CAPITULO XLVIII- Takahiro enfrenta a Akihiko

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Misaki trabajó alrededor de una hora antes de que la secretaria le avisara que la persona con la que se reuniría esa mañana Asami esperaba en la sala de juntas. Intentaron comunicarse para reprogramar la cita pero el celular aparecía apagado y no tenían más números de contacto. Con un suspiró se puso de pie acomodando su traje y se encaminó al lugar esperando que no se enfadara y le tocara pagar los platos rotos. Si algo aprendió todo este tiempo trabajando para Asami, es que las personas que lo rodeaban estaban acostumbradas a obtener siempre lo que deseaban y cuando no era así, eran los pobres empleados como él quien sufrían las consecuencias.

Dio un par de toques a la puerta para avisar su presencia. Al entrar un hombre le daba la espalda y de inmediato hizo una reverencia comenzando a hablar.

—Buenos días.

Antes de que siguiera hablando una persona habló con tono molesto y en inglés. Genial, ¡no se ingles!

—¿Qué haces tú aquí? —Era el italiano Fabrizio.

Misaki lo miró parpadeando un par de veces sin entender absolutamente nada. Seguramente su cara de estúpido era gloriosa. Entendió que y aquí, así que respondió en Japonés porque no pensaba hacer más el ridículo.

—El señor Asami tuvo un percance y no puede...

—Despacio —Así que el idiota hablaba Japonés y solo quería joderlo.

—El señor Asami no pudo atender su cita el día de hoy, debido a problemas inesperados. Intentamos comunicarnos con usted hace una hora pero su celular estaba apagado. Le damos nuestras más sinceras disculpas y reprogramaremos la reunión tan pronto sea posible.

—Entiendo, hablaré personalmente con Ryuichi, dile por favor que ansiaba verlo pero que puede compensarme esta noche.

Aquel hombre salió del cuarto con total elegancia sin percatarse del semblante pálido del menor. ¿Él lo llamó por su nombre? ¿Compensarlo esta noche? ¿Ansiaba verlo?

Misaki se sentía desconcertado. Si lo trataba con tanta confianza es que su relación era más que simples negocios. Si eran amigos entonces no debería ansiarlo o esperar que lo compense... el menor comenzó a imaginarse la manera en que ese italiano esperaba que se redimiera por no estar en su reunión de hoy.

Se llevó las manos a la boca para evitar gritar a viva voz la sarta de maldiciones que tenía en la punta de la lengua. ¡Asami no podía engañarlo! ¿O sí? lo cierto es que una vez que fuiste engañado es difícil creer en otra persona y es casi imposible no sospechar de todo. Una vez fue inocente y pensaba que su amante le seria leal hasta la muerte, hoy estaba seguro de que los sentimientos cambiaban si aparecía alguien mejor para reemplazarte.

Negó con la cabeza rechazando la idea de que esos dos tuvieran algo, de ser así Asami no habría seguido con los planes de la otra noche, sabiendo que pudo quedarse con ese hombre.

Misaki entró a su oficina con líneas negras en su rostro que mostraba su malestar. Luchaba con fuerza por no permitir que sus dudas continuaran torturándolo, pero le era imposible olvidar el tono bajo y meloso que utilizó Fabrizio para referirse a Asami.

Aplicó todo lo aprendido con sus experiencias pasadas y comenzó a trabajar ignorando la molestia que sentía en el centro de su pecho. Ya tendría oportunidad para hablar con su amante y aclarar la situación.

Fue un alivio que el día estuviera tan ocupado permitiendo que su mente se distrajera durante todas esas horas. Se quedó hasta tarde terminando un informe que estaba dejando en el escritorio de Asami antes de irse a casa, en ese momento la puerta se abrió dando paso a sus dos jefes que estaban en medio de una charla.

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