Capítulo 6

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—¡Venus!

—Tan solo necesitaba hacer una llamada —dijo esta a su mejor amiga a modo de explicación por haberse ido sin decir nada de la clase—. Y tú, ¿qué?, ¿no piensas darme un abrazo? —le preguntó fingiendo estar dolida al chico que estaba sentado justo a su lado.

El chico se levantó y la abrazó con todas sus fuerzas. No era mucho más alto que ella y su cuerpo era delgado, poco musculado.

Ella se separó un poco y le cogió la cara con sus manos. Tenía los ojos marrones y el pelo negro.

Ambos sonrieron.

—¿Qué tal tu verano?

—Largo —respondió Mateo.

—Eres el único que siempre me responde eso —reconoció ella entre risas tomando sitio a su lado.

Después posó su mirada en la chica de antes.

—Paula, ¿verdad? —preguntó con una falsa sonrisa.

—Sí —respondió esta devolviéndole la sonrisa.

—Bueno, Lisi, ¿cuándo es la fiesta?

—Ya hicimos una fiesta —se apresuró a responder la nueva colocándose su larga coleta por delante del hombro y sin perder su sonrisa.

—Ya, yo no hablo de una fiesta, hablo de la fiesta —respondió aburrida remarcando el "la".

—Pues te estábamos esperando —respondió Elisabeth—. Este fin de semana mis padres no están así que ya sabes —añadió guiñándole el ojo.

—Perfecto —contestó ella inmersa en sus pensamientos.

—Ya hicimos una fiesta —se burló Mateo imitando la voz de Paula en el oído de Venus.

Esta comenzó a reírse. En verdad a ambos les importaba poco que los escuchasen.

—No me gusta —le comentó él.

—Lo imaginaba y por eso te quiero —respondió ella besando su mejilla.

—Ya os basta —advirtió Damián en su susurró.

Su voz era floja, pero autoritaria. Como la un padre que advierte a sus hijos que dejen de hacer maldades. Que no habrá un próximo aviso.

—Oh, por dios, qué ordinarios —comentó Paula señalando a Sergio, Anisa y Alejo, quienes estaban en medio de una guerra de comida.

—En fin, hay gente que no sabe lo que es la clase... Eso demuestra que el dinero no puede salvarte de ti mismo —se burló Elisabeth causando las carcajadas del resto.

Bueno, no de todos. Venus no se rió.

—Bueno, al menos ellos se divierten.

Las palabras de Venus provocaron el silencio.

—No te pega nada esa faceta de buena samaritana —le recriminó Damián.

Cualquiera que lo conociese bien podía notar en su voz cierto leve toque de celos. Era sutil, pero ahí estaba.

—Oh, no me malinterpretes, no es bondad, es aburrimiento. Al menos ellos lo pasan bien—. De pronto se levantó—. Voy a invitarles a la fiesta.

Damián se apresuró a agarrarle.

—No lo vas a hacer —advirtió—. Ninguno de los aquí presentes los queremos en la fiesta.

—Ya, pero no es vuestra fiesta. La única opinión que importa es la de Lisi —respondió esta mirando a su amiga.

Elisabeth quiso matarla. Le estaba poniendo en una situación imposible. Además, ella tampoco quería invitarlos, pero Venus y ella siempre se respaldaban en todo. Siempre había sido así.

—Bien —respondió esta a regañadientes.

—Lo ves —dijo Venus con una triunfante sonrisa, mientras tiraba de su brazo para soltarse del agarre de Damián y caminaba hacia los nuevos.

—Fiesta este fin de semana en casa de Lisi —les anunció sin perder la sonrisa—. Espero veros ahí —añadió guiñandole un ojo a Alejo.

Alejo fue a responder, pero la campana sonó provocando un gran ajetreo de personas entre el que perdió a la chica.

—¿Qué decías? —preguntó Alejo a su amiga en referencia a lo de que las chicas como Venus no se fijaban en tíos como él.

—No te emociones tanto, tronco, que te ha invitado a una fiesta, no es que te haya pedido una cita —se burló.

—Bueno, es la primera fiesta a la que nos han invitado —intervino Sergio.

—Eso es cierto —aceptó ella mientras caminaban hacia la clase.

—¿Qué os ha dicho la reina del hielo? 

La voz de Lucía los sobresaltó.

—Ey, ¿y tú de dónde sales? —preguntó Sergio.

—Una chica debe tener sus propios secretos —bromeó.

—¿Te has enterado de lo de la fiesta?

—¿Qué fiesta?

—La pija acaba de invitarnos a una fiesta en la casa de la barbie —respondió Anisa.

—¿Os han invitado a la fiesta de la piscina? —preguntó asombrada.

—¿De la piscina?, ¿en octubre? No creo.

—Es una tradición. Mis hermanos y sus amigos organizan todos los años en otoño una fiesta de inauguración de curso en la piscina de Elisabeth.

—Un momento, ¿la pija es tu hermana?

La voz de Anisa estaba llena de curiosidad y, esa vez, Alejo se giró. La conversación comenzaba a interesarle.

—Hermanastra, pero sí —respondió sin darle mucha importancia.

—¡Qué fuerte! ¿Pero qué clase de familia tienes tú? —preguntó la rubia entre risas.

—Muy graciosa. Vamos a clase.

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