CAMINOS CRUZADOS

CAPITULO LXVII - ¿Que hacemos con Haruhiko?

Akihiko estaba dando vueltas en el departamento luego de que Takaba no respondiera a sus llamadas... de nuevo. Sus celos eran lava hirviendo dentro de un volcán que estaba a punto de estallar. Últimamente se sentía inseguro con su amante, pensaba que siempre que no estaba a su lado se dedicaba a coquetear y buscar otros hombres.

Su parte racional le decía que estaba equivocado, realmente el rubio no dio nunca muestras de mirar a nadie más que a él. De hecho, permanecía a su lado aunque a veces discutían fuertemente. Sin embargo, sus inseguridades se disparaban cuando no lo tenía cerca. Estaba aterrado de perderlo y al mismo tiempo era incapaz de controlarse.

¿Qué estaba haciendo?

Siempre estuvo seguro que Misaki nunca podría estar con otro hombre que no fuera él, al descubrir que no solo tenía otro amante sino que iba a casarse, su mundo se tambaleó. Comenzó a comprender que él era un simple hombre al fin y al cabo. Con esto mente, se puso a considerar que si Takaba engañó una vez a su amante ¿Por qué no haría lo mismo con él? Ya no se sentía el gran Akihiko quien podía tener lo que quisiera, ahora temía encontrar cualquier tipo de competencia.

Justo esa noche, después de llamar cientos de veces a su amante sin respuesta, volvió a recordar esa primera noche juntos en el privado de aquel bar. Él mismo no le contestó a Misaki cuando llamó porque estaba ocupando engañándolo, si bien nunca supo que era él, lo cierto del caso es que no le importó... ¿eso es lo que está haciendo Takaba en ese momento?

Se encendió un cigarrillo desesperado por encontrar un poco de calma. No sabía cómo hacer para que su cerebro y corazón se comunicaran de nuevo para volver a ser una persona racional. ¿Cómo es posible que siga sintiendo dolor por Misaki y vivir aterrado por perder a Takaba? ¿A quién amaba?

Con el castaño fueron tantos años juntos, donde compartieron infinidad de cosas buenas y malas. El ojiverde nunca dejó de luchar a su lado... por otra parte, Takaba era energía pura, alguien que estaba dispuesto a darlo todo por permanecer a su lado. En la cama los dos encajaban a la perfección, ese rubio siempre se entregó por completo sin luchas ni reservas. Los dos eran tan diferentes y sin embargo parecidos en muchas cosas.

Ambos eran alegres, dulces, amables y con muy mal carácter cuando algo no les gustaba. Pero lo que más amaba de Takaba era lo libre que era a la hora de hacer el amor, como lo apoyaba y comprendía, empujándolo a hacer su trabajo con una suave voz sin presionarlo ni hacerlo sentir que era una obligación. También le seguía todos y cada uno de sus antojos sin discutir ni chistar, tanto en la vida cotidiana como en la sexual, de hecho dejaba en claro que disfrutaba con sus juegos.

Tampoco peleaba por sus colecciones de juguetes aunque con sus ojitos lastimeros lo convenció a esforzarse por no ser tan desordenado. Ahora cuando iba a tirar algo al suelo se lo pensaba mejor y aunque tardara más iba a ponerlo en su lugar. Su amante lo cambió en muchas maneras que Misaki no pudo. No podía olvidar que durante su relación con el castaño, realmente vivía lastimado por su continuo rechazo, por verse obligado a luchar por cada momento de intimidad a lo cual debía sumarle su profundo malestar por la renuencia de Mizaki de hablar con su hermano.

Desde el regreso de Italia, pasó por muchas etapas. Incredulidad, ira, frustración, tristeza y ahora estaba en la aceptación. Fueron semanas de estar pensando constantemente si debió luchar por él y dejar a Takaba, pero en los últimos días obtuvo su respuesta: amó con intensidad a Misaki, pero los errores de ambos llevó a que ese amor tan sublime terminara muriendo lentamente. Ahora lo que sentía era un gran pesar por lo que fue y nunca más será.

Sin embargo, cada que estaba al lado de su amante actual todo su pasado se borraba. El rubio llenaba todo con su sonrisa y aquellas películas de terror que al final terminaron gustándole. Estaba seguro de que eligió a la persona correcta pero ahora estaba destruyendo todo.