CAPITULO XXI - Me Haces Daño

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Takaba terminó rápidamente de preparar su parte de la comida para la feria y sin perder el tiempo corrió al baño para darse una ducha y vestirse. No quería que se le hiciera tarde y que el escritor se fuera pensando que se había arrepentido de verlo. Se puso unos pantalones ajustados que no estuvieran muy desgastados, una camiseta negra sin mangas y sobre ésta una chaqueta café oscura. Mientras se ponía los tenis se lavaba los dientes al mismo tiempo para terminar lo más pronto posible. Después de peinarse y ponerse algo de colonia, salió corriendo hacia el hotel.

Tomó un taxi porque no tenía los nervios suficientes para estar rodeado de más personas. Estaba extremadamente nervioso ante la posibilidad de que el escritor no se presentara y a la vez ansioso por verlo de nuevo.

Viendo pasar la ciudad a través de su ventana, no pudo evitar pensar si alguna vez Akihiko lo vería a él de la forma en que miraba a Misaki. Había en sus ojos una especie de ternura y amor incondicional que lo hacía sentirse envidioso. A veces se preguntaba si buscaba al mayor sólo por su deseo de sentirse amado, ya que si estuviera enamorado del escritor no pensaría tanto en Asami, ¿verdad? Lo único que claro es que cada vez estaba más confundido. Ya no podía decir con seguridad si estaba enamorado de su amante o simplemente extrañaba a alguien que nunca estuvo realmente a su lado.

Muchas veces en su pasado se sintió abandonado por Asami, aunque sabía que era por trabajo que hacía esos viajes tan largos, su corazón se sentía cada vez más triste debido a la soledad a la que se vio forzado.

¿Se estaría refugiando en Akihiko? No era del todo cierto, en verdad esos ojos violetas lo fascinaban cada vez que los veía. Su atracción hacia el escritor era real y a eso se le sumaba que su mente le decía una y otra vez que sería feliz si fuese su pareja en lugar del Yakuza que lo sumergió en un peligroso mundo.

Cada vez más impaciente golpeaba sus dedos sobre sus rodillas con deseos que pedirle al conductor que aumentara la velocidad. Al final llegó 10 minutos antes de la hora acordada, entró al lobee del hotel observando por todas partes por si lo veía, al no encontrar nada, subió al ascensor rumbo a su habitación donde lo esperaría. Pediría un poco de vino y algo de comer porque seguramente les daría hambre en cualquier momento.

El vendrá, seguro que vendrá.

Pensaba una y otra vez mirando constantemente su celular por si recibía alguna llamada o mensaje.



Akihito estaba cada vez más enloquecido. Al final no pudo seguir trabajando y casi asesina de un grito a Aikawa cuando llamó como siempre para presionarlo. Sus nervios no le daban un segundo de paz mientras miraba segundo a segundo como avanzaba el reloj.

Más de una vez estuvo tentado a enviarle un mensaje al rubio para decirle que no iría, pero estaba seguro de que si el otro respondía saldría corriendo a su encuentro. Él tomó la decisión de quedarse con Misaki y no volver a ver a Takaba y si quería permanecer cuerdo era mejor que lo cumpliera. ¡Pero era condenadamente difícil!

Takaba estaba siempre envuelto por un aire de seducción que lo hacía irresistible. En ese momento, estaba seguro que ya no podría escapar de su telaraña, sin embargo allí estaba, luchando por permanecer al lado de su pareja sin estar seguro si eso era lo que realmente deseaba.

En un momento de enojo arrojó la mayoría de libros de su biblioteca al suelo. ¿Por qué debía permanecer al lado de Misaki y renunciar a lo que podría haber entre Takaba y él? Su frustración lo llevó a pensar que en verdad su relación no valía el sacrificio. No estaba pensando racionalmente y mucho menos con el corazón, era su entrepierna la que dirigía todo y lo hizo perder la cordura.

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora