CAPITULO LXXXIV - ¡Atrapados!

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Haruhiko conducía el auto lentamente a través de la ciudad, siempre siguiendo el punto rojo que titilaba en la pantalla. Desde hace unos días, la actividad en la mansión se puso muy intensa haciendo que sus sospechas se elevaran hacia el cielo. Pensó en comunicarse con la torre para informarle, pero desde su última reunión los hombres de su padre estaban muy vigilantes con sus movimientos, de hecho, estaba seguro de que sus llamadas y mensajes eran intervenidos.

¿Cuál fue la razón por la que su padre comenzó a sospechar de él?

No fue porque un hombre tan recatado como él ingresara a un lugar donde mujeres ofrecían sus servicios personales para atender a los caballeros a plena luz del día; tampoco por el hecho de que su padre sabía sobre su amor por Misaki y por ende, no debería estar buscando mujeres para calmar sus bajos instintos. Ninguna de esas opciones completamente racionales y plausibles fue lo que hizo que su padre lo mirara con sospecha.

Aun recordaba lo que su padre le dijo.

Esa noche, luego de que saliera de ese lugar vergonzoso, continuó con sus actividades cotidianas como si nada hubiese pasado. Cuando llegó la hora de la cena, sorpresivamente su padre acudió para acompañarlo. En principio no prestó atención a ese hecho tan inusual y continuó alimentándose tranquilamente, pero pronto la mirada fija y fría de su padre lo hizo estremecerse.

―Me dijeron que fuiste a un prostíbulo.

Haruhiko casi escupe su sopa por la sorpresa. Antes tuvo la sospecha de que los hombres que le asignaron estaban más para vigilarlo que para cuidarlo, pero en ese momento quedó completamente seguro de que eran sus carceleros. Era obvio que su padre no confiaba en él.

Con la piel del cuello erizada por el temor a delatarse, pensó en una respuesta adecuada ante tal situación y descubrió que no había ninguna. Fue una fortuna todo el arduo entrenamiento al que lo sometieron desde pequeño para ocultar sus emociones, por lo cual pudo mirarlo con cara de póker y responder "tranquilamente".

―Lo hice.

―¿Por qué?

―Esa pregunta sobra, ¿Qué otra cosa puede buscar un hombre en esos lugares?

―Eso mismo pensé, no obstante hay algo que no entiendo.

―¿Qué es?

―Si fuiste por sexo ¿Por qué saliste tan rápido?

Haruhiko parpadeó un par de veces completamente sorprendido. La torre si le dijo que debía esperar más tiempo, pero pensó que simplemente lo decía para continuar molestándolo y se fue del lugar tan rápido como pudo.

Su acción ahondó las sospechas que su padre ya tenía desde que fue liberado. De lo contrario ¿Por qué preguntar en lugar de pensar que fue, disparó rápido y se largó? Tal vez fue su evidente rostro insatisfecho o simplemente el gran Fuyuhiko se enteró de la persona que vio allí adentro. No sabía cuáles eran los pensamientos de su padre y por lo tanto no sabía que inventar.

Si su padre tenía un informante en el prostíbulo, podía inventar que iba por una mujer y luego la torre lo hizo ir a la habitación para atormentarlo y amenazarlo por el simple hecho de ser el hermano de Akihiko, después de todo, era el ex y quien le causó tanto daño a su nuevo jefe. Por lado, si su padre simplemente sospechaba pero no tenía fundamentos, podía delatarse con solo pronunciar una palabra de más... definitivamente estaba pisando terrenos peligrosos.

Con cada segundo que guardaba silencio, los ojos de su padre se estrechaban con suspicacia. Comprendió que ese era un momento decisivo para él, de no dar una respuesta adecuada seguramente sería encerrado en algún lugar.

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora