CAPITULO XXXVI- Un demonio buscando a su ángel

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La semana pasó y por más que Asami intentaba acercarse a Misaki, este lo rechazaba a veces sutilmente otras de forma directa y sin reparos. Más de una vez le preguntó que sucedía, pero el menor fingía no entender a qué se refería y decía estar demasiado ocupado para tratar ese tipo de temas. El hielo de sus ojos nunca se derritió.

Esa mañana estaba en su escritorio intentando entender la situación actual. Al principio pensó que su actitud era por enterarse de que su ex ya vivía con alguien más, pero luego comprendió que si ese fuera el caso, no tendría por qué ser tan distante con él. Algo tuvo que hacer para hacerlo enfadar, simplemente le era imposible recordar que fue.

El dueño de sus pensamientos entró detrás de Kirishima. Era algo que hacían todas las mañanas, Misaki llevaba varios documentos que debían ser revisados y firmados si no era necesario hacer alguna corrección, mientras tanto, su asistente le recordaba la agenda del día y que cosas se precisaban realizar con urgencia.

Misaki pasaba distraído un documento tras otro, esperando a que Asami lo firmara. Notaba su cabeza embotada y un escalofrío avisándole que la fiebre regresaba a visitarlo. Lejanamente escuchaba a Kirishima sin prestarle atención, hasta que algo llamó completamente su atención y lo puso alerta.

—El avión estará listo en un par de horas para partir hacia china. ¿Cuándo regresará?

¿China? Seguramente va a viajar con su novio.

Pasaré todo el fin de semana allá. Regresaré el lunes por la mañana.

Así que va a un fin de semana romántico. Genial

—Entonces dejaré sus citas para ese día como estaban programadas, tengo que ver como reacomodar las que tenía para esta tarde.

—Hazlo, o atiéndelos tú mismo si crees que es posible.

—Sí, señor. ¿Feilong viaja con usted?

—Sí, el llegará al aeropuerto...

—Disculpe señor, nos informan que el señor Feilong espera permiso para subir —. El intercomunicador se escuchó de repente interrumpiendo lo que se estaba diciendo.

Asami y Kirishima se miraron de repente, luego a Misaki.

—Misaki, ve a tu oficina, yo me encargo del resto —Kirishima fue rápido para sacarlo del lugar.

El menor asintió agradecido. No deseaba ver a ese hombre por ningún motivo, no necesitaba ver otra muestra de amor entre esos dos. Además estaba mareado y debía tomar más medicina para la fiebre, no sabía porque su enfermedad era tan persistente y solo esperaba el fin de semana para acostarse y poder recuperarse completamente.

—Déjenlo subir —ese fue Asami dando permiso.

Por supuesto que podía subir, su novio es el dueño después de todo. ¿Por qué preguntar?

Misaki comenzó a salir despacio de aquella enorme oficina... si solo no tuviera que caminar tanto para llegar a la puerta. Su vista clavada en la puerta que parecía alejarse con cada paso que daba. Se vio forzado a detenerse cuando un repentino mareo le llegó haciéndolo perder el equilibrio. Si, definitivamente el estrés y la posibilidad de ver a esos dos juntos lo enfermaban.

—¿Misaki? —Asami se levantó para sujetarlo pero el menor lo empujó tan pronto lo tuvo cerca.

—Estoy bien...

Asami lo miró molesto tanto por la presión de sacarlo de su oficina como por ser apartado de nuevo. Estaba a punto de recriminarle por rechazar su ayuda, cuando fue interrumpido por la puerta que se abría.

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora