Capítulo 64

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Venus cerró los ojos, cogió aire y se dispuso a poner la mejor de sus sonrisas para fingir que nada pasaba.

—Bien, por mucho que esté disfrutando de esta escenita de testosterona, esto, según las últimas noticias que he tenido, sigue siendo el baño de chicas —Sonrió—. Y a no ser que alguno tenga algo que confesarnos, creo que ya os podéis ir yendo todos —añadió haciendo aspamientos con sus manos invitándoles a irse.

Silencio. Nadie pareció reaccionar a sus palabras.

—¿No me he explicado con claridad?

—En cuanto ellos se vayan, yo me voy —respondió Alejo—. No te voy a dejar a solas con ellos.

—¿Perdona?, ¿pero tú quién te crees que eres? —explotó Damián—. ¿Acabas de llegar y crees que ya la conoces? Tú no tienes ni idea de quién es ella —dijo furioso avanzando hacia ellos—. No sabes qué quiere, qué siente o qué teme. Qué le hace llorar o reír —Apretó sus puños—. Vienes de salvador —Sonrió—. ¿Pero salvador de qué? ¿Es que acaso sabes cuáles son sus problemas? ¡No tienes ni idea de nada!

Sus palabras estaban llenas de rabia y de dolor.

Venus se colocó entre los dos para tratar de calmar la situación.

—¿Y tú crees que por ser su hermano ella siempre va a tener que estar contigo, no? —Esa frase iba claramente a hacer daño. Alejo quería recordarle que Venus era su familia y que debía conformarse con esa relación, que no habría más entre ellos dos—. Quizá el problema es que te hayas dado cuenta de que es más feliz con otras personas de lo que jamás lo será a tu lado.

Fue una frase. Una simple y malintencionada frase. Una dolorosa frase que lo enloquecio.

—¡Basta! —chilló Venus a sabiendas de que todo estaba a punto de explotar. 

Damián estaba completamente fuera de sí. Mateo lo sujetaba con la ayuda de Milán. Tenía la vena del cuello hinchada y la mandíbula apretada evidenciado su pronunciado mentón.

—¿Pero quiénes os creeis? —preguntó Venus captando la atención de todos —. Hablais de mí como si yo no estuviese presente. Discutis sobre lo que quiero, lo que anhelo, lo que temo o lo que me hace feliz. ¿Y eso quién lo decide? —Hizo una pausa—. ¿Vosotros? —Los miró furiosa—. ¿Pero es que acaso os creéis que estoy pintada en mi propia vida? ¿Qué derecho creéis que tenéis para manejar mi vida? —Ambos chicos fueron a decir algo, pero ella no les dejó—. A mí no me utilicéis de excusa para vuestras estúpidas peleas —se quejó—. Y por si no os habéis dado cuenta, tengo voz propia. Sé defenderme y sé expresarme. Así que la proxima vez que digais hacer algo por mí o hablar en mi nombre, mejor me lo preguntáis a mí directamente y dejais de joderme. ¿Está claro?

Los chicos se quedaron en silencio. En verdad ella tenía toda la razón. Y había que reconocer que Venus enfadada daba bastante miedo. Era bajita y con un rostro angelical, pero enfadada parecía salida del mismísimo infierno.

—¡Y ahora todos fuera del baño de chicas! 

Damián sabía que no era el momento. Por tratar de querer cuidarla y protegerla había acababo siendo él quién le había hecho daño. 

Finalmente todos abandonaron el baño a la vez que la multitud de alumnos que se había agolpado en el pasillo para escuchar la conversación se disipaban a la velocidad de la luz. Nadie quería que esa rabia acumulada acabase estallando hacia ellos.

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