Capítulo 46

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Los pasillos del colegio estaban prácticamente desiertos. Era lunes y la gente seguía aún medioadormilada del fin de semana. Había hora libre, por lo que la mayoría estaban en la cafetería o habían optado por irse a casa.

Paula caminaba triunfal por las instalaciones. Había sido un gran día. Mejor dicho, una gran semana. Y estaba segura de que aún nada había acabado, todo iba a mejorar para ella.

Al fin y al cabo ya había ganado. Ahora solo le quedaba saborear su triunfo.

Y, por suerte para ella, su victoria caminaba cabizbaja hacia ella.

—¿Un mal día? —preguntó burlona.

Venus no estaba de humor. Desde la discusión, por llamarla de algún modo, con Damián había sentido cómo le faltaba el aire. Como todo perdía sentido y solo quería desaparecer de allí.

Si algo le retenía en Madrid, era él. Ahora ya no tenía nada.

Tenía a su madre, a Mateo, a Adhara... pero Venus siempre había sido algo dramática, a decir verdad.

Suspiró y trató de pasar de largo. En otra ocasión hubiese estado encantada de poner a Paula en su sitio, pero en ese momento no tenía cuerpo para pelear.

Paula se rio buscando una reacción. Si la chica no respondía no tenía gracia su juego.

—¿Qué quieres? —preguntó Venus algo cansada.

—Todo —respondió la rubia con sinceridad.

Venus rodó los ojos aburrida.

—Pues adelante.

—Quiero tu vida —le reconoció y entonces Venus se rio.

—¿Mi vida? Puedes quedártela —sonrió—. Descubrirás que no es tan maravillosa como crees.

Sus palabras eran sinceras, pero Paula se lo tomó como una provocación. Cómo que creía que no era capaz de arrebatársela.

—La verdad es que ya la estoy probando y he de decir que me gusta mucho. Primero te quito a tu mejor amiga, luego a tu hermano —Hizo una pausa—. Mmmm, ¿qué será lo siguiente?

Eso hizo frenar en seco.

—¿Qué dices?

Paula volvió a reírse.

—Venga, Venus, no eres tan tonta. ¿En serio aún no has atado hilos? —preguntó burlona.

La mente de Venus comenzó a funcionar demasiado deprisa. Los pensamientos se iban sucediendo a toda velocidad. La fiesta, su salida con Alejo, el hotel... ¿había sido ella? ¡Claro! ¿Quién si no?

—¿¡Tú!? —chilló fuera de sí.

—Yo —afirmó orgullosa.

—Mantente lejos de él —advirtió Venus con un tono escalofriante.

—Al contrario, pienso estar lo más cerquita que pueda de él —respondió con voz seductora mientras se mordía el labio inferior.

Venus no lo aguantó más, los celos y la furia se apoderaron de ella y se lanzó a por Paula.

Esta comenzó a chillar cuándo Venus le agarró del pelo y comenzó a zarandearla hasta que alguien las separó.

—¡Suéltame! —ordenó Venus a Alejo, pero este la ignoró y continuó sosteniéndola.

—Estás acabada —anunció Paula—. Cuando sepan lo que ha ocurrido aquí después de lo de tu casa te van a echar. Está vez no te salva nadie —vociferó.

—¿Y qué ha pasado exactamente? —preguntó Alejo—. Porque yo lo que he visto es que tú te has lanzado a por ella y ella ha actuado en legítima defensa —mintió él para proteger a Venus.

Esta le miró confusa.

—¿Qué? ¡Eso es mentira! ¡Eso no es lo que ha pasado! —se quejó la rubia.

—Ya, pero es la palabra de dos personas contra la tuya —respondió burlón Alejo y Paula se fue de allí vociferando.

—Gracias —se limitó a decir Venus tratando de recomponerse y de calmarse—. No suelo actuar así. Estaba fuera de mí, no sé qué me ha pasado.

—Que has explotado —señaló él.

—Yo...

—No te justifiques. No es malo explotar —dijo él—. Solo que es mejor canalizar toda esa ira y focalizarla.

Venus se quedó en silencio. Siempre se guardaba todo el dolor y la rabia por miedo a sí misma. A qué pasaría si dejaba salir algo. Y la verdad, que aunque sabía que había estado mal lo ocurrido, se había sentido realmente bien.

—Venga, vamos.

Venus lo miró extrañada.

—No me digas que has olvidado que hoy tienes clase conmigo, Afrodita.

Esta ladeó la cabeza confusa. No tenía ni idea de lo que le estaba hablando. Las clases ya habían terminado y ella quería volver a su casa y descansar la mente un rato.

—Boxeo.

Venus negó con la cabeza.

—Ya te dijo que no —respondió al recordar esa conversación.

—Creo que con lo de hoy me has dado la razón con lo de que necesitas una vía de escape.

—Puede, pero no esa.

Él sonrió.

—¿Por qué no me das una oportunidad?

Venus le miró con una sonrisa.

—Al boxeo, me refiero —se apresuró a rectificar él.

—Puede que le de una oportunidad al boxeo —respondió ella con media sonrisa remarcando la palabra "boxeo"—. Quizá me sorprenda.

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