Capítulo 20

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—Ey, aquí, Adhara, siéntate con nosotros —gritó Anisa desde una de las mesas de la cafetería.

Todos se giraron hacia Adhara y esta quiso que le tragase el mundo. Le gustaba pasar inadvertida. Tenía bastante con la fama que le precedía como para llamar más la atención. 

—¡Aquí! —insistió la nueva llamándola agitando la mano y avergonzando más a la chica.

—Hola —dijo en tono suave mientras se sentaba.

—Chicos, esta es Adhara. Adhara, estos son Sergio, Lucía y Alejo—presentó como si no los conociese.

Adhara miró hacia otro lado. Anisa y ella habían sido compañeras en un trabajo, eso era todo. No eran amigas.

—Estábamos hablando de la fiesta de Lucía, ¿vendrás?

—Sí, vente —animó Lucía—. Será de disfraces de personajes históricos o ficticios.

Adhara escuchó atenta fingiendo que era la primera vez que le hablaban de esa fiesta.

—Será divertido —animó Sergio guiñándole un ojo.

Adhara suspiró, parecía que no iba a librarse.

—Por cierto, ¿cómo es que al final te han dejado celebrarla? —preguntó Anisa.

—Venus intercedió —respondió sin muchas ganas.

—Qué maja —exclamó Alejo sin darse cuenta.

—Sí, mucho... —ironizó Lucía alargando el "mu".

De pronto, la camarera se acercó a la mesa y dejó un café sobre el trozo de mesa donde estaba Alejo.

—Tu café. Estás invitado —pronunció la camarera repitiendo las palabras que le habían indicado.

Todos le miraron sorprendidos, todos menos Adhara, quien se había percatado de la divertida sonrisa que Venus le estaba dedicando al chico.

Alejo se rio divertido. La chica se la había jugado. Él no le había pedido un café gratis, sino que ella se tomase uno con él.

—¿Puedes explicarnos el chiste que está claro que solo tú sabes? —preguntó Anisa burlona.

Alejo se encogió de hombros y dio un sorbo al café con leche.

—¿Y de qué iréis? —preguntó Alejo.

—Miércoles, por supuesto —anunció Lucía.

—Shhh —pidió Anisa—. Tiene que ser sorpresa.

Adhara rodó los ojos. A ella no le iban ese tipo de cosas. Encima de ir a la fiesta, ahora tendría que pensar y prepararse un disfraz.

—¿Y tu hermana? —añadió Alejo curioso.

En verdad esa era la pregunta que le interesaba. La otra tan solo la había formulado para introducir el tema.

Lucía le miró con cara de pocos amigos.

—No lo sé —Hizo una pausa—, y tampoco me importa.

Se notaba que no les estaba haciendo ninguna gracia que Alejo mencionase a Venus.

—Tranquila.

—No, es que no lo entiendes. Yo no soy tu puente hacia ella. A mí no me vengas con tus mierdas sobre ella y, sobre todo, cuando te rompa el corazón, que te lo va a romper, no me vengas llorándome y preguntándome el por qué.

Todos se quedaron en silencio. Sus palabras habían sido bastante duras.

—Solo te ha preguntado por si sabes de qué se va a disfrazar. No veo nada de malo en eso. Además, ¿por qué tanto salto cada vez que mencionan a Venus? —intervino Adhara algo molesta.

Lucía no era de su agrado. Venus le había contado todo tipo de cosas. Lucía iba de rebelde por la vida, pero en verdad para ella no era más que una hipócrita. Siempre había pensado que ese odio hacia Venus no era más que envidia mal disimulada.

—Bueno, bueno, haya paz —dijo Sergio tratando de calmar el asunto.

La campana volvió a sonar y los chicos volvieron a clase, pero Adhara agarró a Alejo de la muñeca.

—Irene Adler.

—¿Qué?

—Venus irá de Irene Adler.

Alejo le miró algo confundido. ¿Por qué ella lo sabía? Desde que Venus había llegado al instituto, él no le había visto ni una sola vez con Adhara. Nunca.

—Interesante —comentó divertido.

—Sí, pero si lo que quieres es impresionarla ve de Arturo.

—¿Arthur Conan Doyle?

Adhara negó con la cabeza algo aburrida. ¿Por qué le estaba ayudando? Seguramente porque hacía mucho que no había visto a su amiga sonreír como lo había hecho cuando le había invitado a un café a ese chico. También porque el supuesto novio misterioso de Venus no le gustaba. ¿Quién llevaba durante tanto tiempo una relación en secreto? Algo raro tenía que haber. Además sabía que esa relación destrozaba a la castaña.

—No, Arturo, el rey de Camelot.

Alejo arqueó una ceja.

—Desde niña tiene una especie de obsesión rarita por todo lo que tiene que ver con Camelot y, sobre todo, con su rey —explicó.

En el fondo, Adhara creía que Venus siempre había buscado a su príncipe de brillante armadura. A ese que la rescatase de su aprisionante vida.

—Pero yo no te he dicho nada —advirtió ella yendo hacia clase.

Alejo caminó en silencio. ¿Por qué la chica sabía tanto sobre Venus? Era extraño, pero en ese momento no era lo más importante. Tenía que confeccionar ese traje. Arturo rey de Camelot. No sonaba tan mal.

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