Capítulo 66

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Venus hizo acopio de todas sus fuerzas para dejar de mirar esa tierna escena y comenzar a andar hacia su cuarto.

—¡Espera! —chilló Lucía.

Venus se giró en silencio y miró a la chica mientras Damián subía las escaleras y se encerraba en su cuarto.

—Gracias —dijo de forma franca.

—No ha sido nada —respondió Venus encogiéndose de hombros dispuesta a volver a reanudar su marcha.

—No, no solo por esto —respondió Lucía agarrando su muñeca—. Por todo —Hizo una pausa—. Por lo del otro día en el colegio, lo de la fiesta de mi cumpleaños, lo del botellón...

Venus medio sonrió.

—No ha sido nada —repitió restándole importancia.

—Sé que nunca hemos sido buenas amigas y mucho menos hermanas —Se rio—, pero ¿crees que sea tarde para intentarlo?

Venus amplió su sonrisa sin ser consciente de ello.

—Creo que podría acostumbrarme a tener que cuidar de ti —bromeó causando la risa de Lucía.

—Ya, seguro. Casi que no. No necesito otro Damián en mi vida —Ambas rieron alegremente—. Bueno, qué te voy a decir a ti —dijo Lucía cesando en su risa—. Contigo siempre ha sido más —Se quedó en silencio—. ¿Cómo decirlo? —preguntó pensativa.

Venus conocía perfectamente la palabra que Lucía estaba tratando de buscar, pero no sería ella la que la pronunciase.

—Entiendo lo que dices. Damián a veces es demasiado sobre protector —comentó restándole importancia a la situación.

Lucía asintió con la cabeza.

—Respecto a eso, ¿cómo estás? He escuchado que ha habido una discusión en el baño con Alejo.

Venus se encogió de hombros.

—En serio, no sé qué le pasa últimamente. Parece fuera de sí —comentó Lucía—. Siempre ha sido bastante celoso a la hora de dejar que la gente se te acercase, pero no sé, últimamente creo que se le está yendo de las manos.

—Creo que a todos se nos está yendo.

—¿Cómo? —preguntó Lucía confusa.

Venus se quedó en silencio. Había metido la pata. Lucía no tenía ni idea de lo que ocurría entre Damián y ella.

—Quiero decir que últimamente discutimos mucho y, no sé, creo que los dos estamos algo irritables —se excusó.

—Supongo —respondió Lucía no del todo convencida—. Aunque sea lo que sea seguro que lo solucionáis —Sonrió—. ¡Venga ya!, ¡sois Venus y Damián!

Venus se rio ante las palabras de su hermanastra. Sonaban bien. ¡Venus y Damián! Y en un pasado lo habían sido. Ese tándem irrompible. Ellos contra el mundo. Sin embargo, ahora parecía algo tan lejano.

—En serio, te confesaré que alguna vez hasta he sentido celos de vuestra relación.

Venus se atragantó al escuchar esas palabras.

—No me malinterpretes —se apresuró a decir Lucía—. Es solo que siempre habéis estado tan unidos. Siempre estabais ahí el uno para el otro. Os conocíais a la perfección. No necesitabais hablar para entenderos—Se encogió de hombros—. No sé. Cómplices hasta el final —Se rio—. Creo que tiene que ser bonito tener a una persona que te quiera tanto de forma incondicional y que siempre esté dispuesto a darlo todo por ti.

Venus desvió la mirada. Jamás se había puesto a pensar en cómo debía de sentirse Lucía. En lo desplazada que había tenido que sentirse en algunas ocasiones.

—Damián te quiere —sonrió—. Te quiere mucho —dijo Venus con franqueza.

De hecho, él y ella habían discutido innumerables veces por Lucía.

—Lo sé —respondió sincera—, pero tú y él tenéis una conexión especial. Siempre la habéis tenido. Lo noté desde el primer día en el que lo conocimos —añadió pensativa.

Y Venus, sin darse cuenta, sonrió recordando aquel día en el que lo había visto por primera vez y había sentido absoluta felicidad.

—Bueno, dejemos de hablar de Damián. No vaya a ser que nos escuche y se le suba el ego más de lo que ya lo tiene —bromeó Lucía entre risas.

En verdad, a Venus le hubiese encantado que Lucía le siguiese contando cosas de las que veía entre ella y Damián, pero preguntarle hubiese sido demasiado evidente, así que decidió seguirle la corriente.

—Tienes razón —afirmó con una sonrisa.

—¿Y Alejo? 

Venus la miró confusa.

—¿Alejo qué?

—¡Venga ya! ¡Estabas con él en el baño a solas! ¿qué quieres que piense?

—Piensa lo que quieras —respondió entre risas—, pero estábamos hablando.

Lucía negó con la cabeza.

—No hay quién te entienda. De verdad que te lo digo. Ese chico te adora. ¿¡Pero tú has visto cómo te mira!? —explotó poniendo ojitos —. ¿No le vas a dar ni una oportunidad?

—No lo sé —respondió torciendo el labio.

—Tienes miedo.

No era una pregunta y Venus no supo qué contestar.

—Tienes miedo de que te haga sentir —explicó Lucía.

—Puede —aceptó.

—¿Y no tienes más miedo de vivir siempre así? De arrepentirte toda tu vida por no haberlo intentado.

—¿Y si después de todo no siento nada y le hago daño?

Había muchas cosas que le preocupaban a Venus de darle una oportunidad a Alejo, pero una de esas era esa. Ella estaba enamorada de Damián, eso no había cambiado y tampoco lo haría en cuatro días. ¿Qué pasaba si lo intentaba, él se ilusionaba y ella no lograba sentir nada por él? Lo destrozaría y Alejo no se merecía eso.

—El amor es así, a veces ganas y a veces pierdes —Se encogió de hombros—. Pero, Venus, creo que ambos merecéis correr el riesgo —animó.

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