Capítulo 15

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Venus se dejó caer sobre su cama fingiendo agotamiento. En verdad no había hecho nada. Tan solo mirar como Lisi hacía sola su trabajo conjunto. 

Normalmente eso le complacía. No le importaba que su mejor amiga hiciese todo el trabajo, pero esa vez no había sido así. Le hubiese gustado poder participar, poder dar su punto de vista y aportar su granito de arena. Se rio. Como si Mery Elisabeth Esmegraldo fuese a dejar que alguien pusiese sus sucias manos en su perfecto trabajo.

—¿Cómo ha ido?

La voz de Damián la sacó de sus pensamientos.

Se incorporó, lo miró y se encogió de hombros.

—Ya sabes como es Lisi.

—Un diez garantizado —respondió él sin darse cuenta de que ella no se refería a eso—. Hazme hueco —añadió sentándose en la cama junto a ella.

—Bueno, ¿ahora que estamos a solas me vas a contar cómo ha sido tu verano?

—Bien, supongo —Se encogió de hombros.

Damián no necesitaba sus escuetas palabras como para saber que a Venus no le gustaba hablar del tema, pero también sabía que ella lo necesitaba. Todos los años era igual. Venus esquivaba todas las preguntas sobre el verano con su padre, se lo guardaba todo dentro y fingía que esa parte de su vida no existía.

—¿Qué por Estados Unidos?, ¿qué tal tu padre?

—Se va a casar.

—Eso está bien —afirmó él.

Sabía que sus padres tenían muchas discusiones por Guillermo Cahué, el padre de Venus. Quizá, con ese matrimonio dejaban de pelear.

—Sí, está feliz.

Esta vez la chica esbozó una pequeña sonrisa.

Él le abrazó con fuerza y se quedaron así un rato en silencio.

—Me ha pedido que sea dama de honor.

Era algo lógico y razonable, pero ambos sabían que Elena no se lo tomaría nada bien. Ella aún no había perdonado a su exmarido el divorcio y siempre trataba que Venus la apoyase en su guerra con él.

—Sabes, la van a hacer en verano porque saben que mamá no me dejaría ir si fuese en la época que me toca con ella. Van a esperar en el día más importante de su vida solo porque mi madre sigue sin aceptar que él no la quería —Estaba dolida, no creía que su padre se mereciese eso.

El amor era así. Nadie debía culparse por lo que quería su corazón. Nadie se enamoraba o desenamoraba a propósito. Eran cosas que pasaban.

Damián no supo qué decir. Elena era su madre. Él siempre le apoyaba en todo. El hijo perfecto... Pero no quería reconocerle a Venus que a él le parecía bien. Que la custodia compartida establecía que ella iba a Estados Unidos a estar con su padre en verano y que el resto del año estaba con su madre en Madrid. Por tanto si Guillermo quería que Venus estuviese en la boda, hacía bien en esperar.

—No es justo. Él nunca la menciona, ¿sabes? Ni una sola palabra. Nunca.

Damián comenzó a morderse la lengua. No le gustaba por dónde estaba yendo esa conversación.

No era justo para Elena. Ella siempre había cuidado de Venus. Había estado allí todo el tiempo, no como él, pero claro, Venus eso no lo veía.

—¿Vendrás?

La pregunta le pilló por sorpresa. 

—Podrías venir como mi pareja. Te presentaría a mi padre...

Damián se separó un poco y la miró a los ojos.

Deseaba ir con todas sus fuerzas poder estar con ella de ese modo, pero ¿en la boda de su padre? Eso destrozaría a Elena. Esta lloraba desconsolada cada vez que Venus se iba, aunque ella lo desconocía. Si él también "le dejase" por irse con Guillermo no sabía si lo superaría.

Elena podía parecer una  mujer fuerte, pero no lo era. Desde el divorcio se había vuelto frágil e inestable. 

—Aun queda mucho.

No era la respuesta que Venus hubiese deseado escuchar, pero tampoco era un no. Aun había tiempo para convencerlo.

Se dejó caer sobre la cama.

—Abrázame —pidió casi en un susurro inaudible.

Damián fue hacerlo cuando la puerta sonó.

—En esta casa se cena en familia —anunció Elena algo molesta.

Llevaban casi media hora esperando a que estos bajasen. Se iba a quedar todo frío.

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