Venus negó con la cabeza. No podía creerse la facilidad que tenía Damián para mentirle en su cara.
—¿Por qué no vas a perseguir a la sonrisitas?
Damián la miró confuso sin saber a quién se refería, aunque por la cara de la chica se lo podía imaginar.
—¿Otra vez?, ¿en serio?
Le cogió la cara con sus dos manos, pero ella se liberó.
—No soy yo quien le escribe mensajes para quedar.
Se notaba los celos saliendo por cada poro de su piel.
—¿Eh?
Damián no tenía ni idea de a qué se refería.
—¿No le escribiste hace unos días para tomar algo los dos?
Y de pronto le vino a la mente. Damián comenzó a reírse.
—¡Que te jodan! —explotó ella.
—Espera, espera —dijo divertido por la situación. Ver a Venus celosa le ponía demasiado—. Le escribí para tomar algo, sí, pero no conmigo, con todos —le explicó—. Estábamos en casa de Milán todos y Lisi estaba algo aburrida así que Milán me pidió que le escribiese a la chica.
—¿Y por qué no le escribió él?
—Pues porque estaba cargando su móvil en su cuarto. Además, al final dejé la conversación ahí. Mateo me dijo que si ella venía él se iba —admitió entre risas.
Eso sacó una sonrisa de la chica. Por eso quería a Mateo.
—Has sonreído —dijo él acercándose más.
—Sí, pero por Mateo, no por ti. Sigo sin perdonarte —dijo tratando de resistirse.
—¿Y qué tendría que hacer yo para ganarme tu perdón? —preguntó seductor.
—Ummm, no va a ser fácil —dijo con voz inocente rozando los carnosos labios del chico.
—No me importa —admitió él sintiendo la respiración entrecortada de Venus.
Ella se mordió el labio inferior, lo que provocó que con el superior rozase levemente los labios de Damián. Ese contacto fue como una fuerte sacudida eléctrica para ambos.
Resistirse y no fundirse en un beso les estaba llevando un esfuerzo inhumano.
En ese momento Venus sabía que tenía la sartén por el mango. Desde el primer día habían pactado unas normas para que su relación no se saliese de madre, pero cuando uno de los dos la cagaba o hacía algo "no correcto" el otro tenía derecho a pedir lo que quisiese, aunque eso fuese en contra de esas dichosas normas.
Un sinfín de posibilidades recorrieron la mente de Venus. Solo tenía una oportunidad. Podía pedir lo que quisiese, pero ¿qué sería?
Sonrió maliciosa, una imagen se había quedado fija en su mente.
—Volvamos con el resto —anunció.
—¿Y mi castigo?—preguntó a su oído con un tono de voz que provocó un agradable estremecimiento en ella.
—Luego —respondió cogiéndole de la mano y volviendo junto al resto.
La curiosidad por saber qué habría decidido lo mataba por dentro. Con Venus nunca se sabía, pero estaba deseando saber qué sería.
Se tumbó en la hamaca, no le quedaba otra que esperar.
—Abre la piernas —pidió ella.
Él sonrió y le hizo hueco para que ella se tumbase en ese espacio. Una vez Venus se hubo tumbado y apoyado su cabeza en su torso este le abrazó.
—Tú y yo tenemos que tener una conversación —advirtió Mateo.
Esta le lanzó un beso.
—Cuando quieras —respondió guiñándole un ojo.
—Bueno, menudo exitazo —comentó Paula mirando a la piscina donde la mayoría estaba satisfaciendo sus necesidades entre ellos.
—Ha habido mejores —admitió Lisi.
—Bueno, y hablando de eso, ¿por qué tú y yo no nos perdemos un rato? —preguntó Milán ofreciéndole la mano a su novia como todo un caballero, aunque lo que le estaba proponiendo poco tenía de caballeroso.
—Claro.
La voz de Elisabeth sonó resignada. O eso le pareció a Venus.
—¿Nos vais a dejar aquí tirados? —dijo tratando de que no se fuesen, pero no surgió efecto.
Milán tiró de su novia y ambos desaparecieron escaleras arriba rumbo a la habitación de la chica.
—Maleducados —comentó Mateo acompañado de las risas de Venus, aunque, en verdad, ella estaba algo preocupada.
No se había quedado bien después de la conversación que había tenido con su mejor amiga.
Un camarero apareció con unas cuantas bebidas para ellos. Una para Mateo, una para Venus y otra para Damián. Paula miró al chico.
—Oh, vaya, se me ha olvidado pedir la tuya —confesó Mateo con una adorable sonrisa.
—No importa, voy yo —dijo ella.
—No os paséis —pidió Damián, aunque tampoco le importaba demasiado.
Venus pellizcó con fuerza su muslo.
—Ay.
—Tú calladito —le advirtió y él comenzó a apretarla entre sus brazos.
—¿Qué me has dicho? —preguntó divertido.
—Que calladito estás más bonito—repitió ella entre risas y entonces él comenzó a hacerle cosquillas.
—¿Si? Y, dime, ¿ahora cómo me veo?
—Para, para —pidió ella entre risas.
—Pídelo por favor.
—¡Jamás!
Y entonces él prosiguió haciéndole cosquillas.
—¡Mateo! —chilló ella en busca de su ayuda, pero este le dio un tragó a su Martini.
—Traición —se quejó ella sin poder parar de reír.
—Di las palabras mágicas y todo terminará.
—Me rindo, me rindo —dijo levantando las manos y eso fue suficiente para que Damián dejase de hacerle cosquillas y volviese a tumbarse y a abrazarla sobre su cuerpo.
—¿Tienes frío? —preguntó preocupado al notar la piel de gallina de la chica.
—Un poco —reconoció.
Entonces él comenzó a frotar sus manos por todo su cuerpo tratando de que esta entrase en calor.
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Mírame
Teen Fiction¿Qué ocurre cuando lo que más deseas te lleva por un camino que no deberías recorrer? Venus sabe muy bien lo que es recorrer esa obscura senda en la que no puedes evitar perderte y arrastrar al resto en tu caída. Y es que, cuando algo reluce demasi...