CAPITULO XXXIV - Pensé que me Besarías

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El tiempo comenzó a pasar y el pobre Misaki sentía que estaba en una lavadora mientras era tirado de un lado para el otro. No tuvo mucho tiempo para extrañar a Akihiko porque estaba tan ocupado, que cuando tenía algo de tiempo libre caía muerto en su cama. No sabía cómo lograría sobrevivir.

Como fue acordado, Misaki se quedó por otra noche más en aquel hotel, luego fue llevado a su departamento con un guardarropa tan grande que necesitaría mudarse a un lugar nuevo solo para tener donde guardar todo. El día que fue a firmar el contrato al edificio de Asami casi se le cae la boca. Era la construcción más nueva, elegante y alta de Tokio... y todo era de su nuevo jefe. ¡Sabía que tenía dinero pero esto ya es escandaloso!

Comenzó a subir las escaleras que habían antes de poder entrar al edificio, lo hizo tímidamente en medio de personas demasiado elegantes que entraban y salían de aquel lugar, ahora entendía la razón por la que Asami insistió en cambiar su ropa, esta gente estaba a otro nivel. Obviamente él como dueño debía cuidar la imagen de su empresa y por tanto sus empleados deben estar bien presentados, de modo que el que le comprara ropa no tuvo nada que ver con ayudarlo, sino simplemente una transacción de negocios. Eso lo hizo sentir un poco más tranquilo, en verdad pensó que hacía todo eso por lastima, parece que en verdad necesitaba a alguien para ocupar ese puesto con urgencia.

Uno de los guardaespaldas lo miraba fijamente al notar su inseguridad, sin pensarlo dos veces se acercó para detener al pobre Misaki que se aferraba a la correa de su mochila como si fuera una armadura que lo protegería.

—¿Quién eres? ¿A dónde te diriges?

Misaki tuvo que doblar mucho su cuello para mirar al hombre. ¡Era extremadamente alto!
—¿Cuánto mides? —tenía los ojos muy abiertos, como un niño descubriendo al mundo.

—¿Uhm?

—¿Me dices como te alimentas? Tal vez pueda creer si hago lo mismo.

—¿Quieres burlarte de mí? —el hombre parecía enfadado.

—No... perdón si lo ofendí —Misaki estaba muy avergonzado por dejarse llevar de esa manera.

—Si solo bienes a fastidiar lárgate de aquí.

—No... yo...

—¿No me escuchaste? ¡Vete!

—¿Qué sucede? —En ese momento Asami iba llegando también al edificio junto con Kirishima, ambos estaban asesinando a la enorme torre con la mirada mientras Misaki quería que se lo tragara la tierra.

¡Que vergonzoso!

—Señor Asami, este chico solo está molestando.

—¿Misaki, que sucede? —Kirishima no creía lo que el empleado dijo. Era un padre demasiado protector y consentidor. En cualquier situación, siempre los demás molestaban a su pequeñito. Punto. No se discute más. ¡Asesinaría a cualquiera que diga algo malo de su angelito!

—Yo... pregunté que comía... —el pobre no era capaz de levantar la mirada.

—¿Para qué? —Asami se molestó por hablarle con tanta confianza a otro hombre.

—Para ver si puedo crecer más. ¡Es que es tan alto! —Misaki no pudo evitar volver a doblar el cuello para mirarlo con ojos brillantes.

Los otros dos hombres lo miraron al mismo tiempo y no pudieron negar que era cierto. No creían que midiera menos de 2 metros. Era alguien que nunca podría ocultarse a simple vista.

—Misaki, no creo que crezcas más... —Kirishima trataba de hablar suave para que no se enfadara. Aprendió que su estatura era un tema delicado para el menor.

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