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—Steve —la voz de Sam rebotó en las mugrientas paredes, haciendo que Bucky y Steve desviaran sus miradas para verlo—. Te buscan...
Steve se alejó de Bucky, no sin antes darle un cariñoso golpe en el hombro, y salió en busca de su visitante. Al verla, su corazón casi se cayó al suelo.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó él avanzando hacia ella, una sonrisa asomándose en sus labios, sonrisa que le fue imposible reprimir—. Si Tony se llega a enterar de que viniste hasta acá, puede que...
—No va a enterarse —murmuró ella sonriendo levemente, extendiendo una de sus manos para que Steve la tomara, pero en cambio, él enredó sus dedos en su cabello y atrajo su rostro hacia el de él para besarla.
Ana sabía lo peligroso que era que los vieran juntos, pero estaba dispuesta a correr el riesgo.
Después de la pelea contra Tony, el paradero de Steve había sido desconocido para todos, para todos menos para ella.
—Supe que van a llevar a Bucky a Wakanda —dijo Ana separándose de Steve. Él asintió y apoyó su frente contra la de ella.
—Quizás allí puedan ayudarlo —contestó Steve acariciando las mejillas de ella.
Ana admiró los ojos de Capitán de cerca por última vez y dio un paso hacia atrás, entrelazando sus dedos con los de él.
—Sabes que iría contigo si pudiera —murmuró ella bajando la mirada, tratando de ignorar el picor en su nariz.
—Si puedes —dijo Steve antes de mojarse los labios y soltar una de las manos de ella, para tomar con delicadeza su barbilla y obligarlo a mirarlo.
Ana esbozó una pequeña sonrisa y negó con la cabeza. No podía hacerle eso a Pepper. Ni a Tony. Después de todo, Pepper la había criado como una hija después de la muerte de que sus padres murieran en un feo accidente de tránsito cuando ella tenía apenas cinco años, y tan solo no podía darles la espalda, al menos no aún.
—Sabes que no puede hacerle eso a Stark —respondió Ana, sus ojos buscando los de Steve, la desesperación porque la entendiera inundándola.
Steve soltó un bufido y desvió la mirada, la mandíbula apretada.
—Hay otra cosa más —dijo Ana soltando las manos de Steve y dando un paso hacia atrás—. Antes de que se desatara este caos , sabes que con la ayuda de Wanda estuve probando este nuevo dispositivo que diseñé...
—¿El que crees que puede ayudarte a ver el futuro? —dijo Steve frunciendo el ceño—. Stark dijo que era imposible, que no existía forma de hacerlo funcionar...
Ana asintió se cruzó de brazos.
—Wanda pudo hacerlo funcionar Steve —respondió Ana sin mirarlo. Tenía las manos aferradas a la tela de su chaqueta negra, las uñas enterradas en el cuero sintético—. Y lo que vi...
Lo que vi fue la cosa más horrible del mundo, quiso decir ella, pero su boca se rehusó a pronunciar las palabras.
—¿Qué viste?
—No te lo puedo decir —respondió ella, sus ojos volando a Sam y Bucky que conversaban sentados en un sofá, Sam pegando cosas en el brazo de metal del soldado mientras este trataba de alejarse lentamente murmurando cosas que Ana desde donde estaba no era capaz de escuchar.
Steve bajó la mirada y asintió.
—No todavía —continuó ella volviendo a conectar su mirada con la de Steve—. Estoy diseñando un plan, apenas este terminado, y yo este lo suficientemente convencida de que funcionará, te lo contaré todo, te lo prometo...
—¿Cuánto tiempo crees que vas a necesitar?
—No lo sé —respondió Ana mientras negaba con la cabeza y se encogía de hombros—. Es por eso que vine... Para poder hacer esto, necesito a Stark de mi lado, su tecnología es lo único que me da la posibilidad de...
—Entonces, estás terminando conmigo —la voz de Steve se quebró en la última palabra. Ana tomó aire y cerró los ojos con fuerza.
Steve soltó una pequeña carcajada, mientras se llevaba las manos a la cabeza.
—Ni siquiera sabes si todo lo que viste de verdad va a ocurrir —dijo él acercándose a ella—, quizás lo imaginaste todo, quizás...
Ana negó con la cabeza y bajó la mirada, las lágrimas quemando sus ojos. Si tuviera otra opción, si pudiera arriesgarse a marcharse con él y vivir la vida de fugitivos lo haría.
—No puedo, Steve... Si tan solo pudieras ponerte en mis zapatos por un segundo... Lo que te estoy diciendo no tiene nada que ver con el bienestar de un par de personas, es todo el universo... No podría ser tan egoísta como para...
—Déjame a mi ser el egoísta, entonces —murmuró Steve tomando el rostro de ella entre sus manos, las lágrimas de Ana mojando sus dedos.
—No te lo perdonarías después... —dijo ella alejándose de él, limpiándose las lágrimas con rabia—. No me esperes, Steve —murmuró Ana dándole la espalda, a metros de la salida, las llaves de su auto colgando de su dedo.
-------------------------------------------- Voy a subir los que me quedaron de ayer 💖💖💖
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