CAPITULO L - Probando un sofá

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Algunas semanas pasaron y la guerra entre Asami y la familia Usami se hizo cada vez más intensa. Misaki por su parte continuó con su vida como si no supiera nada de esto y se esforzaba por no preguntarle nada a su amante. Apreciaba a algunos miembros de esa familia, pero no iba a pelearse por su causa, además, seguramente eran capaces de defenderse con todo su dinero, influencias y poder.

Era una bella tarde de otoño. Los cerezos perdían sus hojas lentamente formando magnificas alfombras en varias calles de la ciudad.

Misaki se acomodó su abrigo cuando un viento frío se filtró haciéndolo temblar. Algunas hojas salieron volando enredándose en su cabello que bailaba en el aire. Pensó por momento entrar al almacén para esperar a Hisa, con quien quedó de encontrarse, pero antes de dar un paso un enorme grito se escuchó desde lejos.

—¡Misaki-kun! —una pequeña figura agitaba su mano llamando su atención.

¿Por qué siempre hace eso?

Misaki sonrió pacientemente esperando a que se acercara. Algunos transeúntes que pasaban a su lado observaban este cuadro negando con la cabeza, aunque esto incomodó un poco al castaño, decidió no prestar atención pues su amiga era así; extrovertida, alegre y leal. ¡La adoraba!

—Hace frío, ¿entramos? —le dijo a una muy agitada Hisa quien de inmediato sonrió.

—Sí, luego nos vamos por una sopa caliente ¿te parece?

—¡Suena perfecto!

Entraron a la enorme tienda directamente hacia el área de muebles. Misaki por un momento dudó en pedirle ayuda a su amiga por temor a que pensara que se estaba aprovechando de ella, pues su familia le daría unos descuentos increíbles, pero Hisa era demasiado intuitiva y adivinó sus intenciones, al final se enojó tanto con él que no tuvo más remedio que prometerle no comprar nada si no era con su ayuda.

Ese día Misaki deseaba comprar un comedor para su muy vacío departamento. Ya le habían dado su sueldo y luego de pagar la cuota de su departamento le alcanzaba para eso y algunos implementos de cocina. ¡Estaba harto de cocinar con las uñas! Además quería hornear unas galletas para llevarles a los muchachos junto con el té.

Caminaron por todo el lugar viendo mesas de todo tipo, algunas parecían un platillo volador y le preocupaba que en cualquier momento saliera un hombrecillo diciendo "vengo en paz" eligieron una mesa de madera clásica y muy sólida con unas preciosas sillas a juego. Gracias al precio que le dieron, le sobró para comprar la mayoría de los utensilios necesarios para elaborar sus alimentos favoritos.

En uno de sus recorridos vieron un enorme sofá donde podría dormirse cómodamente si así lo deseaba. Era negro con cojines negros, blancos y rojos. ¡Le encantaba! Cuando fue a mirar el precio parpadeó entre confundido y asustado.

—¿Tiene oro por dentro? —preguntó alejando su mano como si le quemara. ¡no se atrevía ni a tocarlo por temor a que se lo cobraran!

—Jajajaja Misaki-kun, es de diseñador. Parece tienes gustos caros —Hisa lo observaba apreciativamente dando su aprobación.

—¡Es demasiado!

—¿Vas a comprar un sofá también?

—Ahora no —Misaki movió sus manos para negar fervientemente— en mi próximo pago veo si me alcanza... para comprar muchísimo más económico.

—¡Siéntate para que veas si es cómodo!
—No tengo dinero para comprarlo —no se atrevía ni a mirarlo por temor a ensuciarlo.

—¡Eso no importa!

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora