CAPITULO LXXXII - Caminos Despejados

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Takaba se encontraba con la mirada perdida en la ciudad mientras permanecía de pie frente a la ventana. Absorto en sus pensamientos, llegó a preguntarse si había alguien tan triste y desolado como él en ese momento. Desde el encuentro de Asami con Akihiko, no tuvo un solo momento de paz y su corazón se marchitaba con cada segundo que pasaba.

Todo había terminado.

Ese futuro feliz que imaginó para él, la compañía del escritor hasta su vejez, el despertar cada mañana con el hombre que no imaginó llegar a amar con tanta intensidad desapareció para siempre. Todos esos sueños cayeron rotos en el suelo por el cual el yakuza caminó para no dejarle ni la más mínima esperanza.

No le importó destrozarlo por dentro, como si quisiera hacerlo pagar por su traición, o simplemente estaba tan enfadado que no midió las consecuencias de sus actos. Sin importar lo que fuera, la realidad es que en este momento tenía la plena certeza de que no existía un futuro para ellos.

Una gota de agua se derramó por su mejilla, pero fue barrida rápidamente sin ningún cambio en su semblante muerto. Fueron tantas las lágrimas que derramó en las últimas dos noches que ya el movimiento era mecánico.

No iba a negar que se encontraba destrozado y cada segundo que pasaba en aquel lugar se le hizo eterno y a la vez... demasiado corto, porque una vez que despertara él se iría de su vida para que luchara por su felicidad. No más pajaritos en el aire ni mentirse a sí mismo para creer que era amado.

Ya no más ilusiones para mí.

Un leve movimiento hizo que sus sentidos se enfocaran de nuevo. Un poco alarmado se acercó para asegurarse que se encontraba bien. Tocó suavemente el rostro maltratado e inflamado de Akihiko para comprobar su temperatura, suspirando tranquilo al darse cuenta de que no tenía fiebre... ¿tal vez le dolía?

Estuvo a punto de llamar a un doctor pero se quedó allí, de pie al lado de la cama observando al hombre que era dueño de todo su corazón, pero que en realidad amaba a Misaki. ¿Podía reclamar? En absoluto. Fue él quien se metió en la pareja y ahora estaba pagando con su corazón roto el mal causado.

Esa fatídica noche, cuando vio a Asami apuntándole a Akihiko, sintió que iba a morirse allí mismo. Su único deseo era proteger al hombre que amaba y por eso se puso en medio, aun conociendo el fuerte carácter del yakuza y que muy probablemente ambos terminarían tendidos en el suelo con unas cuantas balas en su cabeza. Pero su ex no accionó su arma para matar a su amante, simplemente buscó asustarlo con un par de balas en una pierna y brazo. Eran heridas simples que se curarían pronto, dejando en claro que Asami le perdonó la vida pero igual sería castigado.

Takaba no recibió una bala física, pero si le disparó directo al corazón cuando le dijo que Akihiko se besó con Misaki ¿Acaso volvieron a estar juntos? En ese momento deseaba con toda su alma encontrar una explicación para justificar al escritor, pero mientras estuvo esperando a que despertara durante estas dos noches, únicamente pudo llegar a una sola conclusión: Akihiko ama a Misaki y estaba dispuesto a apostar su vida para recuperarlo.

¿En qué parte quedaba él? Muy lejos de ellos dos, desde luego.

En un principio pensó en irse de una buena vez para dejar de sufrir, ver ese rostro amoratado le rompía el corazón al mismo tiempo que le recordaba que ya no estarían juntos. Pero fue incapaz de marchare y decidió quedarse, primero porque era incapaz de abandonarlo justo ahora que lo necesitaba y segundo, deseaba disfrutar los últimos momentos a su lado.

Cada que pudo se aprovechó de su coma para besarle los labios, acariciarle el rosto o peinarle el cabello con ternura como si todavía fueran una pareja amorosa. ¿Quién dijo que no se podía ser feliz con una ilusión vacía?

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora