Stephen Strange

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"Please, forgive me"

{Para: Karina_Sorceress }

Habían pasado dos años desde la última vez en la que Stephen la había visto por última vez

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Habían pasado dos años desde la última vez en la que Stephen la había visto por última vez.

Ese día había sido uno de los peores días de su vida, y se arrepentía de las palabras que había dicho, de las cosas que había hecho, y le tomó dos años reunir la valentía necesaria para pedirle perdón.

Aunque Strange estaba seguro que ya era demasiado tarde para que Karina lo perdonara, sabía que podría ponerse de rodillas y rogarle por horas y horas bajo la lluvia, y ella aun así le cerraría la puerta en la cara y le diría que fuera hacer su show a otro lugar.

Y en parte se lo merecía.

Después del accidente, Stephen la alejó de la peor manera posible. De un día para otro tomó la decisión de que ella se merecía algo mejor, no un inválido que había perdido todo lo que lo hacía ser él.

Así que le cambió la manilla a la puerta, bloqueó su número, y le dijo que no quería verla nunca más, que ni se le ocurriera aparecerse por ahí, que había enviado todas sus cosas a la casa de sus padres, y que por favor, le hiciera caso.

Obviamente Karina se obstinó por un par de semanas en hacerlo cambiar de opinión. Pero al parecer no había nada que ella pudiera decir ni hacer como para traer a su Stephen de vuelta.

—No quiero que vengas rogándome después, Strange —le había dicho ella antes de irse—. Porque después de todo esto que estás haciendo, la que no va a querer ver tu cara voy a ser yo.

Él la dejó irse y fue el peor error de su vida.

Stephen se arregló la ropa antes de tocar la puerta de ella. Le había tomado un par de días averiguar donde estaba viviendo, un par de preguntas por aquí y por allá a sus antiguos amigos, muchos de ellos dudaron en decirle, y simplemente desviaron el tema, pero Natalie, la vieja mejor amiga de Karina, le dio la dirección sin pensarlo dos veces.

Él se aclaró la garganta, podía escuchar como los pasos en el interior de la casa se hacían más fuertes, y la puerta se abrió.

Ella lo miró por un par de segundos sin entender absolutamente nada, y Strange tragó en seco.

Debí haberle traído flores, pensó tratando de sonreír pero fracasando, o chocolates, cualquier cosa.

—Ho-hola —dijo él sin desviar la mirada de sus ojos.

Ella tomó aire y luego se pasó los dedos por el cabello.

—Stephen —le dijo mirando hacia todas partes, como cerciorándose de que no había nadie alrededor que pudiera comenzar un chisme. Luego ella se fijó en las ropas que él traía puestas y su boca se abrió en una pequeña O—. ¿Qué, ah, qué llevas puesto? ¿Qué haces aquí?

—Quería verte —respondió él para después mojarse los labios—. Quiero decir, quería disculparme. Sé que ha pasado mucho tiempo, pero... Pero yo no era yo. Lo siento.

El fantasma de una sonrisa se dibujó en los labios de ella.

—No te preocupes. Tus manos —dijo Karina apuntando las manos de Strange—. Parecen estar bien... Me alegro que hayas podido recuperarte.

Él asintió en silencio.

En parte esperaba que lo hiciera pasar, aunque había una vocesilla en su cabeza que le decía que eso era imposible.

—¿Cómo... cómo me encontraste?

—Natalie.

—Ah —dijo Karina tomando aire—. Ya veo.

—¡MAMAAÁ!

El corazón de Strange se cayó al suelo y se estrelló en mil pequeños pedacitos cuando una niña pequeña apareció en la puerta, corriendo hasta llegar a la pierna de Karina para después abrazarla y mirarlo con sus pequeños ojos bien abiertos.

—¿Qué ocurre cariño? —dijo Karina acariciando la cabeza de la niña.

—Tengo hambre.

—Solo un segundo, ¿sí? —dijo Karina para después pasar sus dedos por la mejilla de la niña—. Ve adentro, yo iré enseguida.

—Sí, mami.

La niña volvió a correr al interior no sin antes dedicarle una sonrisa a Strange.

Karina levantó la mirada y suspiró.

—No pongas esa cara —dijo ella en dirección a Strange—. No es tuya, si es lo que te estás preguntando.

—Yo, uh, no —balbuceó él—. ¿Cuántos años tiene?

—Tres.

Stephen alzó una ceja.

—Es la hija de Marcus —respondió ella dejando caer los hombros—. Mi marido. Su mamá murió en el parto, los conocí cuando ella tenía un año. Poco después que, ya sabes, tú y yo... No creo que esperaras que me quedara aquí como las tontas esperando tu regreso. Seguí adelante, Stephen.

—No, claro que no. Me alegro que estés bien —susurró él.

—Adiós, Stephen.

—Espera —Strange sujetó la puerta con una de sus manos para que ella no pudiera cerrarla—. Yo... Karina, lo que nosotros teníamos, era... único. Yo, sé que metí la pata hasta el fondo, pero quiero que entiendas que, ese hombre no era yo. Yo nunca te habría tratado de esa forma, es solo que me sentía como si el mundo se estuviera acabando, y...

Ella se volteó para mirar a la niña, la cual jugaba con un auto de bomberos en la sala de estar.

—Es muy tarde —dijo ella—. Y aun así, yo... Yo no estoy dispuesta a estar con alguien que... Solo no vuelvas a aparecerte por aquí. Hablo en serio. Ya tuve suficientes problemas por tu culpa, y lo último que necesito es que Marcus sepa que viniste. Estamos bien, no quiero tirarlo a la basura.

—Karina, por favor...

—No, Stephen. Y de verdad, te juro, te apareces por aquí una vez más, y llamo a la policía.

—Pero...

Ella cerró la puerta y Strange escuchó el click del pestillo.

Cerró los ojos con fuerza y se aguantó las ganas de patear algo.

Se llevó la mano al pecho, donde descansaba el Ojo de Agamotto.

—Voy a intentarlo de nuevo.



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Marvel | One Shots | 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora