidrio sobre la cerámica del suelo y deslizó su dedo por la pantalla para contestar.
Que raro, pensó llevándose el parlante a la oreja, es más de media noche. ¿Qué hará despierto?
—¿Hola? —preguntó ella una vez que la pantalla del teléfono ya estaba pegada a su mejilla.
Nadie le contestó.
Quizás marcó sin querer con su trasero, pensó Aleydis alejando el teléfono un segundo para observar la pantalla. Quizás había estado alucinando. ¿Por qué la llamaba si estaban a metros de distancia? Quizás estaba preocupado porque todavía no subía a dormir...
—¿Hola? —volvió a preguntar ella—. ¿Clint? ¿Estás ahí?
—Seh —le respondió la voz de Clint. Era un sí arrastrado y ronco, Aleydis se mordió el labio inferior y evitó reírse.
—¿Te ocurrió algo? —preguntó ella extendiendo su mano hacia el suelo para tomar el vaso y apoyarlo sobre sus muslos.
—No —respondió Clint y ella asintió.
Unos segundos después se dio cuenta que él no era capaz de verla, así que separo los labios y dijo:—Entonces, ¿estás bien?
—No —dijo él y ella cerró los ojos, volviendo a esconder una risa.
¿Qué era todo esto?
—¿Quieres algo, amor?—le preguntó ella antes de llevar el vaso a la boca darle un sorbo.
—Yo... Yo sjhdkahad—dijo Clint obligando a Aleydis a llevarse una mano a la boca para que no escuchara la carcajada que estaba a punto de escaparse de sus labios.
—¿Está borracho, agente Barton?
—Un poquito —respondió Clint, esta vez habló de manera más lenta y ella fue capaz de entender lo que quería decir.
Ella tomó otro sorbo del Whisky y negó con la cabeza.
—¿Estás en la habitación? —preguntó ella poniéndose de pie y dejando el vaso sobre la mesa de centro—. Puedo subir ahora si quieres.
—Necesito un favor —dijo Clint arrastrando las palabras. Aleydis encarnó una ceja y sonrió.
—¿Qué cosa?
—Necesito —dijo Clint ahogando un hipo—, necesito que me pases con Santa Claus.
A esta altura, ella ya no podía evitar que las risas se escaparan, y lo único malo era que probablemente Clint no recordaría nada de esto en la mañana. Pero ella se encargaría de hacerlo recordar.
—¿Ah si?
—Tu eres su asistente, ¿no?
—Clint...
—Quiero que le dejes un recado. Dile que ya sé que quiero para navidad.
La muchacha se pasó la lengua por los labios tratando de achicar la sonrisa dibujada en su rostro.
—Dile que te quiero a ti, amor.
Ella escondió una sonrisa.
—Voy a subir.
—Pero que no se te vaya a olvidar decirle, o la navidad estará arruinada.
—No te preocupes, ese regalo ya lo tienes asegurado —dijo ella y cortó la llamada, se bebió lo poco que le quedaba en el vaso y subió las escaleras corriendo hasta el tercer piso.
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