Milán disfrutaba de cada segundo de humillación de la que hasta ese momento había sido su novia.
—Deja de rebajarte, en serio, ¿es que no lo hiciste demasiado metiéndote en la cama de un becado? —comentó en tono burlón—. Por favor, esperaba más de ti, un becado —continuó riendo—. Qué vergüenza, todas las esperanzas de tu familia puestas en ti y tú te revuelcas con un muerto de hambre... —Negó con la cabeza—. Dudo mucho que él pueda salvarte de la bancarota.
La última frase dejó a Lisi de piedra.
—¿Lo sabes? —preguntó perpleja y Milán comenzó a reír.
—Claro que lo sé, por favor, era cuestión de tiempo con los manirotos de tus padres. La cuestión ahora es: ¿qué vas a hacer?, ¿quién podrá ayudarte? —Hizo una pausa dramática—. Los Berbens no tiene suficiente liquidez económica para salvarte esta vez y si no me equivoco los Iturat son bastante reacios a invertir en causas perdidas —Sonrió de forma maliciosa—. Espera, podrías pedirle ayuda a tu amiguita. Ah, no, que su padre jamás ayudaría a los tuyos. ¿Cómo es qué le llamaron cuando se divorció de Elena? —Lisi cerró los ojos a sabiendas de cómo iba a seguir el discurso—. Creo que fue maricón degenerado, ¿no? Sí, creo que ese fue el término concreto con el que se refirieron a él durante todo el proceso de divorcio. Vamos, que se esforzaron mucho para poner clavos en su ataúd social, así que no creo que él esté muy dispuesto a ayudar.
Venus desvió la mirada. Todo lo que Milán estaba diciendo era cierto. Quería ayudar a su amiga, pero su padre jamás destinaría ni un centavo a salvar a los Esmegraldo. El divorcio había sido un proceso muy duro para él. Gran parte de su círculo más íntimo le había repudiado por su orientación sexual. Y si había habido alguien realmente cruel con él, esos habían sido los padres de Elisabeth.
La rubia miró a su amiga con comprensión. Sabía que Guillermo Cahué no movería ni un solo dedo para ayudarles. Y era lógico. Sus padres habían desatado todo su veneno con él. Era irónico en verdad cómo se habían comportado con él cuando la moralidad de estos dos era bastante cuestionable, pero bueno, en ese momento suponía que ambos habían querido jugar a caballo ganador y habían perdido. ¿Qué les importaba a ellos que Guillermo Cahué fuese gay, bixesual o heterosexual? Estaba claro que nada, tan solo eran apariencias... Y les iba a costar muy caro.
—Estás jodida —sentenció el chico sin perder la sonrisa.
—Tío, te estás pasando —Alzó la voz Alejo.
La chica no le caía demasiado bien, pero no soportaba como ese matón trataba como a trapos sucios al resto del universo.
Milán se comenzó a reír.
—Tiene gracia que me lo digas tú precisamente.
—¿Perdona?
—¿No dejaste el año pasado inconsciente a un chico en una pelea? —preguntó con una malévola sonrisa—. Creo que eso sí que es pasarse. ¡Qué poco autocontrol!
—¡No tienes ni idea! —chilló lanzándose a por él, pero Sergio y Anisa lo interceptaron rápidamente.
El profesor miró hacia todos los lados. La clase se le había ido completamente de las manos. ¿Qué podía hacer ya? Si los mandaba a todos a dirección la junta directiva pensaría que no era apto para controlar a los jóvenes, así que tenía que salvarse. Sabía que no era lo correcto. El comportamiento de Milán había sido completamente inaceptable, pero no tenía otra opción. Además, sabía que los padres de este lo salvarían de cualquier castigo, así que no tenía sentido poner su puesto en juego por nada.
—¡Ya basta! La clase de hoy queda suspendida y no quiero que este comportamiento se vuelva a repetir —dijo en tono autoritario—. No es algo propio de los jóvenes de vuestro estatus social. Deberíais sentiros avergonzados.
Sergio fue el primero en abandonar el gimnasio, seguido por Alejo, Adhara, Anisa y Lucía, quien le dedicó una decepcionada mirada a Milán. Le había parecido un espectáculo bochornoso. Era cierto que Elisabeth no era de su agrado, pero nadie se merecía semejante humillación pública.
Venus abrazó a su amiga y Mateo y Damián se juntaron con Milán.
—Te has pasado.
—Venga ya, Damián. Es ella la que se ha metido con un becado. No podía dejarlo estar —respondió restándole importancia.
—Podías haberlo hablado con ella en privado. No se merecía esto. Además, la has visto, te estaba pidiendo perdón. Lo menos que merecía era que el asunto quedase entre vosotros dos.
Mateo asintió ante las palabras de su amigo.
—Bueno, así queda más claro el mensaje, ¿no crees?
—¿Cuál?, ¿que eres un cabrón? —intervino Mateo visiblemente furioso.
—Vámonos —indicó Damián a su amigo.
—¡Venga ya, chicos!
—Déjalos, ya recapacitaran y cambiarán de bando —le dijo Paula de forma venenosa—. Las cosas están a punto de cambiar para bien para nosotros.
Ambos se miraron y sonrieron cómplices.
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Mírame
Teen Fiction¿Qué ocurre cuando lo que más deseas te lleva por un camino que no deberías recorrer? Venus sabe muy bien lo que es recorrer esa obscura senda en la que no puedes evitar perderte y arrastrar al resto en tu caída. Y es que, cuando algo reluce demasi...