Capítulo 47

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—Ey, ¿cómo  estás?

La voz de Adhara la sacó de sus pensamientos. Venus se había pasado toda la noche pensando en lo ocurrido con Damián; en cómo Paula había destruido todo sin esforzarse demasiado; cómo él no le había confesado que había sido ella; cómo Alejo había vuelto a salvarla sin que ella se lo pidiese...

—Bien —respondió sin darle muchas vueltas.

Se apartó un poco y le hizo hueco a su amiga en el batículo.

—¿Sabes que ya no hace falta que nos reunamos aquí, no? —preguntó Venus burlona.

—Llámame nostálgica, pero me gustan las tradiciones —respondió ella sacando su lengua y guiñándole un ojo.

—¿Y esas viejas tradiciones tienen hueco para una más? —preguntó Anisa entrando sin esperar a la respuesta.

—Creo que hay que buscar otro sitio —respondió Venus.

—Oh, venga ya, cabemos perfectamente —se quejó Nisa.

Venus y Adhara negaron con la cabeza. Estaban como sardinas enlatadas.

—Bueno, ¿qué ha pasado con Paula?

—Nada, tuvimos un encontronazo —dijo Venus retándole importancia.

No podía contar todo. No podía desvelar lo suyo con Damián. Y menos en ese momento.

—Alejo dice que si no llega a aparecer le dejas sin un solo pelo —comentó Nisa entre risas.

—Total, para lo que tiene la rubia teñida esa —se burló Adhara.

—¡Eh! —se quejó Nisa —. Algunas teñidas lo llevamos con mucho orgullo y nos queda de puta madre —espetó.

Adhara y Venus se miraron.

—No es por teñida, es por... —No terminó la frase—. Pero, ¿qué pasó? —insistió Adhara encendiéndose un cigarrillo y ofreciéndole uno a Venus mientras abría la ventanita.

Anisa miró cómo Venus jugaba con el cigarrillo sin encenderlo. Sin duda, pensaba que la pija era bastante rara.

—Nada, me dijo que quería mi vida.

Anisa se rio.

—¡Qué lista la pija descerebrada!

Venus le miró confusa.

—¿Qué? Pero si no tenéis ni idea de nada de mi vida.

—A ver, niña bien, mimada y podrida de dinero —sentenció mostrando lo evidente.

—¡Eso es!

Venus se giró hacia Adhara algo ofendida. ¿Estaba apoyando a Anisa? Ella sí que la conocía y sabía de sus problemas. El dinero no lo era todo. Es verdad que siempre lo había tenido y por eso quizá no le daba tanta importancia, pero había cosas que el dinero no podía lograr. Entre ellas la felicidad o la libertad.

—No, no —Trató de explicar la chica—. Me refiero a que no sabe nada de tu vida y se ha fijado en lo mismo que Nisa. Lo que ve de ti es tu dinero, bueno, el de tu familia —Hizo una pausa mientras las otras dos meditaban sus palabras—. Hable con mi madre, le dije que preguntase por ahí y me dijo que había algo turbio con esa familia, que estaban metidos en algunos líos por temas económicos —explicó.

Por su trabajo, la madre de Adhara solía estar enterada de todo. Las personas tendían a soltar su lengua en los momentos más íntimos, así que esa mujer estaba al tanto de todo.

De pronto, todo comenzó a tener sentido para Venus. Nada más llegar al colegio, Paula se había juntado con los hijos de las familias con más poder económico. O al menos que ella creía que tenían más dinero.

Por eso se había pegado tanto a Lisi y a Damián.  

Comenzó a reírse. Todo encajaba. Y Paula no podía estar más equivocada. Ahora era su turno de devolver el golpe y la chica se iba a arrepentir de todo.

Adhara y Anisa la miraron como si se hubiese vuelto completamente loca.

—¿Es así de normal? —preguntó Nisa curiosa.

Adhara se encogió de hombros sin saber muy bien qué responder.

—¿No lo entendéis? ¡Puedo darle en donde más le duele! —expresó con una enorme sonrisa—. Voy a presentar una querella criminal contra Paula por un delito contra mi honor —anunció.

—¿Eh? —preguntó Anisa.

—Una querella por calumnias.

—¿En cristiano?

—Veamos, Paula ha mentido sobre mí diciendo que la empuje por las escaleras de mi casa con conocimiento de que era mentira. Eso es una calumnia. Un delito con una pena de prisión de seis a dos años porque me imputa un delito con conocimiento de su falsedad.

Ser hija de un abogado tenía sus ventajas, entre ellas, conocer al dedillo sus derechos.

—Joder, cómo te las gastas. ¿Vas a meterla en la cárcel?

Adhara seguía en silencio tratando de conectar todo. Conocía a su amiga y eso no tenía mucho sentido. No podía probar los hechos y Venus tenía que saberlo.

—No, no me interesa que vaya a la cárcel. Primero porque no tiene 18 años y con una pena menor seguramente le harían hacer tan solo  trabajos comunitarios y segundo porque no puedo probarlo.

—¿Entonces? —intervino Adhara.

—Un juicio largo es muy costoso.

Las tres sonrieron. Ahora sí que estaba clara su intención.

—Tengo que llamar a mi padre para que inicie el proceso, quiero darle la buena noticia a Paula cuanto antes —exclamó levantándose y saliendo del batículo.

—Yo quiero estar presente cuando se lo digas —anunció Anisa divertida.

Sin duda, este colegio era el más divertido en el que había estado.

Tenían formas raras de pelear, pero le gustaba.

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