CAPITLO LXIX - Graduación

3.3K 219 44
                                    


Una semana pasó desde el atentado, durante la cual Misaki estuvo muy ocupado. Su graduación era al día siguiente y su boda un mes después. ¿Quién habría pensado que preparar una boda requería tanto trabajo? Realmente no iban a asistir demasiadas personas a la ceremonia en Francia; su hermano y familia, Todo e Hisa, Kirishima, los muchachos y algunos "socios" de negocios de Asami. Misaki no entendía la razón por la cual invitarlos, pero el mayor le explicó que de ese modo sería reconocido como su pareja en ese mundo y nadie se atrevería a tocarlo. La idea era dejar en claro que ambos tenían la misma autoridad en su organización.

Pese a que eran tan pocos invitados, igual requería decidir sobre la comida, el salón, la decoración, el traje de boda para ambos, hacer los preparativos para el viaje coordinando con los que irían con ellos en el avión... es decir, cada pequeño detalle era un desgaste dada la distancia donde se daría la ceremonia. Si bien contaba con una persona encargada de preparar este tipo de cosas, Misaki estaba decidido a intervenir en cada mínimo detalle.

También tuvo que cocinar todo este tiempo para su conductor. Todos los días, cerca de la hora del almuerzo, los doctores y enfermeras veían impotentes pasar a un diminuto castaño cargando un enorme portacomida en sus manos. Siempre iba impecablemente vestido con trajes a la medida y relojes costosísimos, además de un enorme anillo de esmeralda en su dedo anular que llamaba demasiado la atención. Detrás de él, enormes tipos armados y peligrosos lo vigilaban como una madre leona a su cachorrito, cualquiera que se acercara en un radio de 5 metros corría un peligro inminente.

Nadie se atrevía a decirle nada mientras él con ojos brillantes se dirigía a la habitación de su conductor, además, la recuperación del paciente fue tan rápida que los doctores se quedaron sin palabras.

Misaki entró en el cuarto como siempre, donde lo esperaban impacientes su conductor con algún compañero de trabajo que era el encargado de cuidar su seguridad. Lo que el castaño no sabía, es que esos enormes tipos comenzaron a pelear entre ellos para decidir quién tomaría el turno del medio día, pues a esa hora llegaba la comida que preparaba para ambos.

—¡Jefecito! —el conductor los saludaba con total alegría, por esas horas el hambre que sentía se hacía mucho más fuerte, era su estómago anticipando la buena comida.

—¿Cómo estás hoy? —Misaki sonrió corriendo la mesa que se usaba para poner la comida.

—Mejorando, en verdad nunca me recuperé tan rápido de mis heridas.

—Es que nada mejor que la comida casera. Se lo dije a ese doctor pero ¿Quién le cree a un pobre joven adorable como yo?

—Jajajaja son tontos jefecito. ¿Qué hay para comer hoy?

—Pescado ahumado con salsa ligera. Verduras y sopa. A ti te traje además un poco de arroz y carne, no necesitas comer liviano como él.

—¡Gracias jefecito! —el acompañante se estregó las manos muy contento.

Misaki no se quedó demasiado tiempo, estaba demasiado ocupado y luego de entregarles los alimentos y llevarse los recipientes del día anterior, se fue dejándolos solos para devorarse todo como si fuera la última cena.

El castaño después de la primera visita, comprendió que debía cocinar algo para el enfermo y su acompañante, de ese modo evitaría nuevas escenas de celos entre ellos. Con lo sucedido con la torre, Misaki no tuvo corazón para llevarle comida a uno y dejar al otro viendo.

Nunca imaginó que eso desataría toda una batalla interna entre los fieros guardas, hasta gigantocus logró ganarse un cupo uno de esos días para comer como su fuera un rey. ¿Cómo decidían quien asistiría? Simple, con competencias de tiro y peleas donde ganaba el ultimo que caía. Prohibieron los golpes en la cara porque si Misaki notaba algún moratón seguramente todos serían reprendidos.

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora