CAPITULO LXXIII- Infiltrado

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Haruhiko se recuperó rápidamente de sus heridas, por lo que pronto comenzó a salir para volver a su trabajo como siempre. Mientras hacía sus labores diarias, prestaba mucha atención a las actividades de su padre, también buscaba en archivos antiguos simulando comprender la evolución de algún negocio, pero en realidad estaba escarbando solo un poco para ver que encontraba.

Con dedicación y muchas mentiras, logró descubrir una serie de negocios sucios ocultos bajo sus actividades legales. Todo estaba perfectamente camuflado, pequeñas cifras que no cuadraban aquí, gastos extraños allá... ¿Qué pasaría si escavaba más profundo? No quería saberlo porque era un golpe muy fuerte, el concepto de su padre y familia cambiaron para siempre.

Lo cierto es que debió haberlo sospechado antes, en el pasado lo obligó a participar un par de veces en el pago de dineros para obtener contrataciones del gobierno. En ese momento no le dio mucha importancia, justificando sus acciones con la imperante necesidad de sobrevivir al ataque de Asami que por ese entonces ya se estaba dando. No se detuvo a pensar que su padre mostraba experiencia en ese tipo de menesteres.

¡Había sido un tonto!

Siendo mortalmente sincero consigo mismo, tuvo que reconocer que su padre no era mejor que Asami, por el contrario, era un cobarde que contrataba asesinos para hacer el trabajo sucio, al menos el yakuza tenía los huevos bien puestos para matar directamente a quien quisiera joderlo, pero su padre iba por el mundo como un hombre honorable cuando no era más que una rata asquerosa cuyas manos estaban manchadas de sangre, no importaba si el haló del gatillo, fue su orden la que terminaba vidas.

No es que tuviera pruebas de ello o que descubriera algún documento incriminatorio, nadie sería tan estúpido como para llevar un registró detallado de sus asesinatos, pero si tomaba la información que le dio Asami, su intento de asesinato contra Misaki y las desapariciones de personas que alguna vez fueron una piedra en el camino de sus negocios, entonces quedaba claro que clase alimañas eran los Usami.

No podía ocultar el desprecio que sentía por su padre, no solo por obligarlo a trabajar en esa empresa impidiéndole perseguir sus sueños desde que era joven, sino también por intentar convertirlo en un bandido de esos que siempre rechazó y despreció en el pasado.

Lamentaba profundamente no haber luchado por trabajar en lo que amaba, de hecho, si no fuera por Misaki que le aconsejó intentarlo, nunca se habría encargado directamente de los proyectos arquitectónicos que hoy eran su orgullo. Pero no era suficiente, deseaba dejar de encargarse de tantas cosas de la empresa familiar y dedicarse a pasión.

Pasó sus días amargado por perder gran parte de su juventud, intentando demostrar que merecía ser hijo del gran Fyuhiko, mientras obedecía cada orden y trabajaba sin derecho a un momento de descanso. ¿Cuántas veces deseó escapar como lo hizo Akihiko?

Mucho de su rencor por el escritor se debía a que tuvo que tomar la carga del otro cuando deseaba volar libre por el mundo como cualquier joven en busca de su destino. Pero su sentido del honor le obligó a trabajar para su familia y devolver todos los favores recibidos. Si hubiese sabido que su padre era un vándalo disfrazado de santo, habría escapado muchos años antes.

Pese a conocer la verdad y sentirse mortificado por su situación, decidió continuar como si nada estuviese pasando. Atento a cualquier cosa que pudiera afectar a Misaki. Estaba muy preocupado de que su padre continuara persiguiendo al joven para terminar el trabajo por el cual pagó. Estaba decidido a descubrir cualquier plan de su padre sin importar los riesgos. No podía permitir que nada le sucediera a Misaki porque lo amaba profundamente, no importaba que no fuera correspondido, sus sentimientos eran sinceros y lucharía por mantenerlo a salvo.

Esa tarde y con un objetivo en mente, comenzó a deambular por la mansión después de cerciorarse de que su padre no estaba. Tenía curiosidad por las muchas veces que lo vio dirigirse hacia un ala demasiado alejada y que debía estar deshabitada pues nunca se usaba, pero era obvio que algo estaba sucediendo allí pues descubrió que algunos guardias custodiaban el lugar.

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora