CAPITULO LXXII - Enemigo oculto.

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—¡Eres un infeliz bastardo!

—Eso no fue lo que dijiste la pasada noche.

—¡Estaba ebrio! —Misaki sollozaba acostado boca abajo en la cama mientras que Asami preparaba la bañera.

—A mí me parecías muy sobrio.

—¡Mentiroso! ¡Por tu culpa me duele horrible el...—culo. El menor era demasiado educado para decirle en voz alta—. Cuerpo.

—En realidad... —Asami salió del cuarto de baño secándose las manos. No llevaba nada puesto por lo que el castaño pudo ver todas las mordidas y arañazos con los que lo marcó la pasada noche.

¡En verdad estuvo descontrolado!... por otra parte, en verdad le gustaba ver las huellas de su amor sobre su amante.

—¿Qué?

—Creo que tu dolor de... "cuerpo" —dijo la última palabra haciendo comillas con los dedos—.es debido a que te empalaste de una vez y con total violencia desde el principio.

—¡No es necesario que digas eso! —Misaki estaba rojo como un tomate.

—También pudo ser cuando me montaste como si fueras un vaquero e intentaras romper el record de quien estuvo más tiempo sobre un violento toro o potro salvaje —Asami decía esas cosas vergonzosas mientras se acariciaba el mentón pensando.

—¡CALLATE!

—Quizás fue causa que me exigieras cada vez más y me amenazaras con no darme sexo por un mes si no obedecía.

—No importa que dijera, ¡debiste ser más responsable y no hacerme caso!

—Eso es imposible, debo complacer a mi pareja sin importar los sacrificios.

¡Sacrificio mi culo!... literalmente.

El menor resopló al ver el aire noble y desinteresado que desprendía su amante, como si en verdad estuviera convencido de que hizo su obra buena del año.

Misaki estaba mortificado por lo dicho, además que cada palabra fue acompañada de unos muy vividos y explícitos recuerdos. Incapaz de seguir dándole replica a su amante, enterró su rostro en la almohada para morir asfixiado.

Los enormes brazos de Asami levantaron al menor para llevarlo a la ducha, de inmediato todo lo dejado la otra noche comenzó a gotear haciendo que el malestar del menor fuera peor. Tuvo una especie de deja vu. Esta escena era demasiado similar a la que sucedió cuando estuvieron por primera vez juntos.

Como aquella vez, fue llevado y depositado en el inodoro para que hiciera sus cosas, pero esta vez no intentó quedarse hasta que terminara lo cual fue un alivio, era una parte de ese día que no deseaba repetir. No importaba cuánto ha aumentado su intimidad con aquel hombre, hay ciertos límites que no deseaba traspasar.

Luego de hacer sus necesidades biológicas, fue llevado y metido en la bañera como si fuera de porcelana. Se bañaron juntos en medio de palabras tiernas mientras el mayor le masajeaba constantemente su espalda baja, dándole algo de alivio a su maltratado cuerpo.

No se apresuraron para volver a su rutina diaria. De hecho, los dos programaron ese día para estar libres y poder estar juntos, Asami presintió que tal vez su ojiverde terminaría muy cansado y no podría trabajar al día siguiente ¡era adivino!

El pobre castaño no tenía fuerzas para moverse a ningún lado y el dolor... si, le dolía más que la primera vez y tristemente era consciente de que todo fue su culpa.

¡No volveré a beber en toda mi vida!

La mañana la pasaron en el hotel donde desayunaron y almorzaron como reyes. No volvieron a hacer el amor pero si se la pasaron dándose muchos besos y arrumacos. Eran dos enamorados que disfrutaban su tiempo juntos. Al final, Misaki dejó de quejarse tanto y se dedicó a disfrutar de ese maravilloso tiempo juntos.

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