Capítulo 70

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Damián miró la escena sin saber muy bien qué era lo que Venus le estaba ofreciendo exactamente. Si ese diminuto trocito de chocolate o a ella misma.

Avanzó hasta ella decidido.

—Depende —pronunció él seguro de sí mismo.

Damián había decidido finalizar con ese juego, lo tenía claro, pero era verla y todas sus decisiones se iban al traste. Solo podía pensar en ella y en la ganas que sentía de estar juntos.

Venus sonrió fingiendo inocencia.

—¿Depende de qué?

—De lo que me estés ofreciendo —respondió él acercándose más.

Venus sonrió y lo rodeó con sus piernas sin dejar de mirarle.

—¿Y tú qué es lo que quieres? —provocó ella mordisqueando el trozo de chocolate.

Damián no perdió detalle de cómo la lengua de la chica pasaba de forma delicada, pero segura, por su labio superior.

—Tu blusa —respondió sin vacilar.

Venus sonrió. Le excitaba demasiado cuando Damián utilizaba ese tono de voz profundo y autoritario.

Llevó sus manos hacia los botones, para desabrocharlos, pero él la detuvo.

—No —pronunció él mientras apartaba las manos de la chica y comenzaba a desabrochar él mismo los botones despacio a la vez que contemplaba como con cada botón más piel quedaba al descubierto.

Una vez hubo desabrochados todos subió sus manos por el costado de la chica, rozando levemente, casi sin querer, el cuerpo de la chica, hasta llegar a sus hombros. Allí, con un golpe grácil, se deshizo de la blusa.

—Me toca —anunció Venus saltando de la encimera al suelo y pasando su dedo por las marcadas abdominales de chico—. Desnúdate —ordenó sin ningún pudor.

Él sonrió divertido y comenzó a obedecer mientras advertía como Venus lo miraba deseosa.

—Ven —pidió él ofreciéndole su mano.

Venus la aceptó sin pensarlo dos veces y lo acompañó hasta el cuarto de estar de nuevo.

—Túmbate.

La chica no lo dudó y Damián se tumbó sobre ella.

—¿Y ahora qué? —preguntó ella mordiéndose el labio inferior.

—Ahora te vas a quedar quietecita. No quiero ni un solo movimiento o sonido, ¿está claro?

Damián no esperó respuesta y comenzó a besar su cuello apasionadamente. Poco a poco comenzó a bajar hasta sus senos, pero sin quitarle el sujetador.

Con su mano, levantó los brazos de la chica y los aprisionó para inmovilizarla. Le encantaba sentir como la joven luchaba con todas sus fuerzas para tratar de controlarse.

Venus cerró los ojos disfrutando del momento y notó la erección del chico presionando su muslo.

Se mordió el labio inferior mientras Damián continuaba bajando con sus labios mojados por su vientre hasta situarse en su cadera.

Ahí, se deshizo de la falda de la chica sin grandes complicaciones y comenzó a agarrar un pecho de la chica con su otra mano.

Venus no pudo evitarlo, cuando el chico acercó sus labios a sus muslos bajó sus manos para agarrar su pelo.

Entonces Damián paró.

—He dicho ni un solo movimiento —advirtió divertido mientras volvía a ponerse en pie.

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