Capítulo 25

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—¡Espera! —chilló Anisa corriendo detrás de Adhara.

Esta no le hizo caso y continuó en su carrera atravesando toda la fiesta para poder irse de ella.

Lo que había visto había sido demasiado. Tanto odio, tantas mentiras, manipulación, falsedad...

Esa era la razón por la que ella no iba a estas fiestas, por la que no se relacionaba con la gente de ese elitista instituto. Todos tenían una opinión acerca de ti que para ellos era la acertada y que hicieses lo que hicieses no cambiaría.

Eran incapaces de ver a ver personas tal cuál eran. No había grises. No eran capaces de divisarlos.

Cada uno miraba por sí mismo y hacían lo que más les convenía para sobrevivir sin importar a quién se llevasen por delante.

Prosiguió en su huida. Imaginaba lo mal que tenía que haberse sentido Venus en ese instante. Tan sola, tan vulnerable.

—¡Adhara, espera! —repitió Nisa.

Esa vez sí que la alcanzó.

—No te vayas —pidió.

—He visto suficiente —respondió esta bastante seca.

—¿En serio?, ¿por la pija esa? Pero, ¿qué tiene que a todos os vuelve locos? —preguntó.

No estaba molesta sino curiosa.

—Que es mil veces mejor de lo que llegaréis a ser cualquiera de vosotros.

Las palabras habían salido de ella sin su consentimiento. No había sido consciente de que se habían escapado. Había reconocido que la conocía. Que la conocía muy bien. Ya era tarde para echarse atrás. Además, llegado a ese punto, ¿qué importaba?

Anisa giró la cabeza tratando de comprender lo que acababa de escuchar.

—¿Sientes algo por ella? —preguntó tratando de encajar todas las piezas.

—¿Qué? ¡No! ¿Qué dices? —preguntó a la defensiva.

—No pasa nada si lo sientes.

Anisa trataba de conectar con Adhara, pero esta estaba fría y arisca. No quería tener esa conversación.

Adhara fingió una risa.

—Qué pasa, que has dicho chica rebelde y poco femenina, lesbiana seguro, ¿no? —preguntó de forma algo agresiva.

—No, me he dicho chica preciosa, fuerte e inteligente. Necesito saber si está con alguien o tengo una oportunidad, porque si es así no pienso ser tan tonta de dejarla escapar.

Adhara tragó saliva. Su confesión le había pillado por sorpresa.

—Y por cierto, tu disfraz de Simone de Beavoir me parece brutal —comentó como si nada.

Como si no acabase de confersarle que le gustaba.

Adhara se sentía confundida y aterrada a la vez.

—Es una de mis novelistas preferidas —respondió Adhara casi sin voz.

No quería hacer frente a la confesión que Nisa acababa de hacerle, no estaba preparada.

—Entonces, ¿vuelves con el resto? —le preguntó tendiéndole la mano de forma amistosa.

Adhara lo dudó por un rato.

—Creo que no. Este no es mi sitio.

—Pero puede serlo —respondió Nisa con una espléndida sonrisa.

—No soy esa clase de chica.

—¿Qué clase de chica?

—De las que sonríe finge que todo está bien. No lo está. Lo que ha pasado con Venus ha sido horrible y no voy a quedarme callada escuchando como el resto habláis de ella sin tener ni idea de cómo es.

—No quiero que lo hagas y tampoco esperaría otra cosa de ti —Sonrió de nuevo—. Si tú dices que no ha sido, yo te creo. Total no conozco a ninguna de las dos pijas como para tomar partido —añadió algo burlona.

Esa frase sacó una media sonrisa de Adhara y la convenció para coger la mano de Anisa.

—Está bien, me quedaré un rato más.

Su mano temblaba y evidenciaba su nerviosismo. Aunque fingiese que lo de antes no había pasado, no lograba olvidar las palabras que Nisa le había dedicado.

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