Venus buscó con la mirada al resto, pero tan solo encontró a Alejo y a Carlos.
—¿Y Sergio? —preguntó Carlos tímidamente.
—Por ahí —respondió ella tratando de no darle demasiada importancia a que prácticamente había arrastrado al pobre chico hacia la arboleda en contra de su voluntad.
—¿Y se puede saber por qué te importa tanto que Sergio haya estado con una chica? —preguntó Alejo entre curioso y celoso.
En ese instante Carlos se dio cuenta de que se había vuelto invisible para esos dos y de que sobraba completamente. Comenzó a dar pasos hacia atrás de forma pausada, como si con eso pudiese desaparecer.
Venus sonrió divertida al escuchar a Alejo.
—¿Son celos eso que noto?
—¿Te gustaría? —provocó él.
La chica no estaba acostumbrada a relacionarse de esa manera. A que los chicos la tratasen así, pero creía que le gustaba. Era confuso, pero agradable. Le gustaba que él la descolocase. Que no reaccionase como lo hacía el resto.
Se rio.
—Me daría curiosidad el saber por qué te da celos —respondió sincera mordiéndose el labio inferior.
Él miró atentamente ese movimiento.
—¿Cómo lo logras?
—¿Qué? —preguntó ella sin entender a qué se refería.
—Cambiar todo sin esforzarte. Hacer que todos nos sintamos así.
Venus arqueó una ceja como pidiendo más información. No tenía muy claro si se trataba de un piropo o de una queja hacia su persona.
—Que da igual lo que piense o cómo me sienta —Sonrió—. Siempre tengo las cosas claras, pero entonces llegas tú y todo cambia. Me olvido de todo y me centro en que sonrías para sorprenderme a mí mismo al darme cuenta de que no recuerdo qué era lo que quería. Que me he rendido a tu sonrisa.
Venus torció el labio.
—Wow, así que esa es tu táctica —comentó divertida—. No está mal. Algo cursi en mi opinión, pero seguro que te da buenos resultados con las chicas.
Alejo comenzó a reírse. Le encantaba la espontaneidad de la chica. Su franqueza y su lengua afilada. Todo de ella le volvía loco.
—No tengo una táctica concreta.
—¿O sea que improvisas según la chica? —preguntó divertida—. En ese caso te reconozco el mérito —añadió riendo.
Él se quedó en silencio mostrando una amplia sonrisa.
—¿Qué? —preguntó ella con evidente nerviosismo cuando sintió que él se acercaba más y más a ella.
—Tan solo... —Comenzó a decir sin dejar de mirar los labios de la joven.
Venus no sabía por qué, pero esa cercanía, esa intensidad en la mirada de Alejo le provocaba una especie de extraño cosquilleo que le nublaba el juicio.
—No pareces de esos que se quedan con las ganas —provocó ella acercándose un poco más.
No tenía muy claro qué estaba haciendo o por qué actuaba así. Había algo interno que la empujaba a no pensar, a dejarse llevar y olvidarse de todo lo demás.
—Creía que estabas con alguien —comentó él acercándose más.
Sus labios ya se rozaban, sin embargo, ambos se esforzaban por mantener la poca distancia que los separaba.
—Ya no.
Esa respuesta fue más que suficiente para que Alejo rompiese la distancia y besase apasaionadamente a Venus. Esta correspondió el beso y entrelazó sus brazos alrededor de su cuello.
Fue un beso intenso, pero corto. Enseguida Venus volvió a la realidad y se despegó de él. ¿Qué estaba haciendo?
—Tengo que irme —anunció bastante nerviosa devolviendo al chico su abrigo.
—Espera —pidió él.
—No, no. Tengo que ir a por Lucía para que nos vayamos a casa. Ya es tarde —mintió sin esforzarse en sonar convincente.
Alejo no quería dejarla marchar, pero sabía que no podía retenerla en contra de su voluntad.
—¿Tienes cómo volver? —preguntó algo preocupado.
No era un barrio como para que dos chicas como ellas caminasen solas o esperasen a un taxi.
—Sí, sí. El chófer está aparcado ahí cerca —respondió alejandose en busca de Lucía.
Al principio no consiguió dar con ella, pero tras varios minutos, adentrándose entre los árboles del parque, le pareció ver una figura que se asemejaba a ella.
Avanzó rápido para decirle que ella se iba y para que decidiese si volvía con ella o se quedaba un poco más.
—Lucía, me voy a casa, ¿te vienes? —chilló desde cierta distancia.
No quería tener que ver nada que no pudiese sacarse de la mente en los días posteriores.
No hubo respuesta.
—¿Lucía?
—Ocupada —respondió una voz de hombre.
Venus dio unos pasos más hacia donde estaban ambos.
—¿Lucía? —insistió.
—Ya te he dicho que te pires —recriminó el chico.
Entonces Venus avanzó hasta encontrarse con ese joven, de unos veinti bastantes años y Lucía. Ella estaba bastante borracha. Tenía el pelo hecho un desastre y el maquillaje corrido.
—¿Tía, no ves que interrumpes?
Venus se giró furiosa.
—¿Y tú no ves que mi hermana casi no se tiene en pie? —chilló.
Era la primera vez que la llamaba así.
—Creo que ella es bastante mayorcita para decidir qué quiere y que no.
—Voy a ser muy clara, gilipollas. Tiene 17 años —espetó.
La cara del chico cambio de pronto. Podían encarcelarlo por eso.
—Eh, yo no sabía nada —balbuceó.
—¡Pero sí que sabías que no estaba lo suficientemente bien como para decidir por si sola sin arrepentirse mañana! —gritó con furia mientras se acercaba a él y golpeaba con su rodilla la zona sensible del chico.
Este cayó al suelo a causa del dolor.
—¡Vámonos! —ordenó cogiendo a Lucía del brazo y tirando de ella.
—Pero yo quiero quedarme un poquito más —dijo Lucía poniendo voz infantil.
—Tú no sabes lo que quieres —respondió seria mientras introducía a su hermanastra en el coche a la fuerza.
—¡Eres una estrecha, Venus! —chilló entre risas Lucía.
Claramente estaba muy alcoholizada.
—Conduce —pidió la chica de cabello castaño.
—Venus, el sexo es natural. Dilo —rio—. Me has dicho que conozca a gente y eso he hecho. Ya sabes, un clavo saca a otro clavo —añadió entre risas mientras gesticulaba con sus manos una penetración.
Venus desvió la mirada hacia la ventana. Iba a ser un trayecto divertido... Suspiró.
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Mírame
Teen Fiction¿Qué ocurre cuando lo que más deseas te lleva por un camino que no deberías recorrer? Venus sabe muy bien lo que es recorrer esa obscura senda en la que no puedes evitar perderte y arrastrar al resto en tu caída. Y es que, cuando algo reluce demasi...