CAPITULO XXXVII - Voy a enamorarte.

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Fue fácil entrar al edificio del mangaka porque Todo estuvo allí un par de veces con Misaki. Subieron hasta el piso donde estaba el departamento donde Kirishima tocó la puerta. No hubo respuesta por un rato, luego por el intercomunicador se escuchó una voz algo molesta.

—¿Quién es?

—Traigo su pedido —Hisa y Todo se miraron cuando escucharon la respuesta de Kirishima. No es posible que alguien creyera eso pues su forma de hablar era completamente autoritaria, nada que ver con un repartidor de pedidos.

—No hice ninguno, lárguese.

—¿No es usted Takahashi Misaki?

Silencio.

Asami estuvo a punto de tirar la puerta a patadas pero se detuvo cuando escuchó algunas voces que provenían de adentro, no entendía lo que decían, pero ese tono de voz era sin dudas de su pequeño.

Se escuchó el sonido de la cerradura antes de que la puerta se abriera lentamente. Seguramente iban a ver de quien se trataba pues la mano de kirishima estaba cubriendo el mirador de la entrada. La persona no alcanzó a abrir una hendija de más cinco centímetros, antes de que la puerta fuera empujada por un enorme hombre con lentes. Entró solo para ver que Misaki se encontraba dentro y solo llevaba una toalla puesta en su cintura.

Kirishima sintió una enorme furia al ver que el mangaka usaba un pijama ligero. Su mente se imaginó lo peor y no pensó en nada más que en romperle la cara por atreverse a aprovecharse de un pequeño que se encontraba perdido y solo.

Ijuuin no tuvo tiempo de reaccionar mientras observaba a aquel enorme hombre que se acercaba con obvias intenciones asesinas. Como en cámara lenta lo vio levantar un enorme puño y dirigirse hacia él... moriría si lo golpeaba, de eso estaba seguro. Fue un milagro del cielo que alguien se apiadara y corriera en su ayuda.

Asami clavó sus ojos de águila en toda la piel descubierta de Misaki quien obviamente acababa de tomar un baño. ¿Qué más explicación podía haber? ¡Tuvo sexo con ese maldito infeliz! Pudo sentir como la rabia fluía hasta ver todo rojo, no le dijo nada a Misaki ¿para qué? Simplemente camino detrás de Kirishima quien obviamente iba a golpear al tipo para detenerlo.

—¡QUITATE!

Con increíble fuerza empujó a su asistente para tener el camino libre y... moler a golpes al otro perro que se atrevió a tocar a SU Misaki. Con una mano lo sujetaba de la camiseta para que no se le escapara mientras que con el puño derecho golpeaba una y otra vez el rostro de ese infeliz.

—¿!TE ATREVISTE A TOCARLO!? ¡HOY TE MUERES BASTARDO!

Seguía golpeando fuerte hasta que su mano se cansó, luego usó la izquierda para emparejarle el otro lado de la cara. El pobre Ijuuin no lograba defenderse. Era un muñeco de trapo que movían a su antojo.

Asami era consumido por los celos y la rabia. No escuchaba ni veía a nadie, sus cinco sentidos enfocados en hacer sufrir a quien se atrevió a tocar lo que era suyo. El deseo de torturarlo fue en realidad lo único que salvo al mangaka de terminar con una bala entre la cejas. Estaba a punto de lanzar otro golpe cuando el rostro de Misaki apareció frente a él, de inmediato fue consiente de aquellas pequeñas manos intentando detener su furia.

—¿¡QUE DEMONIOS ESTAS HACIENDO!? —los ojos de Misaki se volvieron imposiblemente oscuros por la rabia.

—¿Por qué con él? —lentamente Asami comenzó a recuperar su razón, todo debido a que tenía a su pequeño frente a él con ganas de golpearlo. No quiso enfadarlo, únicamente quería matar al mangaka, nada más que eso.

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora