Capítulo 78

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—¿Estás segura de que está bien?

Venus sonrió a Alejo y asintió girandose hacia Mateo, quien iba unos pasos más atrás hablando alegremente con Carlos. Tenía dibujada esa sonrisa que Venus conocía demasiado bien y que quizá debería preocupar a Carlos, pero ella no diría nada.

—Creo que mi idea del picnic ya no le parece tan mala —interrumpió Sergio.

Venus se rio, pero Alejo le miró indicándole que se fuese.

—No, ya no me echa más gente —se quejó—. Anisa me ha hechado la misma mirada que tú cuando me he acercado a Adhara y a ella —le espetó—. Y Mateo directamente me ha dicho, y repito sus palabras exactas: "O te unes o te piras, pero decídelo ya".

—Estaría de broma —dijo Alejo entre risas.

—No —sentenció Venus—. Lo dice muy en serio —Hizo una pausa—. Aunque no eres su tipo —dijo pensativa.

Sergio entrecerró los ojos. ¿Eso era un insulto o tan solo trataba de tranquilizarlo?

—Ven —dijo Venus entrelazando su brazo con el del chico—. Aquí te aceptamos, pequeño marginado.

Alejo lo quiso asesinar, pero avanzó en silencio junto a ellos hasta llegar al centro comercial. Al final, entre tanto sollozo de Mateo, todos habían aceptado el cambiar el plan a un lugar cerrado. Todos habían accedido a que una partida de bolos sería divertido.

Una vez en la bolera, todos comenzaron a organizarse los turnos a la vez que se pedían unos refrescos.

Venus fue la primera en tirar. Hizo pleno. Apretó los puños en señal de victoria. Alejo fue a abrazarla, pero Mateo lo interrumpió cogiendo a la chica de la cintura, levantándola y dándole vueltas mientras ella reía.

—¡Esa es mi chica! —gritó provocando que todos los allí presentes se girasen hacia ellos.

Alejo dio un paso atrás. Las rondas se fueron sucediendo con Mateo y Venus a la cabeza, quienes llevaban demasiada distancia al resto.

—Joder con los pijos. Nos están dando una paliza —se quejó Anisa.

Adhara, quien iba en último lugar, con mucha diferencia, se encogió de hombros. Poco le importaba ese juego. 

Mateo y Venus se rieron divertidos. Habían pasado mucho tiempo jugando a los bolos. Demasiado. Ambos, junto a Damián, habían desarrollado una pequeña obsesión competitiva de niños y no tan niños.

—¡Venga ya!, ¡que los niños de papá no nos pueden ganar! —bromeó Alejo, quien debía reconocer que sí que estaba algo picado de que esos dos le ganasen.

Sobre todo de que Mateo le ganase. Sabía que no le caía bien a ese chico, y cada vez que se acercaba a Venus, el tipo hacía todo lo posible por ponerse en medio o llamar la atención de venus. Estaba siendo imposible estar con ella.

—Oh, cariño, los niños de papá te podemos patear el culo en tantas cosas... —se burló Venus guiñándole el ojo.

Esa complicidad tensó en cierto modo a Mateo. No le gustaba como ese chico miraba a su amiga.

—Tenéis suerte de que no esté Damián, él sí que os aplastaría sin piedad —comentó tratando de romper de nuevo el momento.

Venus sabía que lo había hecho a propósito, que llevaba toda la tarde haciéndolo, pero no podía juzgarle. ¿Cómo hacerlo? Damián era su mejor amigo. Y Mateo era uno de esos amigos que no se encuentran en ningún lado. 

—¿A si que tu hermano es un buen jugador? 

El tono de Anisa mostraba curiosidad.

—El mejor —respondió Mateo—. El maldito cabrón siempre nos deja por los suelos —Se rio y se giró hacia Venus—, bueno menos cuando tú le pones caritas y se deja ganar —añadió tratando que ella se acordase de todos esos momentos felices.

Alejo dio un sorbo a su refresco. Eso era incómodo para él. Y más cuando había visto como Venus había tratado sin éxito de reprimir una sonrisita.

—¿Venus, por qué siempre lo tienes tan escondido? ¡Tráelo un día!

La pregunta y petición de Adhara pilló por sorpresa a todos y Mateo se rio.

—¡Es verdad, alégranos la vista! —animó Anisa.

Venus desvió la mirada hacia el suelo. Una cosa era hablar de Damián con Mateo y otra muy diferente era con el resto.

—¿En serio? ¡Que seguiumos aquí! —se quejó medio en broma Sergio.

—Ya... pero él está muy bueno. ¿Has visto ese pronunciado mentón? —señaló Nisa poniendo voz orgásmica.

—¡Y esos brazos! —apoyó Adhara.

—Pues tenéis que verle las abdominales —añadió Mateo entre suspiros.

—Vale, ya, esto roza lo desagradable —interrumpió Venus bastante seca.

Y lo peor del asunto era que no sabía por qué le estaba sentando tan mal esa conversación, pero le estaba irritando de verdad.

—¡Exacto! Un poco de consideración con los aquí presentes —se quejó Sergio, mientras Carlos escuchaba divertido los comentarios y Alejo seguía aferrado a su refresco como si la conversación no fuese con él—. Y volviendo al tema de antes, Venus dice que no soy tu tipo.

Mateo le miró esperando a que dijese algo más, pero no ocurrió.

—¿Cuál es la pregunta? —preguntó confuso.

Sergio se acercó tratando de poner su mejor sonrisa.

—Está equivocada, ¿verdad? 

Mateo negó con la cabeza.

—Nunca he entendido la necesidad que tenéis los heteros de que un gay os diga que estáis buenos... pero, ¿te sentirías mejor si te miento y te digo que Venus está equivocada? —inquirió con cierto tono burlón.

Todos se rieron, incluido Sergio.

—Que sepas que me haces daño —bromeó tratando de parecer dolido.

—A ver, que yo no digo que una noche muy borracho y con pocas alternativas no te echaría yo un buen polvo... pero vamos, que por hacerte un favor.

Todos comenzaron a reírse descontrolados. Esa vez Sergio levantó las manos en señal de rendición. No seguiría con el tema.



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