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Katrina tenía una copa de champaña en la mano, avanzó por la sala hasta llegar al largo sofá y tomó asiento a un lado de Bucky. Él se volteó a verla y esbozó una gran sonrisa en su dirección, ella rápidamente depositó un suave beso en su mejilla, para después pasar su brazo derecho por debajo del de Bucky.
—¿Les parece si empezamos a abrir los regalos? —preguntó Pepper quedándose de pie en frente del gigante árbol de navidad.
Debajo de las ramas de este, inundaban los regalos. De todos los tamaños, formas y colores. Este año, como todos los años, habían jugado al Santa Secreto, la única diferencia era que este años Bucky se integraba al juego por primera vez.
—Es sencillo —le había dicho Katrina tratando de tranquilizarlo—, sacas un papel de la bolsa, lees el nombre, y le compras un regalo a la persona que te tocó.
—Hmmm... ¿Y si no le gusta el regalo? —había preguntado Bucky haciendo una pequeña mueca—. O si me sale Tony, ¿qué hago?
—Si te sale Tony, puedo cambiarte el papel, no te preocupes —había dicho ella tratando de tranquilizarlo un poco, después de todo Bucky aún no podía disculparse a sí mismo por haber terminado con la vida de los padres de Tony, y muy en el interior de Stark, Katrina sabía que él todavía le guardaba un poco de rencor al soldado del invierno, lo que era completamente normal considerando la situación—. Y con respecto al regalo, estoy segura que le va a encantar. No es tan difícil, Buck, tu tranquilo.
—Si tu lo dices —había respondido él pasando los brazos por la cintura de ella para envolverla en un abrazo.
Un mes después, los regalos estaban comprados, envueltos y puestos cuidadosa y estratégicamente debajo del árbol.
A Bucky le había tocado Sam, así que comprar el regalo no había sido tan difícil. Mientras que Katrina tenía a Wanda.
Steve se puso de pie para comenzar con la ceremonia de entregar los regalos. Tomó uno del tamaño de una caja de zapatos, y esbozó una sonrisa.
—A mi me salió alguien que le encanta hacer ruido —dijo Steve ahogando una risa mientras sus ojos azules volaban a Katrina y sus brazos se extendían en frente de él, la caja ahora a centímetros de las manos de ella—. ¡Feliz navidad!
Katrina se puso de pie de un salto y envolvió a Steve en un abrazo. Después de separarse, desprendió el papel de regalo para encontrarse efectivamente con una caja. En el interior de esta habían muchos CDs.
—Son de la música que solía escuchar antes —se explicó Steve sonriendo—, me costó un montón encontrarlos en un formato más tecnológico.
Steve se rascó la nuca y ella escondió una sonrisa al pensar que las canciones probablemente estaba en digital.
—Muchas gracias, Steve. En serio.
Bucky sonrió y Katrina dejó la caja a los pies del sofá para agacharse a recoger su regalo.
—Sinceramente a mi me tocó la persona con el acento más lindo de toda esta habitación —Thor se puso de pie y caminó hacia ella con una sonrisa—. Tú no, egocéntrico. ¡Wanda!
Tony rió y pasó su brazo por sobre los hombros de Pepper.
Wanda abrió el regalo con rapidez, era una pequeña cadena de oro con el nombre de Pietro en un medallón. Para que siempre lo lleves cerca de tu corazón, le había dicho Katrina dándole un apretado abrazo.
Los regalos iban y venían, hasta que fue el turno de Bucky entregar el suyo.
Él se puso de pie y tomó un regalo rectangular casi del tamaño de su cuerpo, tenía una sonrisa burlona en el rostro, y le brillaban los ojos.
Katrina negó con la cabeza y se mordió las mejillas.
No tenía idea de que era lo que Barnes iba a regalarle a Sam, pero por la forma en la que sonreía, no creía que fuera algo normal.
—Bueno, a mi me tocó alguien... eh, ¿cómo decirlo? Algo irritante —dijo Bucky con la mirada en el regalo—, un poco arrogante también. Ladrón de mejores amigos... ya saben.
Steve soltó una risa y negó con la cabeza.
Bucky dio dos pasos hacia Sam y le tendió el regalo. Sam lo miró con los ojos entrecerrados y comenzó a desprender el papel lentamente.
Al finalizar, se dio cuenta que el regalo era un cuadro de la Mona Lisa casi de un metro de alto y un metro cincuenta de ancho, pero la única diferencia, era que en vez de ser el rostro de la Mona Lisa, era el rostro de Sam.
Wilson rió al verlo, una carcajada tan grande que Katrina cerró los ojos y ahogó una risa. Quizás se arrepentía un poquito de haber pasado toda una tarde educando a Bucky sobre la cultura de memes.
Sam tomó el cuadro, lo dejó apoyado sobre una pared y Bucky volvió a tomar asiento a un lado de Katrina.
Ella besó los labios de él rápidamente.
—Tengo que admitir que no te tenía tanta fé —dijo ella abrazándolo—. Pero te luciste, amor. Creo que oficialmente te ganaste el premio al mejor regalo de la historia.
Bucky sonrió y besó su frente.
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