Capítulo 76

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Elisabeth tiró del brazo de Venus hasta llevarla bajo el hueco de la escalera.

Hacía bastantes semanas que no habían cruzado palabras, así que ese acto extrañó a la joven de cabello castaño.

—¡Te he metido en un lío! —anunció la rubia como una niña pequeña.

Venus sonrió. ¡Vaya! Aún sin hablarse seguían causandose problemas. Se rio curiosa. Le había echado mucho de menos.

—Hola, Lisi, yo también me alegro de verte. ¡Cuánto tiempo! —ironizó venus ante el arrebato de su amiga.

—No hay tiempo —respondió esta cogiéndole de los hombros.

—Cuentame.

—Puede que haya insinuado que Sergio y tú tenéis algo —dijo tratando de sonar dulce e inocente.

—¿¡Qué!? —explotó—. ¿A quién? —preguntó poco después algo más calmada.

—A Milán —Venus respiró aliviada, poco le importaba lo que él pensase—. Y a Damián —añadió.

Venus comenzó a tensarse. ¿A Damián?, ¿en serio? Ahora pensaría lo peor de ella después de lo que había pasado. Suspiró. No tenía que importarle lo que él pensase. A él no le había importado hacerle daño, así que ella tampoco tenía por qué tener ese tipo de consideraciones.

—¿Venus? —preguntó Lisi al ver que su amiga no reaccionaba.

—No te preocupes, yo te cubro —respondió tranquila.

Esa templanza llamó la atención de Lisi. Su amiga era más pasional, más impulsiva. Sobre todo cuando el tema tenía relación con Damián.

—¿Qué te pasa?

—Nada.

—No me hagas perder toda la mañana preguntando y dime qué te pasa.

Si Venus no la conociese demasiado bien podría haberse tomado sus palabras como una actitud borde o arisca, pero no, eso era parte del encanto de Lisi.

Venus suspiró y comenzó a relatarle lo sucedido. La verdad era que necesitaba hablarlo con alguien y Lisi era quien mejor le aconsejaría.

—En resumen, que te calentaste con Alejo y te desfogaste con Damián —resumió algo atónita.

Venus quiso gritarle que no era así, que no estaba entendiendo nada, pero entonces la rubia comenzó a reirse y supo que en cierto modo estaba de broma.

La verdad era que Elisabeth no sabía muy bien qué decir. Sabía lo mucho que Venus había deseado ese momento con Damián, pero no parecía feliz. Las cosas se habían vuelto a torcer y ambos volvían a alejarse.

La rubia comenzaba a hartarse de la estupidez de esos dos. Estaban enamorados. Se querían más de lo que nunca había visto que nadie lo hiciese. Lo suyo era real, pero no apostaban por ello. No sabían la suerte que tenían de tenerse el uno al otro. Y sin embargo no paraban de estropearlo una y otra vez.

Cuando más cerca estaban siempre ocurría algo que los separaba. En el fondo, Lisi sentía que Damián y Venus tenían miedo de hacerlo real. De intentarlo de verdad y que no funcionase. Querían aferrarse el uno al otro de la manera que fuese posible. Daba igual qué fuese lo que les uniese: amor, odio, secretos... lo importante es que siempre hubiese algo que les atase el uno al otro.

—No sé qué hacer —le confesó a su amiga.

Venus estaba asustada. Asustada de verdad.

—¿Cómo te sentiste?

La joven de cabello castaño cerró los ojos rememorando ese momento. Cada caricia, suspiro, beso... Ese instante en el que Damián se había introducido en ella y se había rendido al placer. Casi podía volver a saborearlo de nuevo. Primero había sido suave y tierno, pero después se había tornado más pasional y ambos habían dado rienda suelta a sus más oscuros deseos. Venus se mordió el labio inferior y comenzó a sentir una quemazón interna. Se estaba excitando tan solo con el recuerdo de esa noche.

Elisabeth no necesitó una respuesta. El rostro y el cuerpo de su amiga la delataban. Lo había disfrutado. Lo disfrutaba aún.

—Venus, sabes perfectamente lo que tienes que hacer.

—No —se apresuró a responder ella a sabiendas de a lo que se refería su amiga—. ¿Es que no has escuchado el final?

—Sí, Venus, lo he escuhado —aceptó—. Pero deberías darle la oportunidad de que se explique, de que te diga por qué hablaba con ella.

—Como tú le das la oportunidad a Sergio.

Había sido un golpe bajo, Venus lo sabía. Pero aún así Elisabeth no reaccionó. Sabía que su amiga no quería herirla. La forma de defenderse de Venus siempre había sido muy agresiva. Golpea antes de que te golpeen. Suspiró.

—No voy a volver a explicarte a ti lo que ya le he explicado a él —se limitó a responder.

—Lo siento, Lisi.

Su voz era sincera.

—Si tengo que decidir entre mi apellido y Sergio, mi elección es clara. No voy a echarlo todo a perder por un par de buenos polvos.

Venus arqueó la ceja. No estaba del todo segura de que eso fuese todo lo que significase Sergio para su mejor amiga, pero prefirió dejar el tema. Además, discutir con Lisi era inutil. Ella siempre te miraba impasible, como un bloque de hielo. Sus razonamientos siempre estaban bien estructurados y no te daba ni una sola oportunidad de ganar.

—Espero que no te equivoques —dijo agarrando la mano de su amiga.

—Nunca lo hago —sentenció ella dejando claro que ese tema había finalizado.

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