Capítulo 16

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Venus miraba aburrida como su madre, Damián y Jorge discutían acaloradamente con Lucía por su fiesta de cumpleaños.

Las cosas cada vez se estaban poniendo más tensas. Todos agarraban los cubiertos con fuerza. Lucía trataba de defenderse, pero era complicado cuando tenías tres frentes abiertos que se respaldaban entre ellos.

Venus se llevó una cucharada de la sopa a la boca. No quería intervenir, no era cosa suya, pero algo en lo más profundo de su ser le empujaba a hacerlo. ¿Por qué?

—Tiene razón.

Lucía rodó los ojos. ¿Cómo no? La niñita perfecta aprovechando la ocasión para hacer más sangre y dejarla en mal lugar por no ser la ideal adolescente de la alta sociedad como ella.

—Lo ves, cariño. Tienes que entender todos que queremos lo mejor para ti —dijo su madre con ese tono que solo una madre puede utilizar cuando te dice que algo es por tu bien y tú estás convencida de que no es así.

—No, digo que ella tiene razón —Se explicó Venus ante la sorprendida mirada de todos—. Es su fiesta de diecisiete cumpleaños. ¿Por qué no puede invitar a quién quiera y hacerla como le de la gana?

Lucía no cabía en su asombro. ¿Venus le estaba apoyando?, ¿tendría fiebre?, ¿se estaría muriendo y quería poner las cosas en orden antes de morirse?

—Esto no tiene que ver contigo —aseguró Jorge.

—Bueno, en verdad tú tampoco deberías opinar. No es que vayas a pagarla tú.

—¡Venus! —le regañó su madre.

Elena estaba harta de los continuos reproches y las salidas de tono de Venus hacia su marido. Sabía que no le gustaba, que no le hacía ninguna gracia que se hubiese casado con él, pero debía aceptarlo. Ella era la adulta y había tomado su decisión. Venus debía respetar al hombre con quien ella compartía su vida.

—Solo he expuesto mi punto de vista. Además, Damián y yo siempre hemos celebrado nuestros cumpleaños como nos ha dado la gana ¿por qué ella no habría de poder hacer lo mismo?

Lucía seguía sin terminar de creerse lo que estaba pasando. Esperaba despertarse en cualquier momento y comprobar que eso no era real.

—Por favor —dijo la chica de cabello cobrizo casi sin darse cuenta.

Elena miró a su hijastra. Las palabras de su hija le habían hecho replantearse la situación. Era verdad que sus otros dos hijos lo habían celebrado como habían querido, ¿por qué Lucía no?

—Bueno, está bien —aceptó.

Jorge miró molesto a su mujer y se levantó de forma brusca.

—Está claro que en esta casa no pinto nada —exclamó abandonando el comedor.

Damián se giró hacia Venus. Odiaba que esta siempre generase problemas entre sus padres.

—Papá, espera —dijo saliendo tras él.

Venus se llevó otra cucharada de sopa a la boca como si nada hubiese ocurrido.

Lucía le miró agradecida, pero Venus estaba a otra cosa. Parecía haber vuelto a su semblante gélido e inexpresivo habitual.

—No quiero escándalos —pidió Elena y Lucía aceptó.

Sabía por qué se lo decía. La última vez que había organizado una "pequeña reunión" en su casa la cosa se había ido de madre y a sus padres les había costado mucho esconder el asunto para que no saliese a la luz.

Quizá por eso la ataban más en corto y no confiaban tanto en ella.

—Te prometo que todo será perfecto —dijo emocionada abrazándola con todas sus fuerzas.

—¿Por qué no vais juntas a compraros un vestido? Será divertido una tarde de solo chicas —animó su madre.

Ambas se miraron en silencio.

—En verdad quería que fuese una fiesta temática —explicó Lucía.

Elena tomó un sorbo de su copa de vino.

—Oh...

—Pero nada de disfraces vulgares, personajes históricos o de ficción o así —se apresuró a decir Lucía al ver la cara de su madre.

Elena tomó otro sorbo y se esforzó por sonreír. No estaba nada segura de que hubiese tomado la decisión correcta.

—Me voy a la cama —anunció Venus interrumpiendo esa conversación que sabía que no llegaría a ninguna parte.

Su madre era una mujer de la alta sociedad educada para asistir a cotillones y fiestas de gala. Lucía era todo lo contrario.

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