Capítulo 62

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Venus esperó a que Paula saliese del baño y después hizo lo mismo. Sin embargo, nada más abrir la puerta apareció Alejo, la agarró del brazo y la volvió a meter dentro.

Venus resopló. Se iba a pegar todo el día en ese diminuto espacio. Quizá no había sido el mejor lugar para esconderse.

—Tenemos que hablar.

Venus escuchó aquellas palabras tan clichés. Era lo típico que alguien te decía cuando quería romper contigo, aunque ese no podía ser el caso. Alejo y ella no tenían ninguna relación.

—No hay nada de lo que hablar —Sonrió—. Todo bien, de verdad. Además, tú no puedes estar aquí. Si te pillan estás jodido —advirtió.

Alejo cerró la puerta del baño.

—¿Y si todo está tan bien por qué llevas ignorándome desde que nos besamos?

—Desde que me besaste —matizó ella.

—Nos besamos —repitió él sin dejarse achantar.

Podía ser que él hubiese sido quién se había lanzado, pero lo había hecho porque ella le había invitado a hacerlo. Además, estaba seguro de que ella le había correspondido al beso.

—Tú fuiste quien me beso —corrigió ella tratando de sonar convincente.

Alejo cogió aire. No quería entrar en esa discusión.

—Muy bien, si te sientes mejor pensando que fue solo cosa mía, yo te bese —dijo sin darle importancia—. Pero si tan poco significó mi beso para ti, no entiendo que te estés escondiendo de mí.

—No me escondo de ti —respondió seca.

Venus trataba de mantener la situación a ralla. Intentaba con todas sus fuerzas mostrarse fría y altanera para empujar al chico fuera de su vida, porque sabía que si lo dejaba seguir entrando todo acabaría mal.

—La verdad es que no te entiendo. No sé si hay dos Venus o si simplemente juegas conmigo y con el resto —comentó él algo decepcionado.

La había llamado Venus. Jamás había hecho eso. Se veía que la situación no le estaba gustando nada, pero ella debía seguir así. Necesitaba alejarle. O eso pensaba.

—Quizá es que no me conozcas. Que quisiste acercarte a mí sin tener ni idea de quién era yo.

—Quizá —aceptó él—. Puede ser que viese en ti algo que ni siquiera tú misma eres capaz de ver.

Venus se quedó en silencio.

—¿El qué? —preguntó con tan solo un hilo de voz.

Alejo desvió la mirada al suelo. Se sentía frustrado y dolido. 

—Que eres más de lo que muestras. 

Venus tragó saliva. Eso era algo que días atrás ella misma le había dicho a Adhara, que todos eran más de los que mostraban a los demás.

—Que dentro de ti hay dolor y conflicto, hay oscuridad, pero también una luz poderosa, una fuerza descomunal y una pasión arrebatadora —continuó, pero esta vez mirándole a los ojos—. Pero supongo que contigo he perdido y me toca darme por vencido.

—No lo hagas —pidió ella.

—¿Qué? —preguntó él confuso.

—Sé que no soy la persona más fácil del mundo. Soy complicada, lo acepto. Pero no te rindas conmigo, por favor —suplicó casi sin darse cuenta.

Esa frase descolocó a Alejo. Por fin estaba viendo a la verdadera Venus. Una Venus que acababa de abrirse en canal por él. Que mostraba sin miedo su interior, sus inseguridades, su dolor...

Sonrió de forma dulce.

—Si no quieres que lo haga no lo haré —aceptó.

—No lo hagas —dijo desviando la mirada —, aunque a veces lo fastidie todo o te ponga las cosas realmente difícil, no lo hagas —repitió.

Venus no entendía por qué estaba haciendo eso. Por qué había sentido ese vacío tan desgarrador cuando Alejo le había dicho que renunciaría a ella.

—No lo haré —sentenció él abrazándola con fuerza.

En ese preciso instante hubiese deseado besarla, pero sabía que no era lo adecuado.

—¿Por qué siempre eres así conmigo? —preguntó ella casi sin fuerzas.

—¿Así cómo?

—Así de generoso. Siempre estás y nunca pides nada a cambio —Hizo una pausa—. Ni siquiera parece que lo esperes.

—Porque así es el amor, ¿no? No damos para recibir —sonrió alejándose un poco de ella para mirarla a la cara—. Además, hay que jugársela por quienes nos importan. Si no ¿qué sentido tiene la vida?

Venus lo miró sin saber muy bien qué decir o qué sentir.

—Pero yo nunca...

—Tú siempre has sido sincera —dijo él acariciando su mejilla.

Alejo sabía que la chica estaba enamorada de otro, pero también sabía que ese chico había perdido su oportunidad y ahora era su turno de conquistarla. Y no parecía que fuese por mal camino.


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