CAPITULO XXXIII - ¿Cómo se llama tu ex?

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En el cuarto, estaban dos hombres comiendo silenciosamente en medio de un ambiente pesado. El primero se sentía muy avergonzado por haber mostrado una parte de él tan libidinosa, el segundo estaba molesto al pensar que ese joven era... ni siquiera quería pronunciarlo en su mente, le molestaba demasiado.

Misaki miró la enorme bandeja llena de sushi y sashimi pensando que no lograrían terminarlo, lo cual era un verdadero desperdicio. Estaban tan pulcramente elaborados que le dolía cada bocado a la vez que era todo un placer comerlo. Si era posible comer una obra de arte, entonces eso era lo que estaban haciendo en ese momento. Pronto estuvo completamente satisfecho, aunque lo entristecía que se perdiera aquella comida, tuvo que rendirse cuando sintió que iba a explotar, por lo tanto, comenzó a beber un poco de té para ayudarle con la digestión mientras se despedía con la mirada de aquella belleza... si Todo estuviera allí seguro la bandeja estaría vacía.

Asami por su lado no comió demasiado, pero si bebía bastante. Ya iba su tercer vaso de whiskey y parecía que faltaban unos cuantos más. Misaki no era estúpido, notaba claramente que el mayor estaba molesto y eso empeoraba su estado de ánimo. Estaba seguro que todo era por su culpa.

Soy un cochino pervertido.

Pensó por décima vez esa noche. Le era imposible creer que su cuerpo reaccionó de manera tan bochornosa ante la cercanía de un hombre y sin embargo, la prueba empujó furiosamente contra su bóxer. Fue una fortuna que su vergüenza obligara a su amiguito a dormirse de nuevo sin necesidad de encargarse de ello con su mano, sería para él demasiado terrible salir del baño sabiendo lo que hizo.

Aunque quiso encerrarse hasta que el mundo terminara, le fue imposible negarse a salir tan pronto la comida estuvo en el cuarto, así que tomó una profunda bocanada de aire y salió con el rostro rojo y sus ojos ocultos bajo su cabello. No pronunciaron una sola palabra, simplemente se dedicaron a comer porque eso era lo único que podían hacer.

Misaki suspiró pensando que en realidad nunca existió un motivo para pensar que sería molestado por lo sucedido antes, Asami no lo miró en todo el rato que estuvieron comiendo y su aire juguetón y amable desapareció por completo. En frente de él solo estaba una estatua fría a quien el mundo le era indiferente. Lo malo es que en ese mundo se encontraba un pequeño castaño convencido que esa nueva actitud fue su culpa.

Asami guardó silencio no porque le molestara haberle provocado una erección a Misaki, sino porque si hablaba no podría controlarse. Sin embargo su ansiedad lo superó, pese a que deseaba esperar a leer la carpeta sobre los datos del menor en un lugar apartado, donde nadie pudiera ver su reacción cuando comprobara su sospecha, al final no pudo soportar más y preguntó en un tono duro y demandante.

—¿Cómo se llama tu ex?

Misaki levantó su mirada sorprendido por esa repentina pregunta, aunque desearía no haberlo hecho. Tan pronto sus ojos se cruzaron con los del mayor pudo ver un instinto asesino, rabia que se desbordaba y parecía que lo apuñalaría en cualquier momento. El menor tragó sintiendo miedo al ver esa terrible expresión. Estaba muy consciente de lo vulnerable que era, en ese cuarto de hotel sin nadie conocido y ningún testigo, era posible sufrir cualquier daño y nadie se enteraría, se convertiría en una estadística más, un dato sin importancia.

—Él... en realidad no quiero decirlo.

—¿Por qué?

La temperatura del cuarto descendió varios grados, aquellos ojos penetrantes lo dejaron inmóvil y tembloroso, quería escapar pero no sabía a donde.

—Él es famoso... si se extiende el conocimiento de que... conmigo... —cada vez temblaba más y su cerebro parecía incapaz de pronunciar una frase completa, su voz comenzó a quebrarse del físico terror.

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