CAPITULO LXXI - Dolorosa separación

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El deportivo rojo estacionó con un fuerte ruido de sus llantas al quemarse por lo fuerte que frenó. Takaba estaba saliendo del auto un poco mareado por el golpe quizás o por el olor a sangre, no lo sabía. Antes de que diera un solo paso fue arrastrado hacia el elevador mientras era sujetado de su brazo por una prensa mecánica. Akihiko era demasiado fuerte y hasta ese momento lo estaba descubriendo.

El rubio estaba tembloroso, con dolor de cabeza y mareado. Le costaba formar un hilo de pensamiento coherente en medio de aquella situación. Pensaba que debía irse y escapar, al mismo tiempo que esperaba que el escritor no terminara con él. Era un amasijo de pensamientos y sentimientos contradictorios que lo estaban volviendo loco.

Tan pronto llegaron al departamento y escuchó la puerta cerrarse tras de él, se sintió como un ratón que sabía ya no tenía forma de escaparse del gato. El peligro hizo que su piel se erizara mientras esperaba entender la manera adecuada de afrontar la situación.

—¿Quién era ese tipo? —Akihiko preguntó enojado.

—Mi jefe...

—Tu jefe... ¿por eso estaban solos y tu sonriéndole?

—Estábamos en la calle y solo nos despedimos pues él ya se iba y yo te esperaba.

—¡ES MENTIRA!

El rubio se estremeció ante aquel grito y de inmediato intentó escapar hacia su cuarto. No llegó muy lejos, de inmediato fue atrapado y empujado hacia la pared más cercana.

—No hice nada...

—Escapas porque es tu amante y fuiste descubierto, no logras darme la cara...

Era evidente el enojo del mayor por lo que Takaba intentaba alejarse. Cuando las manos del mayor rodearon su cuello, de inmediato se puso a recordar la noche en que Asami por poco lo ahorca. ¿Su destino era terminar con las manos de su amante apretando su cuello?

El miedo recorrió su cuerpo pero esta vez no intentó luchar como hizo con su ex, cerró los ojos y se rindió deseando morirse para dejar un mundo donde nunca fue realmente aceptado. Estaba cansado y demasiado triste por saber que su relación se terminaba... en verdad deseaba con toda su alma vivir su vida al lado de éste hombre.

Dolía más que cuando Asami lo dejó. No se sentía capaz de vivir sin el escritor y tampoco tenía fuerzas para alejar aquellas enormes manos que en cualquier momento le robarían el aire.

Esperó con los ojos cerrados a que el oxígeno comenzara a faltar, pero esas manos nunca apretaron, por el contrario, comenzaron a acariciarlo con ternura y cuando abrió los ojos vio la tristeza en ese violeta que lo observaba.

—¿Pensaste que iba a lastimarte?

—S-si... —al fin las lágrimas se derramaron de sus ojos.

—No lo haría... por más celoso que esté.

—Estoy... sangrando.

—¿Qué?

—Me golpeaste la cabeza contra el auto y parece se abrió una herida... me duele.

—Takaba... —Akihiko estaba alarmado sin poder creer que le causó daño de nuevo—. Vamos al médico.

—No.

—¿Cómo no?

—Nadie me va a creer que lo hiciste sin intención.

El mayor dudó por un momento, pero lo que decía Takaba tenía algo de verdad. Si los medios se enteraban de que maltrató al rubio no pararían hasta destruirlo.

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora