CAPITULO LXXVIII - Buscándote

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Misaki estuvo llorando por mucho rato luego de que Asami se fuera de su departamento. Se aferraba a su anillo roto como si su vida dependiera de ello, sentía que si no lo hacía su corazón sería fragmentado en miles de pedazos y ya nada lograría unirlo de nuevo.

El tiempo pasaba sin que él lograra formar un solo hilo de pensamiento coherente, con el dolor tan intenso que lo sentía en sus propios huesos. ¿Alguien podía morir de un corazón roto? Estaba seguro que sí.

Comenzó a recordar todos los bellos momentos vividos con Asami. Cada te amo era una lagrima derramada, cada caricia una puñalada en su corazón y cada beso se convertía en una nueva fisura en su alma.

Miró de nuevo el anillo que descansaba en la palma de su mano con ojos llenos de lágrimas, no supo que estaba temblando incontrolablemente sino hasta que notó la manera en que se movía sus manos haciendo que casi se callera el tesoro que cuidaba con fervor. Su estado era deplorable, tanto que él mismo sentía lastima por su actitud derrotista y cobarde.

En el pasado, intentó luchar por su amante pero no logró hacerlo, siempre temeroso a fracasar o convertirse en una molestia para el hombre con quien compartió su vida entera. Cuando las cosas comenzaron a salir mal buscó su propio departamento para irse, en un intento desesperado por escapar del dolor. Es cierto que se esforzó por ser más abierto sexualmente con el propósito de volver a obtener su atención, pero cuando lo descubrió haciendo el amor con alguien más se escapó sin volver atrás.

Tal vez era demasiado cobarde en ese entonces para volver y enfrentarse a Takaba por el amor de Akihiko, sin embargo, era posible que su mente y corazón comenzaran a distraerse desde el instante mismo en que vio a Asami.

Debía ser claro con un punto y es que, aunque siempre le fue fiel a Akihiko y lo amaba con intensidad, lo cierto es que ese yakuza con aire de peligro estaba como para comérselo. A ver ¿Quién dice lo contrario?

No iba a negar que siguió sufriendo en silencio por su ex amante, mucho más al descubrir que inmediatamente comenzó a vivir con el hombre con quien lo engañó, pero si era mortalmente sincero, en esos días ya estaba babeando el suelo que pisaba Asami. ¿Habría sido diferente de no conocer a su actual amante? Algunas veces pensaba que de haberse ido a su viejo departamento, de seguir trabajando en la editorial donde inevitablemente tendría que verlo, muy seguramente se habría rendido ante su dolor, su orgullo perdido mientras se postraba a los pies de su amante y le suplicaba que lo amara otra vez.

Pero el pasado ya estaba atrás y no podía remediarse. Akihiko no iba a dejar de amar a Takaba y el único que hubiese sufrido de desamor y humillación hubiese sido él. Sin embargo, la vida fue indulgente con él, tal vez alguien en lo alto descubrió el intenso dolor que soportó en la etapa final de su anterior relación y compadecido, decidió ponerlo en el camino de Asami.

El inicio de su relación no fue fácil pues sus inseguridades y desconfianza le jugaron una mala pasada. De no ser porque Asami tuvo la madurez para perseguirlo y luchar por él cada que intentaba alejarse, en el presente estaría seguramente solo y triste.

En este momento los papeles se invirtieron y su amante se fue dejándolo por los celos y desconfianza. Es cierto que las palabras que le dijo no eran justas y mucho menos ciertas, pero ¿Acaso el no hizo lo mismo con él al principio? Siempre juzgándolo y esperando que lo cambiara por alguien más.

Misaki se puso de pie al comprender que tenía únicamente dos opciones: escapar de nuevo y perderlo para siempre, o luchar por él con todas las fuerzas que poseía.

Con el dorso de su mano secó sus lágrimas mientras sus ojos se llenaban de determinación. Un brillo guerrero hizo que el verde se hiciera más intenso. Sin pensarlo dos veces, caminó para salir de su departamento y subir al de Asami.

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