CAPITULO LXXXVII - Cazador Cazado parte 2

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Misaki ya tenía el alma rota antes de ver a sus muchachos tan derrotados, pero cuando la torre cayó de rodillas para pedir perdón, descubrió que su ya destrozado corazón podía astillarse en pedazos cada vez más pequeños.

No pudo evitar ponerse de pie y abrazarlo para intentar reconfortarlo aunque él mismo estaba muerto por dentro. Por primera vez en su vida, no le importó que fuera tan evidente la diferencia de estaturas, esta vez no hubo bromas ni risas cada vez que se ofendía porque ellos eran muchísimo más altos que él. Simplemente lo abrazó apretando la cabeza del enorme hombre que permanecía de rodillas contra su pecho.

A los dos les pareció que los momentos felices quedaron muy atrás en el pasado. De ahora en adelante, especialmente para Misaki, el dolor y la constante desolación serían su compañía.

Él mismo hizo los planes y dio las órdenes con el apoyo de Kirishima que aunque no estaba de acuerdo, no lo contradijo en ningún momento. No hubo ninguna oposición por ninguno de sus hombres aunque a medida que avanzaban hacia su destino sus rostros mostraban cada vez más confusión.

Se detuvieron justo en el lugar indicado por la otra parte y fue en ese momento que sus hombres comenzaron a enloquecer.

En el otro lado, Fuyuhiko con un gran número de hombres fuertemente armados los estaban esperando, la sonrisa y postura ególatra del tipo hizo que sus hombres se enfurecieran, ¡ese tipo era el culpable por la muerte de su jefe!

―¿Qué está pasando aquí? ―la torre iba a sacar su arma pero fue detenido por Misaki.

―Cálmate.

―¡NO PUEDO! ¡ELLOS MATARON AL JEFE!

―Misaki, parece que los hombres de Asami no te obedecen ―Fuyuhiko negó decepcionado.

―¡CALLATE BASTARDO! ¡VE A QUE TE COJA UN PERRO! ―la torre le gritó furioso.

―No tengo ese tipo de gustos, gracias.

―¡GRACIAS TU PERRA MADRE! ―sacó su arma para comenzar a disparar, no obstante Kirishima fue más rápido y lo desarmó antes de que todos terminaran llenos de agujeros, era obvio que estaban en desventaja.

―No quiero seguir jugando con idiotas, Misaki... vámonos.

La torre tragó aire completamente perdido. Su cerebro no estaba funcionando bien, seguramente sufrió algún golpe que le hizo comenzar a alucinar y realmente nada de esto estaba pasando. ¿Cómo es que ese hijo de perra piensa llevarse a su jefecito? ¿Piensa que él es manco o qué?

Cuando estuvo a punto de burlarse y soltar cuantos insultos que conocía, vio a Misaki caminar hacia ellos. Todos comenzaron a gritar enfurecidos, no obstante, y pese a sus esfuerzos por detenerlo, el castaño continuó caminando hasta que estuvo en poder del enemigo.

Los guardias perdieron toda la sangre de la cara, ¡no podían creer esto estuviera pasando! ¿Llevaron a su jefecito para entregarlo? ¡Lo peor era la tranquilidad con la que Kirishima se estaba comportando!

―¿Qué está pasando? ―esta vez fue gigantocus quien ya estaba calculando como matar a todos antes de que se llevaran al pequeño.

―Es su decisión, nosotros estamos aquí para obedecerlo.

―¡NO PUEDES PERMITIRLO! ―la torre nunca le habría hablado así a Kirishima de no estar tan desesperado.

―No pude convencerlo.

Fuyuhiko comenzó a burlarse al ver el temor de los hombres. Misaki por su parte intentaba ocultar el temblor en sus manos. Se veía tan vulnerable que hasta sintió lastima por él.

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