CAPITULO LII - ¿Todavía amas a tu ex?

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Misaki caminó hacia la puerta pero fue detenido por Asami quien luchaba por tranquilizarlo. Veía los labios del mayor moverse pero no escuchaba nada, su mente era un revoltijo de pensamientos y su corazón latía tan fuerte que opacaba cualquier otro sonido. Un frío de muerte le llenó el alma dejándolo dolorido, casi sin vida.

Era incapaz de enfrentarse a una realidad en donde debía luchar con Takaba por el amor de Asami, ya perdió una vez, seguramente lo haría de nuevo.

Volvió a recordar esos precioso ojos en un rostro bien formado, esos cabellos dorados como el sol, ese cuerpo sensual que gustaba mostrar con su ropa ajustada, era alegre, divertido y encima de todo ¡era más alto que él!

Cuando se enteró de que Akihiko lo engañó con Takaba se sintió como una cucaracha, ahora no era más que un microbio que aspiraba algo demasiado alto. Asami merecía algo mejor.

Su amante era un hombre poderoso y atractivo, alguien quien llamaba la atención donde sea que entrara, ¡era lógico que su amante fuera sexy como el rubio ese! Olvidó por completo al chino o al italiano, si Asami alguna vez amó a Takaba seguramente aun lo hacía, después de todo, era alguien capaz de despertar el amor en cualquier persona, como lo demostró al quitarle el amor de Akihiko.

Por otra parte, era terriblemente cruel el imaginar que Asami lo utilizó para vengarse de Akihiko por robarle a su amante. Muchas veces se quedaba pensando cual era la razón por la que alguien tan guapo pudo fijarse en él. Pues bien, ya tenía la respuesta.

Se dobló un poco cuando sintió un par de arcadas. A ciegas alcanzó la papelera de la basura por si en verdad vomitaba.

Esto dolía mucho más que cuando vio a su ex haciéndole el amor a ese mismo rubio que hoy volvía a destruir su mundo.

Necesitaba escapar del dolor. Pero no había donde correr, ningún lugar donde esconderse.

—Misaki ¿Por qué siempre crees lo peor de mí?

Como en un sueño, las palabras lentamente comenzaron a filtrarse. Estaba mareado y demasiado débil. Su mente se apiadó de él permitiéndole recobrar poco a poco sus sentidos, fue cuando notó que estaba de rodillas en el suelo con al bote de basura abrazado, gracias a dios no vomitó, porque Asami estaba a su lado acariciando su espalda para reconfortarlo, si volviera de su estómago frente a él se moriría de vergüenza.

Tomó un par de bocanadas para intentar llevar aire a sus pulmones, después de un rato, su cerebro al fin registró lo que Asami le repetía y al final pudo comenzar a responder, aunque con voz temblorosamente débil.

—No creo lo peor...

—¿Acaso no dijiste que te use como venganza?

—¿Qué más puede ser?

Asami notó que su pequeño comenzaba a escucharlo de nuevo. Un poco más tranquilo lo arrastró para que se sentara en una de las sillas para ponerse luego de rodillas frente al él que no dejaba de sollozar. Su corazón se apretó al verlo tan vulnerable, temblando y con la mirada perdida.

Tuvo que luchar un poco para quitarle el bote de basura.

—Misaki, mírame.

El menor tardó unos buenos segundos antes de hacerlo. Un jadeó nació de su pecho tan pronto notó la tristeza en aquellos ojos dorados que normalmente se mostraban seguros. Misaki se mordió los labios sintiendo un poco de calor en su corazón, pero no se atrevió a tener esperanza. No podía.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Yo no sabía quién era tu ex al principio, ¿recuerdas la noche que te pregunté por su nombre? Fue cuando me enteré.

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora