Capítulo 55

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—Ey —dijo Anisa apareciendo entre los árboles del parque.

Adhara miró a Anisa y le devolvió el saludo algo confundida. Le había dicho que ahora volvía. ¿Por qué había ido a por ella?

—La pija sí que sabe cómo hacer una entrada triunfal, eh —comentó entre risas.

Adhara torció el labio.

—Sí, ya he visto como la repasabas —respondió con desgana.

Pero no era solo desgana. Había algo más. ¿Celos quizá?, ¿por qué? Adhara no entendía qué le estaba pasando. ¿Por qué le había sentado tan mal ese comentario?, ¿por qué no le gustaba nada ver a Nisa y a Venus juntas? Estaba confundida.

La rubia sonrió pícara.

—¿Y no has visto cómo llevo toda la noche repasándote a ti? —provocó.

Esa frase logró sonrojarla y eso la confundió más. ¿Qué le estaba pasando? Ella jamás se avergonzaba por ese tipo de cosas. Nunca se sentía así.

—Mira, no entiendo tu juego y no me gusta —respondió algo molesta.

No sabía si el enfado era con Nisa o con ella misma, pero era más fácil no pensar y molestarse con la joven.

—¿Qué juego?

—Primero me tiras fichas a mí, luego vas a por Venus, luego vuelves a ir a por mí y mañana será ella de nuevo.

—¿A por la pija? —preguntó Nisa sorprendida.

Estaba claro que Venus era guapa. Tenía un rostro angelical perfectamente cuidado. Su cuerpo era delgado y definido. En resumen, que parecía una perfecta muñequita con un cuerpo de escándalo, pero no era su estilo para nada. Estaba buena, sí, pero eso era todo para Nisa.

Comenzó a reírse, algo que no le gustó nada a Adhara.

—¿Te hace gracia? Porque no lo entiendo. Comparte el chiste para que todos riamos —criticó.

—Claro que me hace gracia —respondió Nisa dejando de reír—. Me hace gracia que pienses que teniéndote a ti al lado puedo fijarme en la pija o en cualquier otra persona —se sinceró acercándose a ella.

Anisa no era de esas personas que necesitaba mantener sus sentimientos a ralla. Ella siempre saltaba a la piscina aunque supiese que no había agua. Adhara le gustaba y haría todo lo posible por demostrárselo. Si la joven no sentía lo mismo, no pasaría nada, se retiraría, pero prefería no quedarse con la duda. No callarse y que no pasase nada por su vergüenza o cobardía.

Adhara se quedó en silencio tratando de descifrar qué significaba esa frase para ella. Si le gustaba o le aterraba. Lo que estaba claro era que no le había sido indiferente.

—Ya te dije que no me gustan las chicas —balbuceó sin despegarse de Anisa.

Estaban tan cerca que podían sentir la respiración de la otra.

Nisa no lo dudó más y la besó apasionadamente. 

Entonces, algo en el cerebro de Adhara hizo click y se apartó violentamente de ella.

Ambas se quedaron en silencio mirándose a los ojos esperando a que alguna dijese o hiciese algo. 

Adhara comenzó a sentir un extraño cosquilleos que recorría su cuerpo. Una sensación nueva y magnética que no le dejaba pensar. Avanzó hacia Anisa y la besó con fuerza. Esta correspondió su beso y la aprisionó entre su cuerpo y el tronco de uno de los árboles.

Con cada beso, Adhara sentía fuertes corrientes recorriendo todo su cuerpo. Corrientes de adrenalina que le hacían mantenerse pegada a la chica y la obligaban a avanzar más y más. 

Anisa se quitó la chaqueta e hizo lo mismo con la de Adhara. Esta, sin darse cuenta de lo que hacía, metió sus manos por la parte de abajo de la camiseta de Anisa y le ayudó a quitársela mientras seguía besándola. Después se quitó la suya. Mientras lo hacía contempló la manera en la que Anisa la miraba. Nunca nadie la había mirado así. Con tanto deseo y a la vez ternura. Era complicado de explicar. 

Ambas subieron las manos hasta el cierre del sujetador de la otra. Era extraño. Natural. Todo fluía como si ya estuviese escrito.

Adhara sentía su respiración agitada. Estaba nerviosa. Tan nerviosa como si fuese su primera vez. Con ningún chico se había sentido así. Ni siquiera con el primero.

Los sujetadores cayeron al suelo y sus pechos se rozaron provocando un escalofrío en Adhara. Sentía sus pezones duros como piedras. Estaba excitada. Más excitada de lo que nunca lo había estado.

Anisa comenzó a besar su cuello mientras con sus manos iba desabrochando el pantalón de la chica. Poco a poco fue bajando sin despagar sus labios de ella hasta llegar a sus senos. Ahí pasó su lengua por el pezón de la chica y después le dio un pequeño mordisquito.

Adhara dejó salir un pequeño gemido mientras Anisa continuaba lamiendo su cuerpo a la vez que se deshacía de sus pantalones.

La rubia pasó sus dedos de forma delicada por la zona interior del muslo de la chica. Estaba húmeda. Sonrió e introdujo un par de dedos por dentro del tanga para acercarse y rozar de forma suave su zona íntima.

Como un acto reflejo, Adhara se llevó la mano ahí para frenarla. Estaba sintiendo tanto placer que le asustaba.

Anisa subió para mirarla a los ojos y la besó con furia.

Después bajo su mano de nuevo y, por encima de su tanga, comenzó a hacer cierta presión en la zona íntima de Adhara.

—¿Quieres que pare? —le preguntó al oído.

La chica se quedó en silencio y Anisa hizo más presión en la zona.

Adhara comenzó a jadear de placer.

—Te he preguntado si quieres que pare —preguntó con furia.

Entonces Adhara se dejó recostar sobre el árbol y cedió a sus más profundos deseos.

—No —susurró.

Anisa sonrió pícara.

—¿Cómo dices? —preguntó apartando parte del tanga de la chica y rozando con sus dedos la parte exterior de su vagina.

Adhara bajó su mano para agarrar la de la chica y le ayudó a introducir sus dedos en ella.

Anisa comenzó a introducir y a sacar sus dedos de ella con pasión a la vez que con la otra mano le agarraba del pelo y la besaba como si no hubiese un mañana.

Adhara cerró los ojos y disfrutó del momento. De cada beso, caricia y penetración de los dedos de la chica. El sexo nunca había sido algo así para ella. Nunca le había hecho experimentar esa clase de placer descontrolado.

De pronto, Nisa paró y comenzó a agacharse poco a poco. Adhara la miraba sin perder el contacto visual en ningún momento. Se sentía nerviosa.

Entonces, la rubia colocó su cabeza a la altura de sus muslos y comenzó a besar la zona interior. Estaba realmente humedecida. Nisa paso su lengua sin dejar de mirarla y comenzó a bajar el tanga de la chica. Entonces Adhara no pudo más. La agarró del pelo y dirigió su cabeza hasta la zona en la que sentía una irrefrenable punzada de deseo.

No hizo falta más. Nisa comenzó a pasar su lengua por ella mientras escuchaba los gemidos de placer de la joven y agarraba con fuerza sus glúteos para que no se pudiese despegar ni un solo centímetro de ella. 

Nisa continuó practicándole sexo oral a la vez que retiró una de sus manos del culo de la chica y comenzó a introducir algunos de sus dedos en su zona íntima para así complementar el placer que le estaba provocando con su boca.

Entonces, Adhara sintió como todo su cuerpo se tensaba y luego explotaba. 

MírameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora