CAPITULO XVII - Un Corazón Herido

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Misaki finalmente logró concentrarse en sus libros. Con un esfuerzo sobrehumano, dejó se sollozar diciéndose una y otra vez que debía pensar en sí mismo y en su futuro. Para graduarse tenía que terminar su tesis y para hacerlo debía recopilar información. Un paso a la vez.

Las horas pasaron sin que el castaño se percatara, cada vez que aparecía un solo pensamiento sobre Akihiko era aplastado sin piedad por todas sus neuronas. Si algo tenía es que era más terco que una mula y una vez que decidía algo lo hacía. Por lo tanto, tan pronto resolvió estudiar sin pensar en nada mas, eso hizo sin que nada pudiera distraerlo.

Estaba tan metido en la lectura que cuando escuchó la puerta abierta casi saltó del susto. Miró el reloj sobre la pared y parpadeó sorprendido: eran las 3.30 a.m. ¿Dónde estuvo hasta estas horas?

La puerta se abrió tan lentamente que como si un fantasma estuviera al acecho, por un momento sintió algo de temor y consideró que estaba muy expuesto. Tuvo que tragar fuerte y respirar profundo para esperar a ver quién entraba y no gritar como una niña. Finalmente apareció la figura un poco titubeante de Akihiko, lo cual sorprendió al menor, era como si estuviera dudando entre entrar o volver a irse. Sentado donde estaba, le era posible observarlo por completo sin ser notado aún por el mayor quien mantenía su mirada fija justo en la puerta de la habitación que ocupaba Misaki... que extraño. En medio del escrutinio, fue imposible para el menor no percatarse de que el escritor traía la ropa descompuesta y un ligero tono rosado adornaba su rostro, es más, casi podía asegurar que estaba demasiado feliz... ¿habrá estado bebiendo?

—Llegas tarde... —sorprendentemente el tono de voz de Misaki era apagado, casi muerto. Pero el escritor estaba tan ido en sus pensamientos y autosatisfacción que no se percató de este hecho.

Por un momento el mayor se quedó de pie sin saber muy bien que hacer, era evidente que fue sorprendido, pero pronto recobró su compostura y cerró la puerta tras de sí como si nada.

—Hmmm... ¿Qué haces despierto todavía? —Akihiko miraba a todos lados menos al menor que permanecía sentado en el suelo con libros por todas partes.

—Trabajando sobre mi tesis. ¿Dónde estuviste?

—Es bueno que lo hagas, con tu cerebro de bajo nivel necesitarás de mucho esfuerzo para lograrlo —el mayor comenzó a caminar hacia su habitación sin darle una sola mirada al castaño, fue por esta razón que tampoco notó sus ojos inflamados ni el dolor que cruzó por su rostro cuando hizo referencia a su escasa inteligencia.

—No me respondiste —de algún modo logró hablar sin ahogarse.

—¿Qué? Tengo sueño. Me iré a dormir.

—Akihiko... —Misaki fue consciente de que estaba evadiendo su pregunta—. No me has dicho dónde estabas.

—Hmmmm —fue todo lo que dijo sin detenerse ni por un momento.

Misaki tuvo que ahogar un lamento que le produjo la tristeza de ser ignorado de manera tan cruel. Hasta una mascota obtendría más atención que él. Pese a su incomodidad con la situación, decidió ponerse de pie y seguir al mayor.

—Necesito que hablemos... —Misaki comenzó a ahogarse cuando intentó decir... voy a mudarme, ya tengo un departamento —. Yo... yyo voy...

—Mañana hablaremos... —cuando estaba a punto de subir las escaleras sintió como era agarrado por su brazo derecho evitando su huida. Maldijo mentalmente viendo tan cerca y a la vez tan lejos la puerta que sería su salvación.

—¡Te dije que tenemos que hablar! —ya estaba harto, su miserable cuerpo apenas si soportaba un gramo más de tensión. Necesitaba sacar todo y ver cuál sería su futuro de ahora en adelante.

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora