CAPITULO LXXIX - Reconciliación parte 1

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Asami regresó tan pronto el anillo estuvo listo, obligando a su conductor a que prácticamente volara a través de la ciudad que lentamente comenzaba a iluminarse son los primeros rayos del sol. No deseaba que Misaki se despertara y al no encontrarlo se preocupara de nuevo, aún no habían hablado y seguramente su pobre castaño se pondría triste otra vez.

Entró en su departamento como un rayo rápido mientras caminaba directamente hacia su cuarto donde un pequeño cuerpo seguía en la misma posición en que lo dejó horas antes. Su corazón se contrajo ante el amor que sentía por ese ser que dormía frágilmente sobre su cama. Sin poder evitarlo, se acercó para retirar el cabello de aquel bello rostro y así poder admirarlo, sintiendo como la devoción absoluta brotaba de su alma para cobijar a su amante.

El rostro del castaño se contrajo ante el roce de su mano que estaba fría, seguramente por la incomodidad causada por el cambio de temperatura. Asami se retiró de inmediato temeroso de despertarlo, pero al mismo tiempo necesitando sentir su calor. Por un momento consideró la posibilidad de despertarlo, pero el semblante demacrado y pálido lo convenció de que debía permitir que durmiera un poco más, él podía esperar a que despertara por sí mismo y cuando eso sucediera, no iba a contenerse de abrazarlo tan fuerte que no pudiera respirar.

De pie al lado de la cama, sacó el anillo ya reparado, jugando con la nueva caja donde estaba guardado una y otra vez en sus manos. Por un momento pensó en ponérselo mientras aún continuaba dormido, pero al final decidió no pensar demasiado e ir a tomarse un baño reparador para aclarar su mente. Se movió en silencio asegurándose de no despertar a su amante y se encerró en el cuarto del baño accionando el agua caliente para tomar una larga ducha.

Mientras el agua se atemperaba y una fina nube comenzaba a llenar el espacio, puso la caja con el anillo en el tocador y lentamente comenzó a quitarse la ropa. Sus brazos se sentían pesados y su cabeza estaba empezando a doler un poco. El agotamiento por no haber dormido nada en toda la noche le estaba pasando la factura, al ver en el espejo, vio a un hombre agotado y con evidentes muestras de haber estado en medio de una pelea.

Asami hizo una mueca ante su reflejo, ese maldito escritor le logró asestar un buen par de golpes en el rostro y no había manera de ocultárselo a Misaki... al menos hasta que se arreglaran las cosas entre ellos. Se acercó más al espejo palpando con sus dedos el moratón que se formaba en su pómulo izquierdo y luego el pequeño corte que tenía bajo su labio. No es que doliera mucho, en realidad estaba más lastimado su orgullo al ser herido por un miserable cuyo único ejercicio era escribir y cogerse a su ex... me estoy volviendo débil.

Con disgusto pensaba que debía entrenar con mayor intensidad, hasta que recordó el estado en el que lo dejó. Si, definitivamente quien ganó esa pelea fue él, con una risa malvada terminó de desnudarse y se metió bajo la lluvia de agua caliente.

Tan pronto sintió el calor reconfortante recorrerlo por completo, suspiró con total satisfacción, sus músculos agarrotados le agradecían enormemente ese pequeño regalo. Con los ojos cerrados, dejó que el agua se llevara su cansancio lentamente.

En la habitación Misaki comenzó a despertar, como hacía todas las mañanas, se giró para buscar el calor de Asami en la cama. Sus ojos se abrieron de inmediato y se incorporó sentándose en medio de la cama al no encontrar nada, lentamente los recuerdos de la noche pasada comenzaron a llegar uno tras otro.

Asami no estaba con él porque lo había dejado.

Asami... en verdad me dejaste...

Sus manos se aferraron a su pecho cuando sintió que comenzaba a ahogarse. Dolía demasiado y su pobre alma no creía soportarlo. Las lágrimas se derramaron abundantemente por sus mejillas mientras permanecía sentado en la cama pues no era posible que sus temblorosas piernas lo sostuvieran una vez se pusiera de pie.

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora