Capítulo 61

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—Venus, ¿podemos hablar?

La voz de Paula sorprendió a las chicas.

—Dime —respondió de forma fría.

—A solas.

—Ni lo sueñes —respondió Adhara de forma agresiva.

—¿Qué pasa que sola no eres tan poderosa?, ¿tienes miedo de quedarte aquí conmigo? 

Venus se rio, se levantó y le indicó a Adhara que no había problema, que se fuese. Esta lo hizo a regañadientes, no le gustaba dejarle con semejante pirada a solas en el baño.

—¿Qué quieres? —preguntó seca cuando su amiga se había ido.

—Hacer las paces.

Esa frase sorprendió a Venus.

—Pues menuda forma —respondió entre risas.

—Venus, esto no tiene ningún sentido. Yo te he dado un golpe, tú me has dado otro, estamos en paz. Dejemos esta absurda guerra en la que ninguna va a ganar.

Parecía suplicante, lo cual hizo gracia a Venus.

—Te equivocas. Yo voy a ganar. Además, creo que no estamos a pares. Tú me imputaste un delito que es algo mucho más grave que cualquier cosa que yo te haya hecho o creas que te haya hecho —respondió desafiante.

La rubia estaba a punto de perder los papeles.

—Sí, mentí, ¿pero y tú? —espetó molesta—. Desde que volviste no hiciste más que humillarme y tratarme mal sin ninguna razón—dijo acercándose a ella.

Venus fingió quedarse pensativa.

—Puede, pero claramente el tiempo me ha dado la razón —Sonrió malévolamente.

—Tú no me conocías de nada, no sabías nada de mí, ¡yo no te había hecho nada y tú me trataste como si fuera basura! Yo intenté ser tu amiga, me esforcé por caerte bien, pero tú siempre estabas riéndote con Mateo e intentando alejarme del grupo —gritó furiosa—. ¿Crees que yo soy una zorra? Pues mírate en un espejo porque tú no te quedas atrás. 

Venus sonrió.

—Puede, yo nunca he negado que sea una zorra, pero te daré un consejo —Sonrió de nuevo—. Si vas a ir de zorra por la vida más te vale aprender a manejar las situaciones, a tener un respaldo siempre y, sobre todo, a divisar a las que son como tú y aprender a ver con quien puedes meterte y con quien no, porque jugar a esto te aseguro que es bastante peligroso —añadió guiñándole un ojo de forma provocativa.

Venus jamás se había jactado de ser la mejor de las personas. Era una buena amiga, sí. Alguien que lo daba todo por los suyos, pero eso era todo. Con los años había decidido tomar distancia del resto y a no tener en cuenta sus sentimientos. Había sido capaz de todo por los suyos, afectase a quien afectase, y no se arrepentía de ello. Le habían enseñado a ganar y para ello no importaba el precio.

—Muy bien, has ganado —aceptó dándose por vencida—. ¿Qué es lo que quieres? —preguntó Paula algo nerviosa.

—Una vez yo te pregunté a ti qué querías de mí —comentó burlona—. Me dijiste que todo. Pues ahora eso es lo que quiero yo, arrebatártelo todo —explicó con evidente desprecio.

—Eres una zorra.

—¿En serio vamos a volver a eso, Paula? —preguntó rodando los ojos—. Pensaba que eso ya había quedado claro.

Siempre habían tachado a Venus de ser una zorra y, con el tiempo, ella había aprendido a jugar ese papel a la perfección.

—Te estás equivocando conmigo, Venus —amenazó.

—Correré el riesgo.

Paula cerró los puños furiosa.

—Que así sea, pero ten en cuenta algo. No hay nadie tan peligroso como quien no tiene nada que perder —volvió a amenazar.

—Que sí, que no te arrastres más —respondió Venus aburrida.

—¡Te vas a arrepentir de este momento, te lo juro, te vas a arrepentir! —prometió fuera de sí—. ¡Tú y los tuyos estáis sentenciados!

—Qué intensa —se burló.

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