CAPITULO LXXXVI - Cazador Cazado parte 1

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Misaki se aferraba con fuerza al enorme cuerpo de su amante mientras el auto giraba con violencia sobre la calle. No supo cómo, pero su espalda terminó apoyada sobre el techo mientras Asami lo aplastaba hasta casi cortarle la respiración por completo. Pudo sentir un líquido cálido inundar su hombro y que lo hizo mirar extrañado, fue cuando se percató de que la cabeza de Asami estaba abierta y la herida sangraba profusamente.

―Ryuichi... Ryuichi...

El castaño lo llamaba angustiado e intentando cubrir la herida con sus manos, pero el líquido continuaba fluyendo, asustándolo hasta la muerte. No sabía qué hacer y su amante no le respondía... acaso él... estaba...

Su corazón dejó de latir por un momento, sus manos fuertemente apretadas sobre la herida y sus ojos increíblemente abiertos por la tensión del momento, hasta que un gruñido se escuchó cerca de su oído devolviéndole el alma al cuerpo, ¡era el mejor sonido del mundo!

―Jefe... tenemos que salir de aquí...

Ese era Kirishima quien estaba en una posición extraña en la parte de adelante, un poco de sangre se filtraba entre sus labios, aunque obviamente no se quejaba e intentaba limpiarse una y otra vez con sus manos, pero solo esparcía más el rojo intenso sobre su rostro.

Asami por fin comenzó a moverse lentamente, se notaba le dolía la cabeza porque tan pronto intentó levantarse, tuvo que sostenerse la frente como si se le fuera a salir el cerebro. Miró todo a su alrededor, luego se fijó en Misaki pero su rostro parecía aún confundido, como si estuviera decidiendo si aquello era una pesadilla y despertaría en cualquier momento.

―Jefe, los otros no deben tardar en llegar por nosotros... debe prepararse ―Kirishima era el único lucido en ese momento. Su mirada de halcón giraba en todas las direcciones buscando una salida segura.

Solo hasta ese momento Misaki se percató del repetitivo sonido que provenía del exterior. Se escuchaba como una fuerte granizada golpeando sobre el tejado en medio de una enorme tormenta... eso eran... ¿balas? ¡Si! ¡Las balas impactaban una y otra vez el auto en el que se encontraban! No pudo evitar encogerse sólo de pensar que alguna podría llegar a penetrar el fuerte blindaje, hiriendo de gravedad a cualquiera de ellos.

Un par de profundas respiraciones después, Asami comenzó a recobrar lentamente la lucidez, se quitó la corbata como si se estuviera ahogando e intentó limpiar un poco su rostro manchado con los hilos de sangre que se derramaban desde la parte de arriba de su cabeza. El corazón de Misaki dolía al verlo en tan mal estado, no soportaba el saber que de no ser porque intentó protegerlo, seguramente estaría ileso... se sintió como un lastre para el fuerte Yakuza quien en ese momento se mostraba más humano que nunca antes.

Los ojos dorados se fijaron en el verde con temor, pero no por él, sino por aquel pequeño que estaba con una mirada asustada observando la sangre en su rostro. Los dos estaban desesperados por ayudar al otro, incapaces de dar un paso para ponerse a salvo a sí mismos.

La luz de unas farolas en movimiento iluminó el interior del auto y llamó la atención de todos, Asami se inclinó para comprobar si se trataba de sus hombres. Suspiró un poco aliviado pues podría llevar a Misaki a la seguridad y luego él lucharía por salir vivo de aquella situación.

―Kirihsima sal y ve al auto que trajeron, acercaré a Misaki hasta allí y luego te lo llevas muy lejos... asegúrate de que no le suceda nada.

―No... Ryuichi...

―Pero jefe ¿y usted?

―El único que importa es Misaki.

―No... ―el castaño sollozaba e iba a discutir sobre el asunto, pero Asami no lo escuchó y comenzó a luchar con la puerta hasta que finalmente logró salir.

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