CAPITULO XI - Ven Aquí

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Takaba caminaba por la calle con una enorme sonrisa orgullosa en su rostro. Definitivamente cada día era más fácil para él escaparse de los gorilas que Asami siempre le imponía. Tal vez ya era todo un experto en escape.

Entró en el bar de la otra noche y de inmediato los recuerdos lo golpearon sin piedad. Sintiéndose un poco avergonzado, dio gracias por las luces oscuras que impedía que los demás vieran su sonrojo.

—Cliente, buenas noches ¿desea una mesa? —una hermosa mujer se dirigió a él haciendo una suave reverencia.

—Si pero... hmmmm... ¿es posible algo privado?

—¿El señor espera a alguien más?

—Si... si, mi compañero de trabajo, necesitamos hablar cosas... ya sabe... secretos comerciales y esas cosas —Takaba sonrió tratando de parecer casual.

—Entiendo. Tememos un lugar muy discreto donde nada de lo que hablen será escuchado.

—Eso es perfecto. Gracias.

Takaba siguió a la señorita que lo guio hasta el fondo y luego giraron por una especie de pasillo con varias puertas a lado y lado. Había cuadros con letras de luces rojas donde se podía leer la palabra ocupado. Más allá en el fondo, había una puerta con el letrero verde que anunciaba estar libre. Fue justo ante esta puerta que la mujer se detuvo para abrir la puerta y darle paso a Takaba.

Era una lujosa habitación con una mesa y un par de sofás muy cómodos y elegantes. La chimenea distintiva del lugar estaba encendida con un fuego muy agradable, la diferencia más importante con el resto del lugar era que no se podía ver a nadie en el otro lado. El lugar olía a algo parecido a sándalo y jazmín, pero no era algo demasiado fuerte otorgándole al ambiente una sensación de paz y tranquilidad.

—¿Esto está bien para usted?

—Oh, mmm sí.

—Es un privado y puede ser algo costoso —le pasó una tarjeta con el valor— usted me dirá si lo acepta.

—Si... —Takaba dio gracias por su nuevo trabajo que le permitía darse ese tipo de gustos. De ser tiempos anteriores, tendría que tragarse la vergüenza y pedir lo llevara a una mesa normal.

—Muy bien —la señorita sonrió aún más amable que antes—. ¿Me daría su nombre? De ese modo puedo traer a su compañero tan pronto llegue.

—Si, por supuesto, claro. Soy Takaba Akihito y estoy esperando al señor Usami Akihiko.

—¿Desea pedir algo de beber antes de que me retire?

—Sí, el vino de la casa. Traiga una botella y dos copas.

—Excelente elección. Volveré en unos minutos.

Takaba asintió levemente con la cabeza. Cuando la puerta se cerró, se sentó en el sofá descargando su mochila a un lado. No sabía cómo acomodarse por lo que hizo varias posiciones, al final, se quedó con la espalda erguida y las manos sobre sus piernas.

Con el paso de los minutos, los nervios se apoderaron de él y terminó caminando alrededor de la mesa. Luego se acercó a la chimenea donde terminó contando los troncos que se estaban quemando lentamente... eran cinco. Comenzó a contar los segundos antes de que se escuchara una chispa estallar a medida que se quemaba la madera. Hacia cualquier cosa con tal de mantener su mente ocupada... ¿y si no viene?

En realidad el escritor nunca le dijo que acudiría al encuentro. Y si lo pensaba con mayor detenimiento, el que no llegara sería lo mejor, después de todo ¿de que podían hablar? El tema del beso terminaría con un lo siento y no volverá a pasar. Verlo en ese lugar tan... intimo, era buscar lo que no se le había perdido. Si Asami se enteraba seguramente estaría en problemas...

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora