Capítulo 83

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Alejo buscó a Venus en cuanto terminaron las clases. Llevaba todo el rato deseando que llegase ese momento. Después de tantas interminables horas por fin podría volver a estar con ella un rato a solas. Lo de los entrenamientos le había resultado bastante bien.

—¿Listo? —preguntó ella detrás de él sobresaltándolo.

Este asintió con la cabeza y caminaron juntos por el pasillo.

—¿Qué le dices a tu madre sobre estas horas? —le preguntó curioso.

Venus se encogió de hombros.

—Trabajos de clase —respondió sin darle demasiada importancia.

Estaba claro que no podía confesarle la verdad. Si Elena se enteraba que estaba aprendiendo a boxear, seguramente entraría en pánico. El boxeo no era para señoritas. Además, desde su crisis con la gimnasia, no le gustaba que Venus practicase ningún tipo de deporte.

—Tu hermano tiene que estar contento —añadió Alejo en tono burlón.

Venus tragó saliva. No entendía la fijación del chico con Damián. ¿Por qué siempre tenía que mencionarle?

—Damián tiene sus propios asuntos de los que preocuparse —sentenció algo seca y Alejo resopló.

El chico odiaba que ella se refiriese a su hermano siempre como Damián. ¿Por qué no podía llamarlo "hermano"? Al fin y al cabo era lo que eran. Sin embargo, no recordaba una sola vez en la que ninguno de los dos hubiese llamado así al otro.

—Bueno, antes ya has visto como nos han mirado él y sus perros de presa —dijo en referencia a Mateo y Milán.

Venus desvió la mirada. La conversación estaba siendo bastante incómoda para ella y parecía que Alejo no se estaba dando cuenta.

—No me he fijado.

—¡Venga ya! —exclamó él entre risas—. ¿No has visto la cara de esos tres al vernos juntos en el gimnasio y a solas? 

Venus frenó en seco. Se estaba hartando de eso.

—No, y sinceramente no me importa lo que Damián, Mateo y Milán opinen acerca de mis amistades o con quienes yo decida pasar el tiempo —dijo de forma fría—. ¿Qué es lo que te pasa?, ¿tanto te importan? Porque si lo que tienes es algo en contra de ellos a mí no me uses como arma que no estoy para perder mi tiempo con chiquilladas —explotó.

Venus sabía que estaba pagando todo su enfado con el chico, pero no lo podía evitar. Esa fijación de Alejo con Damián le sacaba de quicio y en cierto modo le recordaba al odio injustificado de su madre hacia su padre. Por eso cuando Alejo se había comportado de aquella forma, ella no había podido controlarse.

El joven se quedó en silencio sin saber muy bien qué responder. Quizá sí que estaba siendo algo insistente, pero ella debía entenderle. 

Juntos prosiguieron en su camino hacia el gimnasio.

—Voy a cambiarme —anunció ella tratando de retomar su tono habitual, pero se notaba que estaba algo molesta.

Él no respondió. Tan solo pensaba en cómo volver a encaminar la situación. Odiaba que la chica no se diese cuenta de cómo era en verdad su hermano.

Venus volvía ya hacia el gimnasio cuando escuchó los gritos de Alejo pronunciando todo tipo de insultos. Corrió hacia él tratando de averiguar lo que estaba pasando. Y al llegar se quedó desencajada.

El saco de boxeo de este estaba completamente rajado y la arena se había desparramado por todo el suelo de la instalación.

Venus se quedó en silencio unos minutos contemplando la escena. No daba crédito de lo que estaba viendo. 

—¿Cómo? —tartamudeó mirando a Alejo, quien estaba fuera de sí.

Ese saco era una de sus posesiones más preciadas. Le había costado mucho dinero, más del que se podía permitir. Y ahora todo ese esfuerzo estaba destrozado.

Venus avanzó hacia él y puso su mano en su hombro tratando de tranquilizarlo, pero él lo retiro.

—¡Esta es la clase de gente a la que tú defiendes! —explotó.

—¿Qué? —preguntó ella incrédula.

—Oh, venga ya. ¡Está claro que esto han sido tu hermano y sus perros!

Venus negó con la cabeza.

—Los conozco. No son así.

Trataba de convencerse más a sí misma que a Alejo, y eso él lo noto.

—Eres incapaz de darte cuenta.

Venus prosiguió negando con la cabeza. Los conocía. Sabía cómo eran. No sería la primera mala acción que hacían. Ella misma había participado en sus jugarretas innumerables veces, pero siempre con un propósito, con una razón. Esa vez no había razón alguna. Además Alejo formaba parte de su vida y ella se lo había dejado claro a los tres...

—¿Por qué no puedes por una vez ponerte de mi parte? —pidió él.

Venus parpadeó rápidamente.

—No es eso... —explicó—. Es tan solo que no hay pruebas de que hayan sido ellos, no puedes...

—¿Qué pruebas quieres?

—Alejo, creo que deberías tranquilizarte y pensar las cosas.

—¿Pensar las cosas? —Se rió—. Sabes, estoy harto de todo esto. Este es tu mundo, ¿verdad? Pues disfruta de él y de la gente como tu hermano.

—Damián no es como tú crees.

Esa frase provocó la risa amarga de Alejo.

—Es verdad, perdón, Damián. Que no eres capaz de llamarlo como lo que es, tu hermano.

Venus dio un par de pasos hacia atrás confusa.

—¿Qué estas diciendo? —preguntó a la defensiva.

—Nada, que vais de pijos, de educados, de perfectos y sois mucho peores que cualquier chico de barrio que yo conozca. Que no tenéis código, ni ética, ni valores ni nada —explotó lleno de rabia.

Venus se llevó la mano al cuello y lo rascó de forma inconsciente.

—Muy bien, pues entonces no sé que haces perdiendo tu tiempo conmigo —respondió ella visiblemente ofendida.

—Tienes razón y es mi culpa por no quedarme bastante claro cuando conocí al estirado de tu amigo —respondió él abandonando el lugar echo una furia y sin esperar la réplica de ella.


Hola a todos, perdón por haber estado bastante ausente estos días. He tenido un problemilla familiar, nada grave, que me ha mantenido bastante ocupada. Este problemilla, seguramente se alargue durante esta semana. Pero desde el lunes que viene, a más tardar, volveré a la normalidad y a publicar capítulos con regularidad. Siento mucho la espera y muchas gracias. 

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