Capítulo 71

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Damián estaba tumbado sobre el suelo de madera, completamente desnudo, mientras Venus, apoyada en él, pasaba sus uñas por la espalda de este provocándole cosquillas.

Se sentía relajado. Relajado y feliz como nunca antes lo había estado.

—Te quiero.

Venus se quedó inmóvil. Damián acababa de decirle que le quería. 

Este al notar el silencio y la inmovilidad de la chica se giró y la miró confuso.

—¿Qué tienes en esa cabecita?

—Nunca me lo habías dicho —articuló.

La confusión en el rostro de Damián aumentó. Quizá era cierto que nunca lo había dicho, pero sí que se lo había demostrado de mil maneras, o eso creía él.

—Que no lo diga en voz alta no significa que no lo sienta —trató de explicarle.

Venus sabía que tenía razón. Damián se lo había demostrado con sus actos. Aún así oírlo era indescriptible.

—Supongo, pero es agradable poder oírlo —respondió ella visiblemente emocionada—. Dilo otra vez —pidió besándole con fiereza.

—Venus —comentó él algo incómodo.

A Damián le costaba expresar sus sentimientos. Esas dos palabras le habían salido del corazón, pero si ella le presionaba para decírselas no se sentía a gusto.

—Sería tan feliz —provocó ella en su oído.

Entonces él giró sobre su cuerpo y la colocó debajo suya.

—¿Si? —preguntó con tono seductor mientras la inmovilizaba.

—Sí —afirmó ella volviéndolo a besar.

—Te quiero, mi pequeña consentida —pronunció él en apenas un susurro que acarició su oído y estremeció su cuerpo.

Venus no lo soportaba más. Sabía que estaba a punto de romper la regla más sagrada que había entre los dos, pero lo deseaba tanto que no pudo resistirse.

—Quiero...

No fue capaz de articular el resto de la frase. El deseo y la vergüenza a partes iguales la consumían.

Damián la miró atento. Sabía lo que quería porque él deseaba lo mismo, pero necesitaba oírlo.

—¿Qué quieres? —preguntó en tono seductor.

Venus trató de buscar las palabras correctas, pero su mente no estaba para trabajar demasiado en ese momento.

—A ti —pronunció como pudo.

—¿Y qué quieres de mí? —preguntó él entre excitado y divertido.

Ella quiso asesinarlo con la mirada. Él sabía perfectamente lo que ella quería, ¿por qué quería que lo dijese en alto?

—Quiero que me hagas lo que deseas hacerme —respondió finalmente entre suspiros.

No era la respuesta que Damián estaba buscando, pero sin duda era una respuesta a la que no tenía nada que reprochar.

Ambos habían deseado ese momento durante demasiado tiempo. Habían soñado el cómo sería poder estar con el otro innumerables veces y parecía que por fin esa fantasía se haría real.

Damián soltó el amarre de las manos de Venus para que esta pudiese moverse con soltura y besó sus labios tiernamente.

La piel de Venus comenzó a erizarse cuando sintió como los carnosos labios del chico y su cálida respiración se acercaban a su cuello. 

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